El 29 de abril de 2021, en relación con el aparcamiento de Santa Teresa, el concejal de urbanismo informaba que se estaba a la espera de redacción definitiva y firma de un Convenio entre la administración local , la Junta de Comunidades y el Ministerio de Cultura, para trabajar en la recuperación de la zona sobre un ámbito de actuación que incluirá tres de los cuatro Bienes de Interés Cultural allí existentes: Parque Arqueológico Vega Baja, Circo Romano y Cristo de la Vega. También se señalaba que ese convenio regirá el dialogo institucional sobre Vega Baja mediante una comisión tripartita que podrá ser asesorada por instituciones o particulares, con lo que se garantiza el consenso de los sectores interesados en el desarrollo patrimonial de la zona. Se expresaba también la voluntad de “una planificación a futuro que integre la Vega Baja como una parte esencial de la ciudad de Toledo, llamada a convertirse en un centro de referencia histórica, cultural y patrimonial que sirva como parte integral de ella”.
La información es de interés para una opinión pública sensibilizada con la conservación y aprovechamiento de los valores patrimoniales, medioambientales y paisajísticos de una zona que comporta también sentimientos identitarios, pero sigue provocando inquietud, puesto que sigue siendo más de lo mismo, de lo planteado desde los años 90 para justificar la edificación de la zona. El ámbito propuesto como base de conservación y gestión del patrimonio se restringe a tres de los cuatro BIC y deja fuera la Fábrica de Armas, también sobre restos arqueológicos, aparte de su significado intrínseco cultural, lo que supondría un tratamiento diferencial y de complicado encaje posterior.
Eso mismo sucede con el aparcamiento de Santa Teresa, en el que se siguen sin comunicar los resultados de los estudios de georradar recientes. Y aún es más inquietante lo referente a la parcela donde el ayuntamiento había dispuesto la construcción del cuartel de la Guardia Civil, en contacto directo con el BIC de 2008 “Ampliación del Yacimiento Arqueológico de Vega Baja”, ignorando la inexistencia de huellas históricas.
Las declaraciones actuales desde Urbanismo del Ayuntamiento ponen de manifiesto el compromiso de las tres administraciones, local, regional y estatal, para trabajar en el ámbito restringido de los BIC antes señalados, que se denominará “Sitio Natural e Histórico de la Vega Baja”, en una aproximación parcial al artículo 141 de la Ley de Patrimonio Cultural de Castilla La Mancha de 2017, pero con el inconveniente de que esa denominación ignora que el resto de la Vega Baja y La Peraleda son también “Sitio Natural e Histórico”, como demuestran multitud de estudios y hechos. De ese modo, con el convenio anunciado por el Ayuntamiento, se podría actuar libremente sobre más del 80 % del suelo de Vega Baja, aplicando cualquiera de las figuras de la legislación de ordenación del territorio y urbanismo, o simplemente, con el PGMOU de 1986 y lo previsto en sus Modificaciones puntuales, la 28, y la 29, esta última pendiente de aprobación.
En todo caso, el ámbito propuesto como “Sitio Natural e Histórico” sería el paso previo para un Plan Especial sobre menos de un 20% de la superficie de la Vega Baja, en sorprendente coincidencia con la distribución de usos del suelo del abandonado “Plan Director de la Vega Baja” de 2011. Fuera de lo seleccionado como “Sitio Natural e Histórico”, por sus valores arqueológicos, se deja el resto de la Vega Baja y La Peraleda, sin tener en cuenta sus contenidos culturales, contemplados en la Carta Arqueológica Municipal, sus valores medioambientales y que es “Zona de Protección de Paisaje” conforme a las Instrucciones de la Dirección General de Bellas Artes de 1968, lo que, por cierto, se contrapone con la construcción en La Peraleda, en pleno cono visual, del nuevo cuartel para la Guardia Civil, sobre una parcela municipal de 37.000 m2, muy superior a los 11.800 m2 de la actual en Palomarejos. Por lo tanto, por poca altura que se le quisiera dar, su impacto visual, a modo de barrera edificatoria, no es admisible sobre el conjunto protegido y su entorno desde el Decreto de 1940.
Por otro lado, es de agradecer la voluntad municipal de consenso con los actores interesados en el desarrollo patrimonial de la zona delimitada unilateralmente como “Sitio Natural e Histórico de la Vega Baja”, pero sería más de agradecer que esa decisión se pospusiera, entre otras cosas, hasta conocer los resultados de los últimos estudios de georradar. Sin ese requisito resulta muy difícil señalar unos límites, como se hace, de la zona o zonas arqueológicas sobre bases de información estereotipadas y anteriores a 2008. Después de tantos años de inacción municipal, sería empezar la casa por el tejado y aplicar un modelo urbanístico ya visto en 2011, paradójicamente desechado. Y, además, con la información existente sobre la Vega Baja y La Peraleda, ¿no sería todo ese amplio espacio merecedor del calificativo de “Sitio Natural e Histórico”? Y más cuando todo él es un “Paisaje Cultural”, y ya está protegido como parte del Monumento Histórico Artístico que es Toledo por Decreto de 1940, por la Dirección General de Bellas Artes en 1968 y por la UNESCO desde 1986.
¿Es tan difícil comprender que la Vega Baja y La Peraleda puedan ser tratadas como un mundo de oportunidades para potenciar valores patrimoniales, mejorar la calidad de vida de los toledanos y generar riqueza a través del turismo y de formas de agricultura urbana, que, en parte, ya existen, y encima, en un contexto de transición ecológica y cambio climático? Para eso, sólo hace falta voluntad política y decisión, como las que hicieron posible la transformación de las orillas del Manzanares en Madrid en un espacio de calidad ambiental espectacular, hoy uno de los mejores ámbitos de recreo de esa ciudad, de encuentro social, de puesta en valor de elementos patrimoniales y paisajísticos, reconocido internacionalmente. Y hay otros muchos ejemplos, como Vitoria, calificada “Green Capital” en 2012, o Valencia.
Por todas esas razones, sí al diálogo y al consenso entre actores sociales, entre administraciones del Estado, entre instituciones y organizaciones culturales, pero consenso primero para reconocer de una vez para siempre desde el Ayuntamiento toda la Vega Baja y La Peraleda como lo que es, un “Sitio Natural e Histórico”, susceptible, entonces sí, de una Plan Especial e Integral de Protección, incluido el poblado obrero y los usos agrícolas, en una palabra, con respeto y puesta en valor de todo lo que contribuye a la singularidad paisajística y medioambiental de nuestra ciudad, y lo que le permite ser contemplarla desde la distancia como lo hicieron nuestros antepasados.
Mientras llega eso, tras décadas de abandono, no estarían de más acciones de saneamiento que faciliten un mejor uso ciudadano de ese entorno, incluidas las márgenes y sendas del río, y evitar el continuo deterioro de restos arqueológicos ya excavados. No dudamos de que la llegada de fondos europeos será una oportunidad para una solución que permita hacer de la Vega Baja y La Peraleda un referente de la ciudad, que apueste por sus valores ambientales, culturales y patrimoniales desde criterios de sostenibilidad, innovación y mejora de la calidad de vida de todos sus vecinos, como sucede con los ejemplos de las otras ciudades antes citadas.