“Es una crisis humanitaria. No podemos hacer nada. Nos viene grande”. Con estas palabras, el personaje interpretado por Dani Rovira en ‘Mediterráneo’ trata de disuadir al que encarna Eduard Fernández de seguir con el rescate de personas en las aguas desde Turquía hasta la isla griega de Lesbos. Este último da vida en la ficción a Óscar Camps, el director de Open Arms. Y la película demuestra que una crisis como la que se vivió en octubre de 2015 entre esos dos países no viene grande a nadie, salvo a aquellos que quieran mirar para otro lado. Narra la fundación de esta ONG de rescate y ayuda humanitaria hace seis años y se ha presentado en el Festival del Cine y la Palabra (CiBRA) de Toledo, con el que colabora elDiarioclm.es
Con motivo de su competición en la Sección Oficial, hablamos con Óscar Camps, quien ha acudido a la ciudad para presentar la película, de la que es coguionista, y a participar en unas jornadas sobre cine y educación. Reconoce que cuando surgió el proyecto de esta historia, dirigida por Marcel Barrena, pensó que era una broma y que no llegaría a ningún lado. “Pero iba en serio y al final hemos conseguido una película muy formadora porque siempre hemos creído que el audiovisual, el cine, es una forma de comunicar muy directa”.
A este respecto, considera que ‘Mediterráneo’ ha surgido como un mecanismo para “combatir el discurso que lamentablemente impera en la calle sobre derechos humanos”, una “herramienta que ojalá llegue más allá de los cines, que llegue hasta las personas y que se tenga una idea clara de todo lo que está ocurriendo”. Porque se trata de una historia real, de algo que realmente pasó, y que sucedió en un contexto global que “sigue repitiéndose”.
Camps reconoce que al principio se asustó con el hecho de que se narrara su vida personal, pero considera mucho más importante el papel de los más de 1.000 extras, sirios y afganos de campos de refugiados, que participaron en la película. “Fue sobrecogedor y angustioso verlos haciendo algo que es ficción pero que al mismo tiempo era lo que habían vivido. Subirse a las embarcaciones y estar un campo de refugiados que es como en el que viven, pero que en realidad es algo creado para el rodaje”.
Es cierto que ‘Mediterráneo’ es mucho más que la historia de la fundación de Open Arms. En aquel otoño de 2015 el flujo migratorio llegó a alcanzar las 900.000 personas y, después, en marzo de 2016 se rubricó la firma del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía con 6.000 millones de euros sobre la mesa. “Se cierra la frontera, que se utilizó como negocio, pero el flujo en el Mediterráneo sigue abierto, no cesan las llegadas de refugiados desde Siria y Afganistán, siempre han estado ahí, con o sin pandemia”, destaca.
Otra muestra de ello es la actual crisis de refugiados en las fronteras de Bielorrusia y Polonia. Un ejemplo más de los derechos humanos como moneda de cambio. “Es lamentable lo que ocurre en territorio europeo. Y no solo en Grecia, donde hay personas llevan años detenidas en campos de refugiados, que carecen de cualquier tipo de asistencia y es territorio europeo. Lo que ocurre en la frontera con Polonia es horrible y debería indignarnos muchísimo más de lo que nos indigna”.
"En aguas internacionales no hay nadie ilegal o irregular"
En este punto se muestra muy crítico con el “lenguaje tendencioso” que utilizan algunos medios de comunicación para generar opiniones en esta nueva crisis. Y pone como ejemplo el hecho de que se busque crear la idea preconcebida “de que son ilegales, de que intentan invadir”. “Por ejemplo, en aguas internacionales no hay inmigrantes, las aguas internacionales son internacionales y no hay que tener muchos estudios para saber que son de todos y que no hay nadie ilegal o irregular”.
Por eso remarca parte del discurso que se defiende en la película: “Son personas que están a la deriva. Luego ya veremos su situación cuando se las rescate y estén en tierra. Pero mientras tanto, son vidas en peligro. No se puede decir que son ilegales. Por eso apelo a que cada uno tenga su propio criterio, su propia información. Si solo vemos lo que tenemos delante, se pondrá en situación crítica al vulnerable porque parecerá que son criminales, cuando solo huyen para llegar a un lugar seguro, solo piden ayuda humanitaria”.
“Esto son derechos fundacionales de la Unión Europea y no vienen de muy lejos, por lo que deberíamos ser un poquito más exigentes con ellos porque es lo único que nos queda, tener derechos básicos y fundamentales que no se están respetando”, agrega.
Pero, ¿cómo combatir ese discurso cuando se propagan los mensajes de la extrema derecha contra la migración? El fundador de Open Arms opina que “cuando faltan estadistas y referentes sociales, hay que pensar en la cantera”. Se refiere así a la necesidad de “encumbrar unos principios y una ética” en los más jóvenes. “Debemos ser conscientes de la necesidad de educar bien porque esta generación no lo ha hecho bien. Tenemos que apostar por los que vienen, por los nuevos”.
“Somos 7 millones los ‘baby boomers’ que desapareceremos del mercado laboral en diez años y yo quisiera saber dónde están los siete millones que nos tienen que sustituir, que serán médicos, enfermeros o abogados. ¿Dónde los tenemos? ¿Qué va a pasar?”. Según afirma, esa generación decidirá “el bache, la economía y el futuro”. Pero de momento, apunta que el cine, en películas como ‘Mediterráneo’ puede servir para “buscar respuesta a esa realidad que queremos”.