
Plaza del Ayuntamiento de Toledo una hora después del apagón eléctrico masivo / Imagen: Fidel Manjavacas
“Aquí sí hay luz”, bromeaban tres obreros de la construcción, mientras llegan a una soleada plaza en plano Casco histórico toledano. Es lo que podemos llamar el lado lento de un apagón. ¿Qué hacer si necesitas electricidad para trabajar? ¿Cómo haces tus tareas si no puedes ver? La respuesta parece obvia: parar. Pero no siempre es tan sencillo.
Justamente al lado de los obreros, se arremolinaba el personal de la delegación del Gobierno en Castilla-La Mancha. Las caras: preocupadas. Pero también, sin mucho que hacer. ¿Qué se hace en medio de un apagón completo cuando todo tu trabajo depende de un ordenador conectado a la electricidad? No tienen tampoco información.
A pocos metros, una mujer baja las escaleras del centro de salud de la calle Sillería con una caja de medicamentos en una mano y la linterna del móvil encendida en la otra. “Ten mucho cuidado con las escaleras”, advierte, “no hay luz y no se ve nada”. En la puerta del centro, una trabajadora se pasea con el teléfono en la mano. No tienen información, explica, no llegan llamadas telefónicas ni tampoco Internet. “Estamos aislados”, resalta. El personal decidió irse a la hora de siempre, las 15:00 horas.
Frente al centro de salud, hay un Carrefour Express, uno de los pocos supermercados que hay en este barrio turístico. En sus puertas, se agolpa todo el personal del pequeño establecimiento. Algunos de ellos impiden la entrada de clientes que no paran de llegar pidiendo agua, pan, comida. No pueden cobrar, es así de sencillo.
Otros trabajadores se empeñan en cerrar la puerta del supermercado, que funciona, como prácticamente todo lo demás, solo con electricidad. El personal desdobla así sus funciones y se convierte también en seguridad. Es la estampa que se ve a lo largo de toda la calle Comercio de la capital toledana, en la que en todos los comercios hay una persona apostada en la puerta para evitar la entrada. Por lo menos hasta que logren bajar la persiana.
En las tiendas grandes, como Druni o la Casa de las Carcasas, todas las trabajadoras están en la puerta de los locales. En la Plaza de Zocodover, varias personas trabajan en montar lo que será a partir de este martes la primera feria de artesanía de la asociación MIA, impulsada por mujeres artesanas y que trae a trabajadores de toda España. Algunos no habían podido salir de sus casas a las 14:00 horas, porque no podían repostar sus coches. Otros ya tienen todo montado y esperan que la inauguración pueda llevarse a cabo. El estudio floral Maua, mientras tanto, adorna la plaza para crear un ambiente festivo. Los visitantes se hacen fotos con las flores y las cintas de colores que ondean sobre sus cabezas. Un perfecto día de primavera.

Un grupo de personas haciendo cola en un establecimiento de comidas en el Casco Histórico de Toledo / Imagen: Fidel Manjavacas
Lo que hay también en este epicentro del turismo toledano son colas en las tiendas que ofrecen bocatas de jamón, queso y otros embutidos. A la hora de comer, hacen su agosto. Los restaurantes ofrecen, algunos, comida fría, pero la falta generalizada de dinero en efectivo hace difícil el cobro. En algunas tiendas ya no había producto alrededor de las 14.30 horas.
Donde también había varias colas era en las heladerías. Algo fresco y rápido para un día con temperaturas que rondaban al mediodía los 25 grados. Pero, como señalaba uno de los trabajadores, no saben cuánto durarán en las cámaras sin electricidad. “Tengo todas las cámaras llenas. No podemos cobrar, ni hacer nada”, explica Enrique, un dueño de un restaurante en el casco. Cuando llegó para poner en marcha el turno de la comida de mediodía ya no había electricidad en el local. En el local ni en ningún sitio.
El turismo continúa
¿Qué es lo que no frena un apagón? Fácil, el turismo. Mientras el comercio y algunos restaurantes bajaban las persianas, los grupos guiados de turistas acaparaban todas las calles, que parecían más llenas de lo común. Simplemente no había otro lugar donde ir. Hacer turismo durante un apagón es, quizás, el mejor momento para empaparte de una ciudad, mirando hacia arriba y no hacia el móvil.

Un establecimiento comercial de souvenirs en el Casco Histórico de Toledo / Imagen: Fidel Manjavacas
“Esto es lo que hay”, decía un trabajador del Ayuntamiento saliendo de dependencias municipales antes de su hora. Como él, varios. En la puerta del Consistorio, el concejal de Urbanismo, Florentino Delgado, hacía unas declaraciones rápidas a Toledodiario.es. “Esto nos demuestra la fragilidad del humano”, explicaba el edil, de Vox, junto a su jefa de prensa, Ana Nodal.
Los grupos de turistas parecen multiplicarse en las calles toledana, pero la realidad es que se juntan con la gente que se va yendo, móvil en mano y entrecejo fruncido, a su casa de los trabajos. Los padres y madres que recogen a sus hijos de los colegios como el Medalla Milagrosa, explican qué es lo que ocurre y por qué no va a haber electricidad cuando lleguen a casa. “Internet va, porque es por otra red”, explica un padre a su hija en el camino saliendo del 'cole'.
Y en medio de la preocupación, el estrés y los turistas que todavía no saben lo que pasa -en algunos casos también en sus países natales-, suena la guitarra de Gilberto con la Catedral toledana de fondo. “La música es lo último que nos queda”, explica con una sonrisa.