En junio la ciudadanía de los países integrados en la Unión Europea está llamada a las urnas para renovar el Parlamento europeo. Unos comicios en los que hace cinco años votaron el 50,66% de los electores europeos. En España la participación fue sensiblemente mayor, con un 60,73%.
Carlos González-Villa es profesor titular doctor de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). En una entrevista con elDiario.es Castilla-La Mancha aborda la situación en la Unión Europea, en plena campaña electoral hacia la cita con las urnas que definirá el nuevo mapa político tras cinco años marcados por acontecimientos tan importantes como el Brexit, la pandemia de coronavirus o la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
Cuando le preguntamos por la Unión Europea del presente dice que hay que valorar su situación “en los términos de los objetivos que ella misma se puso, en la última década y especialmente en los últimos cinco años”. Explica que su objetivo ha sido “posicionarse como un actor geopolítico relevante a nivel global”, pero no lo ha conseguido. “De acuerdo a su propia vara de medir estamos ante una Unión Europea subordinada a nivel geopolítico”.
En su opinión, la Unión Europea es un actor “dependiente de la dinámica entre EEUU y China y al mismo tiempo está subordinada a los intereses norteamericanos” y su papel en el contexto mundial es “como mucho, el de una potencia regional que intenta mantener a su vecindario -norte de África, Oriente Medio y Europa Oriental-, dentro de su órbita y siempre en el marco de un proyecto más grande, el de Estados Unidos”.
Su impresión es que “tiene muchas dificultades sobre cómo debe manejarse en la arena global”, sobre todo, abunda, teniendo en cuenta lo que denomina “el esquema de globalizaciones en competición” entre China y EEUU en el que Europa no cabe.
“La UE se ha quedado desfasada en tecnologías maduras y en las que serán disruptivas”
Tampoco es optimista sobre otro de los grandes retos europeos. “Hay muy pocas razones para pensar que la Unión Europea conseguirá una autonomía estratégica porque el elemento que define la competición geopolítica a día de hoy, y para los próximos 20 años, es el elemento tecnológico”.
En este aspecto explica que, cuando se trata de tecnología, “la Unión Europea se ha quedado desfasada en cada uno de los indicadores relevantes sobre las tecnologías maduras y en las que serán disruptivas”.
Se refiere a las patentes sobre computación cuántica, inversión en I+D -los países europeos ya fueron sobrepasados por China-, publicaciones en revistas prestigiosas de Física y Matemáticas en las que, apunta, “ya se cuela hasta alguna universidad de Singapur” o la inversión y publicaciones científicas en inteligencia artificial (IA).
Se detiene en particular en lo que tiene que ver con la IA. “La Unión Europea es un actor relevante en cuanto a la normativa de la IA, sabe regularla, se interesa por los aspectos éticos, pero regula algo que viene de fuera. Eso es incompatible con un objetivo ambicioso y ampuloso que ella misma se impuso, la soberanía tecnológica”.
El profesor reconoce que determinados objetivos que se impuso la Unión Europea en 2019, tras las elecciones de hace cinco años, no se han cumplido, entre otras cosas por el largo plazo autoimpuesto.
Es el caso del Pacto Verde Europeo, por el que la Unión Europea se comprometía a conseguir la neutralidad climática para 2050 y a reducir las emisiones en un 40% para 2030. “Esto no es el problema, pero sí lo es el hecho de que se haya quedado rezagada en cuanto a su capacidad para cumplirlos de manera autónoma”.
Pone el foco en la reciente política europea de “desacoplamiento” de China, siguiendo la estela de Estados Unidos. “¿Se puede ser una potencia verde mundial dejando a un lado a China, una de las grandes potencias de la tecnología verde?”, se pregunta. El gigante asiático produce dos tercios de los coches eléctricos del mundo.
“El desacoplamiento obliga a prescindir de lo que la presidenta de Comisión Europea Ursula von der Leyen denomina, de manera acusatoria, ‘la sobreproducción china’. Eso es una amenaza para Europa. El problema no es que China produzca demasiado, es que Europa lo hace muy poco y por otro lado Estados Unidos tiene sus propias prioridades”.
El Partido Popular Europeo “ya no le hace ascos” a la ultraderecha
En este año 2024 el mapa político interno y externo en la Unión Europea puede verse notablemente afectado, dependiendo del voto. Y es que hay previstos decenas de procesos electorales, tanto en varios de los estados miembros como en Reino Unido, en la India o en Moldavia. Este último país podría incorporarse a la Unión Europea. “Estas elecciones son muy importantes porque a los países de Europa Oriental se les ha obligado a elegir entre candidatos rusos o candidatos occidentales”.
Carlos González-Villa recuerda que “los últimos cinco años barrieron a las extremas derechas de orientación o rusófila y por otro lado hay una parte de estos partidos que ya no son eurófobos. Algunos decían que Europa es una máquina de destruir naciones, pero por ejemplo este ya no es el discurso de Marine Le Penn”.
A eso se suma, añade, que buena parte del Partido Popular Europeo, entre otros el de Alberto Núñez Feijóo o la propia Von der Leyen que aspira a ser reelegida, ya “no le hace ascos” a la ultraderecha de forma abierta.
Reconoce que en esta ocasión el debate político en estas elecciones será “si el PP consigue minar un poco más a Vox y si aguantan o no Sumar y el presidente del Gobierno de España y esta no es la realidad europea porque después muchos de estos partidos votarán juntos”.
¿Somos conscientes los españoles y españolas de la importancia de las Elecciones Europeas?, le preguntamos. “Hay una paradoja y es que en España somos muy europeístas, pero por esa fe casi ciega hay cuestiones que ni se discuten” y pone como ejemplo unas declaraciones durante la campaña por el referéndum de la Constitución Europea en 2005. “Aparecía el grupo ‘Los del río’ para decir… ¿nosotros para que vamos a votar que no, si no nos la hemos leído?”.
Tras las elecciones deberán definirse los cuatro cargos más importantes de las instituciones europeas: la Presidencia del Consejo Europeo, de la Comisión Europea, el Alto Representante para la Política Exterior de la UE y la Presidencia del Parlamento Europeo. “Tradicionalmente se intenta mantener un equilibro norte-sur y este-oeste, y luego entre familias políticas”.
¿Está en riesgo la estabilidad de las democracias con el avance de la extrema derecha?, preguntamos. “Es un peligro que existe y no me refiero solo a la extrema derecha. Recuerdo el caso del periodista español Pablo González, detenido desde hace dos años en Polonia. Su situación no ha cambiado ni con otro gobierno polaco”.
Sugiere prestar atención a las dinámicas migratorias a largo plazo. “Independientemente de quien gobierne parece que dependiendo del color de la piel del migrante se le recibe peor o mejor. ¿De qué nos sirve rasgarnos las vestiduras por que haya más extrema derecha? Y también habría que prestar atención a los partidos centristas sistémicos”.
En 2030 está prevista la entrada de Ucrania, Moldavia, Georgia, Montenegro, Albania, Serbia, Macedonia del Norte o Bosnia. “Parece algo urgente desde la perspectiva actual de los dirigentes de la Unión Europea”, comenta este profesor que sin embargo duda sobre “las condiciones en las que vaya a producirse”, en particular por la situación de guerra en Ucrania.
También pone el foco en el futuro de las ayudas europeas que, advierte, “no estarán ahí para siempre”. Nuestro país, dice, “tiene cada vez menos posibilidad para reclamar fondos de cohesión o estructurales y eso se agravará con la ampliación de 2030. Hay otros países con necesidades muy serias” y por eso aboga por “desarrollar las fuerzas productivas a nivel interno”.
Pese a todo, cree que la Política Agraria Común (PAC) seguirá siendo “un elemento importante” aunque advierte de la contradicción del mensaje de Von der Leyen con el exceso de producción de coches eléctricos y el subsidio al sector en aquel país. “Veremos más mensajes como ese en el futuro y entonces deberíamos pensar en nuestra PAC. La Unión Europea también protege y eso está bien. Por eso no debe ponerse el dedo en ojo ajeno únicamente. Es injusto y además nos pegamos un tiro en el pie”. Después, añade, “está la cuestión de a quién beneficia la PAC, si al gran o al pequeño propietario”.
Después está el papel de las regiones europeas. Castilla-La Mancha es una comunidad autónoma poco poblada y muy dependiente de sectores como el agroalimentario y, últimamente, del logístico. Hay poca tecnología e industria.
“Hay espacio para defender las inversiones en Castilla-La Mancha y fortalecerla”, subraya González-Villa, quien por otro lado plantea la duda, “quizá no muy popular”, sobre si Castilla-La Mancha es, en realidad, “una región europea como lo puedan ser Baviera o Lombardía o si forma parte de la gran metrópoli madrileña. Basta fijarnos en las conexiones internas por AVE que solo son posibles entre Cuenca y Albacete”.
En este aspecto recuerda que la Unión Europea no solo distingue entre regiones sino entre los llamados conurbanos o grandes áreas metropolitanas. “Da la impresión de que en Europa es el momento de los grandes conurbanos que traspasan regiones”.