"Me gustaría tener mi trabajo, con mis ocho o diez horas, soy currante. Tener mi casita de alquiler en dos o tres años. Tener una pareja, amigos, como los que tengo ahora pero más. Y ofrecer mi casa a gente que esté necesitada como yo he estado, dejarles dormir allí. Pido cosas simples. Pido querer, que me quieran, un hogar y un trabajo. No pido nada más". No es una carta a los Reyes Magos, es la esperanza de Alfredo para rehacer su vida en los próximos años.
Este asturiano de 55 años ha tocado fondo muchas veces, tantas que gran parte de su vida la ha pasado en prisión -"23 años" suma Alfredo entre todas sus condenas-. Su adicción a las drogas se mantenía atracando bancos y ,"en alguna ocasión, caía y lo pagaba". Afirma que ahora no ha vuelto "a caer" y que desde que salió por última vez de prisión -tras cinco años y nueve meses- ha encontrado la motivación por cambiar de rumbo en el Centro de Alojamiento de Urgencia 'Albergue Cardenal González Martín' de Toledo.
En este centro de Cáritas, Alfredo ha conocido a Nidia, una "gran amiga" a la que los "errores del pasado" le han llevado también a encontrarse sin hogar y a buscar otra oportunidad de salir adelante en este albergue que ambos afirman que les "da la vida". "No decimos el albergue, decimos casa", subrayan ambos.
Nacida en Portugal, Nidia se trasladó con su familia a Vicálvaro (Madrid) cuando tenía seis años. "Tengo una hija en Mora (Toledo), que vive con su padre y me vine aquí -desde Portugal, donde también pasó una temporada viviendo en albergues o centros de acogida- para estar más cerca de ella. Mi idea era que las cosas hubieran salido mejor, vine con un dinero ahorrado y esperaba haber encontrado trabajo, pero no fue así", relata Nidia sobre las circunstancias que le han llevado a acudir a este centro de Cáritas donde atienden cada año a unas 700 personas sin hogar, un 8% mujeres.
Nidia, que también ha sido víctima de malos tratos, llegó a este centro "con miedo" por lo que pudiera encontrar debido a las experiencias que tuvo en otros albergues donde otras personas "robaban o se drogaban en la puerta". No es lo que encontró en este centro ubicado en el Casco Histórico de Toledo, donde recuerda que fue "muy bien acogida",
"Me dieron esperanza"
"Se preocuparon por mí, me dieron esperanza. Enseguida haces lazos porque ves que hay personas con experiencias parecidas a la tuya, nos entendemos porque sabemos lo que hemos pasado", describe sobre su integración en el programa de Media Estancia que Cáritas ofrece en este centro con el objetivo de mejorar las habilidades sociales y laborales de personas sin ingresos económicos o apoyo familiar.
Su objetivo, es poder realizar algunos de los cursos de formación a través de los servicios que también oferta Cáritas en Toledo y a los que facilitan su inserción desde este centro, encontrar un trabajo en el que poder "estabilizarse", irse a vivir a "un piso compartido" o, si puede permitírselo, "alquilar una casa pequeñita", donde también pueda pasar tiempo con su hija. "Continuar adelante con otra cabeza, con otra mentalidad, para no cometer los errores el pasado", recalca Nidia.
En este camino, personas como Nidia y Alfredo requieren de atención, de empatía, de acompañamiento y orientación como la que le proporcionan los once trabajadores y 48 los voluntarios de este centro del albergue Cardenal González Martín, señala Virginia Rodríguez, coordinadora del Área de Personas Sin Hogar de Cáritas y trabajadora social de este albergue, que también es un centro para estancias diurnas y cuenta también con una psicóloga y un educador social.
Aunque este centro tiene sus puertas abiertas todo el año, con motivo del Día de las Personas Sin Hogar celebrado en los últimos días, ha querido estos días mostrar también "el hogar" que se encuentran las personas que llegan a él con el ánimo de rehacer su vida o, también, de encontrar un lugar en el que poder comer o hacer uso de otros de los servicios que ofrecen también a personas de paso -quienes pueden pernoctar dos noches-, personas sin hogar de Toledo o para estancias cortas de otras que esperan recibir ayudas con las que encontrar un alojamiento.
En búsqueda de piso
En el caso de Alfredo, están ayudándole a que pueda encontrar una habitación en un piso compartido, lo que puede pagar con el subsidio que recibe. Una tarea en la que lleva trabajando desde octubre y que no le está resultando sencilla en Toledo, donde ha pasado también tres semanas durmiendo en la calle por haber "faltado el respeto a un chico" en el centro de Cáritas, en el que se mantienen unas normas de convivencia y de conducta para que la gente pueda "estar a gusto y haya un buen ambiente", destaca Rodríguez.
Cuenta Alfredo que en estos días en los que volvió a "tocar fondo" durmiendo en unos cartones entre la cristalera de un edificio en la plaza de Padilla, con manta y comida que sí le proporcionaron en el centro pasó "frío, falta de compañía, soledad, otra vez, pero no caí en la droga". No obstante, recuerda con agrado el trato que le ofrecieron los guardias de seguridad del mismo, quienes le ofrecían "café o un bocadillo". En este sentido, también menciona la cercanía que mostró un vecino de Toledo que "no se deja ver", que se acercó a él uno de los días que pasó en la calle, le saludó, le dio la mano y comenzaron a charlar. "Un señor que siempre va con una sonrisa en la cara. Me consiguió un saco de dormir, camisetas térmicas. Le dije que no gastara dinero", describe Alfredo sobre "un amigo" que es "funcionario y que dice que es un privilegiado", y a quien quiere destacar en contra de otras personas "a las que les de las buenos días y ni responden".
"Valoramos la motivación al cambio, no es un centro solo para obtener una cama y un plato de comida"
La coordinadora del Área de Personas Sin Hogar de Cáritas explica que lo primero que hacen con cualquier persona que llega al centro con la intención de alojarse es una entrevista inicial con la que valorar su situación y establecer el tipo de estancia que puede tener. En este proceso, también valoran derivarlas a centros especializados de Cáritas para atender a personas que, por ejemplo, puedan presentar problemas de salud -como el de Puertollano-. En total, en todos los centros de la región, atendieron a unas 3.000 personas el pasado año.
Un gran porcentaje de las personas sin hogar que acuden al albergue de Toledo, "entre el 70 y el 80 por ciento", presentan algún tipo de adicción a las drogas y a quienes les ofrecen poder acudir a la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam).
"Valoramos la motivación al cambio, esto no es un centro solo para obtener una cama y un plato de comida. Lo que intentamos es la promoción personal. Ponemos a la persona en el centro, es la que tiene que dar sus pasos para salir. Si pasan dos días aquí y vemos que no tienen motivación a dejar de consumir ni a trabajar, pues tienen que dejar el centro", lamenta Rodríguez, que apunta que es "difícil decir a alguien que no puede quedarse".
En este sentido, remarca que a la gente que tiene problemas de consumo les dan posibilidades: "ofrecemos una necesidad básica para acceder a un centro para tratarlo en profundidad". Debido al consumo, también hay personas que comienzan el programa de Media Estancia -para el que destinan siete camas y establecen un tiempo máximo de un año de estancia- a las que tienen que expulsar del centro. De este programa, dice la trabajadora social, alrededor de un "60 por ciento" consigue encontrar una salida.
El objetivo, dice la responsable, es que las personas que llegan al centro puedan salir "de forma autónoma e independiente", aunque cuando la inclusión laboral resulta difícil, Cáritas también les proporciona ingresos mínimos solidarios. "Muchas veces lo tienen muy difícil para acceder a una vivienda y a un empleo. Requiere preparación", dice Rodríguez, que señala que también acogen a solicitantes de asilo político, muchas personas inmigrantes, gente que tiene problemas "puntuales" tras haberse quedado sin trabajo o haberse divorciado. También van personas que viven en casas abandonadas y acuden al comedor social del albergue o a hacer uso de las duchas, el servicio de lavandería o de los ordenadores con acceso a Internet.
Se trata del único centro que hay en Toledo de estas características y que trabaja en la "búsqueda de otra oportunidad" para las personas que llegan a él, cumpliendo una función "de hogar en el que devolver la dignidad", cubriendo necesidades básicas como la ropa, la medicación o "un plato de comida caliente" como el que Nidia pone como ejemplo mientras añora su humilde infancia y comprende cuando su madre le intentaba hacer ver la importancia de "cosas a las que no les das el valor que tienen".