La acción de la nueva Gerencia del Consorcio de la Ciudad de Toledo nos ha permitido observar estimulantes líneas de actuación que nos muestran un papel proactivo sobre la conservación del patrimonio cultural y del conjunto monumental de la ciudad de Toledo.
Si el Consorcio hasta el momento realizaba intervenciones, vía ayudas o directamente, sobre inmuebles o elementos especiales de los mismos, restos arqueológicos o vías urbanas, ahora da un paso más estableciendo nuevas vías que estimulen la revitalización del Casco Histórico.
Una es la de 'llenar' los espacios de interés patrimonial con actividades que tengan una proyección cultural y social. Además de las rutas al Toledo desconocido, saludables, para escolares o monográficas (Toledo judío o musulmán), o la disposición de espacios expositivos o para conciertos, ha ido más allá estimulando la celebración del mercado de las flores en el jardín de San Lucas o llenando de actuaciones creativas el escenario del Corral de Don Diego/Salón rico de los Trastámara.
También, a lo largo de estos años, ha ido enriqueciendo el discurso restauracionista y la investigación sobre el patrimonio cultural toledano a través del blog Adarve, el archivo gráfico o las publicaciones de cuadernos técnicos, memorias o monográficos sobre inmuebles, yacimientos arqueológicos o elementos especiales.
Lo que se nos ha presentado ahora, y nos parece más estimulante, es la iniciativa de realizar estudios del estado de los solares y bienes inmuebles de la ciudad, elaborando informes de evaluación de los mismos, asesorando técnica y jurídicamente a propietarios, arrendatarios o potenciales compradores de viviendas rehabilitadas, y lo que es más importante, facilitando la realización de convenios para rehabilitar, sin ánimo especulativo, inmuebles para destinarlos a la ocupación residencial.
Una política proactiva que debería contar con más recursos para contrarrestar la capacidad de la iniciativa privada, que con el empuje de los apartamentos turísticos y la falta de una normativa que delimite el alcance de los mismos, ahoga la habitabilidad residencial del Casco Histórico, desvirtúa en algunos casos la esencia rehabilitadora y expulsa a los residentes por el encarecimiento del suelo.
Efectivamente, presentar las bondades de las políticas del Consorcio –la alcaldesa preside a su vez su Consejo de Administración y la Comisión Ejecutiva-, nos puede hacer pensar en que no se puede hacer mucho más. Y sí, desde el Ayuntamiento deberían poner al día el Plan Especial del Casco Histórico y desarrollar la normativa necesaria para la aplicación de sus directrices, de cara a delimitar los volúmenes de edificabilidad, de habitabilidad, de usos o de movilidad urbana, aspectos todos tan necesarios para que la política de conservación del Conjunto Histórico de la ciudad sea viable. Porque no nos olvidemos: un Casco Histórico como el de Toledo, sin habitantes que residan en él, puede ser un parque temático sin vida, un patrimonio cultural sin contenido.