El pasado mes de marzo, la localidad toledana de Gerindote estrenó la primera fase de la nueva Casa de la Cultura 'Almudena Grandes', edificio que el pasado 17 de junio acogió la celebración del pleno de constitución del Ayuntamiento tras las elecciones del 28 de mayo. En el salón de actos se instaló un escenario en el que juraron su cargo 10 de los 11 concejales electos. No lo hizo en las mismas circunstancias que el resto Ismael Fernández, edil de Unidas IU-Podemos, que tiene movilidad reducida y no puede subir los escalones que se instalaron.
Fernández accedió al salón tras subir en el ascensor que han instalado en el edificio y por el que no pudo bajar después debido a una avería. "Ando con mucha dificultad, lo que no puedo es subir escalones. Llegué y esa fue mi sorpresa. Le dije a la secretaria -del Ayuntamiento- que no iba a subir ahí. Tenía que haber dicho que si no me facilitaban la accesibilidad impugnaba el pleno", traslada a este medio el único concejal de Unidas IU-Podemos en el Consistorio.
"Llevo con un problema neurológico desde hace más de 20 años y en el pueblo lo sabe todo el mundo. Ya fui concejal del PSOE en una legislatura en la oposición y saben muy bien de qué va mi película", explica Fernández, que señala que "con que hubieran puesto una rampa con dos pasamanos" podría haber accedido al escenario y jurado su cargo como el resto de concejales: "Me quedé aislado", lamenta.
"Nadie pidió disculpas ni se preocupó"
En este sentido, afirma que "nadie" le pidió disculpas "ni se preocupó" de la situación que vivió. "Se te puede olvidar, pero si yo soy el alcalde de mi pueblo y veo así a quien sea, le pido disculpas e improvisamos lo que sea... eso es lo que más rabia me dio", subraya el edil, que realiza esta denuncia para "reivindicar que se acaben las barreras arquitectónicas".
Así concluyó precisamente el juramento que realizó del cargo en un atril instalado por un operario municipal en el que se sentó. "Estaba muy nervioso y dije -con ironía- que '¡Vivan las barreras arquitectónicas'", apunta Fernández, que afirma que solo recibió después el apoyo de un concejal del PP a través de las redes sociales. "Me sentí maltratado porque llevo años con este problema y no hicieron nada", insiste.
Fernández abandonó hace ocho años las filas socialistas y se incorporó a Izquierda Unida, formación a la que ha devuelto la representación que no tuvo en la legislatura anterior en el Consistorio, gracias a los 196 votos que consiguió en un pueblo de poco más de 2.500 habitantes. El PSOE, que ha revalidado la alcaldía, obtuvo en los pasados comicios 6 concejales y el PP 4.
Respecto a la accesibilidad que hay en el Ayuntamiento del municipio, apunta que la entrada principal cuenta con una rampa pero que "no se puede acceder al ascensor, que está en la fachada trasera". "El aparcamiento está a unos 40 metros y hay que cruzar la carretera. No está muy bien que digamos para llegar hasta allí. Tengo que cruzar el resalto de la calzada con la ayuda de mi mujer. Entras al Ayuntamiento y lo primero que hay es una escalera, solo se puede ir al ascensor rodeando el edificio", describe.
Fernández padece una radiculopatía que le hace "tener los músculos muertos desde las rodillas hasta los pies". "No puedo tener a mi mujer siempre detrás de mí. Hay un aparcamiento para coches oficiales en la puerta del Ayuntamiento, tendrían que hacer una plaza para personas con movilidad reducida", reclama.