Entre el año 2000 y el 1600 antes de Cristo (a.C.) en lo alto de un crestón de cuarcita que domina un extenso territorio en una zona que ejercía de frontera natural de los Montes de Toledo, entre la Mancha y la cuenca media del Tajo, vivían unas 100 personas dedicadas, entre otras cosas, a la ganadería.
Los arqueólogos han podido documentar cabañas de piedra, incluyendo un zócalo, recrecido con un muro de adobe y caña, y un tejado “probablemente” a dos aguas.
Nos situamos en la sierra de la localidad toledana de Los Yébenes. En un lugar de unos 1.450 m2 conocido como ‘Montón de Trigo’, propiedad del ayuntamiento. Hoy es un yacimiento arqueológico que ha arrojado luz sobre su cronología o sobre cómo vivían sus pobladores hace miles de años.
El Carbono 14 ha permitido saber que se trata de un poblado de la Edad del Bronce habitado hace unos 4.000 años. “Hasta ahora lo desconocíamos”, explica Arturo Ruiz Taboada, arqueólogo y profesor vinculado al Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid.
Está siendo un complejo proceso, entre otras cosas “por la estratigrafía del terreno” que dificulta el trabajo para individualizar los espacios que estuvieron habitados. Una de las claves ha sido poder diferenciar cierre del poblado. “Hemos podido documentar un muro muy bien conservado” cuya utilidad fue quizá más funcional y simbólica que defensiva. “Probablemente está relacionada con el control del territorio y la estabulación del ganado por las noches. En lo simbólico era para diferenciarse del exterior”, señala Ruiz Taboada, a lo que se suma el hallazgo del acceso principal.
No han logrado encontrar restos humanos. "No hemos tenido suerte... todavía". Tampoco afloran excesivos materiales relacionados con los útiles de la época, aclara, “dada la austeridad de las culturas de la Edad del Bronce, por ejemplo, en cuanto a la cerámica, muy reiterativa en formas”, aunque sí se encuentran objetos simbólicos tallados en hueso. “Reproducen el mundo simbólico interior de este tipo de culturas”.
Otro de los hallazgos -un botón en marfil africano- confirman la práctica comercial del momento. Al menos un comercio basado en el intercambio. “En esta campaña hemos localizado cuentas de collar de conchas, una vieira común, llegada de las zonas marítimas”.
El metal es uno de los grandes ausentes en este lugar. Todo una paradoja hablando de la Edad del Bronce. “Lo poco que encontramos, puñales argáricos, eran reutilizados. Se habían afiliado tantas veces que habían quedado reducidos casi a la empuñadura. En cambio encontramos puntas de sílex en sustitución del metal”.
Se ha podido también saber cómo subsistían a través de la ganadería y posiblemente un aprovechamiento agrícola subsidiario, además de la caza y la pesca. “Hemos encontrado espinas de pez en el yacimiento”, detalla.
Los estudios de fauna en el yacimiento arrojan restos de cabras, ovejas, vacas o ciervos. “Es un ambiente serrano que no ha cambiado en la actualidad respecto a lo que había hace 4.000 años”.
El ’Montón de Trigo’
El apelativo ‘Montón de Trigo’ es un topónimo común en los Montes de Toledo. “Son formaciones geológicas muy pétreas con matorrales y en algunas elevaciones de la sierra permiten el crecimiento de una especie de trigo salvaje. Al secarse en verano tiene un tono amarillo que le da el aspecto de montones de trigo”.
Es lo que da pistas a los investigadores. “Nace donde no hay roca y es ahí donde generalmente hay depósitos arqueológicos”. Arturo Ruiz Taboada lleva cuatro años dirigiendo el proyecto en esta localidad toledana. En agosto de 2021 se realizó la primera campaña de excavación.
Hasta ahora han trabajado en unos 140 m2, explica este profesor de Prehistoria, en un yacimiento “muy transitado a lo largo del tiempo”. Por allí pasaron los carpetanos, una civilización prerromana que vivió en la península ibérica. Estuvo también habitado en época medieval y hasta se instaló una explotación minera “probablemente en el siglo XIX”. Tampoco ha sido ajeno al expolio “de los buscadores de tesoros”.
El objetivo a medio plazo es comparar los resultados con otros yacimientos de similares características en la comarca. “Tenemos un montón de piezas de un puzle que en el futuro dará resultados espectaculares. Y lo que tenemos aquí nos sirve para Mora, Villacañas, Madridejos o Urda”.
Y es que, dice, “queremos saber si los poblados de esta zona de Toledo fueron contemporáneos o si son diacrónicos y simplemente sus habitantes fueron cambiando de lugar cada 100 o 200 años”. Se trata de explicar cuál fue el patrón de asentamientos en esta parte de la Mancha occidental y su entorno. De paso, cree que puede servir “como dinamizador turístico común, la parte más social del proyecto en la que también trabajamos”. De hecho, se está preparando una jornada de puertas abiertas en el yacimiento, todavía sin fecha.
Esta excavación nos permite relacionar esta cultura con las de su entorno que ya han sido estudiadas en otras partes de la Mancha y también establecer nuevas líneas de investigación
¿Qué sucedió durante la Edad del Bronce en el interior peninsular? Es la pregunta clave a la que tratan de responder los investigadores. “Como ocurre con otras etapas peninsulares, hay mucha información porque se estudia desde hace más de un siglo, pero ahora, con las nuevas tecnologías, se trata de definirla mejor”.
Esa tecnología ha permitido saber que hay mucho más allá de lo que se creía que estaba limitado a grandes centros culturales de la misma cronología, como es el caso del Argar, en Antas (Almería), todo un referente para interpretar la Edad del Bronce peninsular, la cultura del ‘Bronce Valenciano’ o la prehistórica cultura de Las Motillas en la Mancha.
“El yacimiento que estudiamos en Los Yébenes está justo al límite de esa cultura de Las Motillas que yo prefiero definir como ‘Bronce de la Mancha’ porque es un espacio geográfico muy complejo que no abarca solo la penillanura, sino un montón de zonas limítrofes pero muy distintas entre sí, pese a compartir entorno”. Se refiere a los Montes de Toledo, el Campo de Montiel, las serranías al límite con la Comunitat Valenciana o Jumilla, en Murcia.
Ahora, dice, “esta excavación nos permite relacionar esta cultura con las de su entorno que ya han sido estudiadas en otras partes de la Mancha y también establecer nuevas líneas de investigación”.
“Espectaculares” pinturas rupestres
El proyecto analiza los restos de los poblamientos, pero también el arte esquemático que se ha preservado a lo largo de miles de años en la comarca natural de los Montes de Toledo y sus territorios limítrofes.
“En Toledo hay yacimientos muy interesantes, de la misma cronología, que nunca han sido excavados y de los que no sabemos nada”, señala Ruiz Taboada. Algunos están asociados al arte esquemático y es uno de los objetivos de análisis para los próximos años. “Los que hay en Los Yébenes y en Mora son espectaculares. Son pinturas rupestres muy llamativas, muy características del interior de la península ibérica, en espacios muy atractivos”.
El investigador cree que las manifestaciones artísticas que dejaron estas comunidades hace miles de años, “pueden ser incluso más antiguas que los poblamientos”, pero reconoce que “de momento hay muchas preguntas y pocas respuestas”.
Se abre ahora una fase de análisis aunque, comenta, “hemos descubierto nuevas pinturas hasta ahora desconocidas” y ligado al proyecto 'Entre dos Tierras' se han diseñado una serie de carteles explicativos en cada uno de los abrigos de la Sierra de los Yébenes, incluyendo una nueva ruta temática para visitar las pinturas que se inaugurará en breve.
El proyecto ‘Entre Dos Tierras’, así se llama, nació con la idea de divulgar el patrimonio arqueológico de los Montes de Toledo y de paso concienciar a la población de la importancia que tiene su protección y conservación. Está financiado por el Ayuntamiento de los Yébenes y la Diputación Provincial de Toledo.
El punto de partida fue la firma por parte del ayuntamiento de sendos convenios de práctica con la Universidad Complutense y con el Centro de Estudios Internacionales de la Fundación Ortega Marañón de Toledo. Además, se cuenta con la colaboración de diversos laboratorios, centros e instituciones. Entre ellos el CAI (Centro de Apoyo a la Investigación) y el Departamento de Petrología y Geoquímica de la Universidad Complutense, la Universidad de Groningen (Países Bajos) y los departamentos de Metalurgia y Medio Ambiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.