¿Conocen ustedes un banco que se anuncia en televisión como el banco no banco? Pues en Toledo hemos tenido un político no político: Julio Comendador. Sí, "un político no político" porque lo que he visto choca con la percepción habitual que tengo de un político.
Han pasado ocho años desde aquel programa de Salvados grabado en el bar Tío Cuco de Barcelona. En aquel debate entre Pablo Iglesias y Albert Rivera, moderado por Jordi Évole, muchos españoles sentimos que estábamos ante una oportunidad de cambio en la política española. ¿Por qué? Si Podemos y Ciudadanos decidían unir fuerzas para hacer un bloque parlamentario (que no grupo parlamentario) para la regeneración democrática, podían presentar juntos propuestas y empujar a PP y PSOE a sumarse a la ola reformista que demandaba la ciudadanía a comienzos de la década de 2010.
El tiempo nos ha demostrado que Podemos y Ciudadanos se han quedado muy lejos de sus metas, pero ambos partidos nos han traído durante unos años algunos políticos verdaderamente dispuestos a hacer algo distinto a lo que venía siendo habitual en la actividad política de España desde que se restauró la democracia durante la Transición.
El lunes 27 de noviembre 2023 salió publicado en La Tribuna de Toledo que el doctor en ingeniería y ex-diputado provincial Julio Comendador ha sido noticia por haber ganado a la Diputación Provincial de Toledo una demanda judicial por la vía contencioso-administrativa. Ha ganado un litigio que él mismo inició porque defendió sus derechos como diputado provincial ante el abuso de poder del entonces presidente de la Diputación, el mismo presidente que le llamó “carroñero” por unas supuestamente falsas acusaciones hechas por Comendador; aún todavía se espera esa demanda judicial de Álvaro Gutiérrez contra el entonces diputado de Ciudadanos.
En Toledo hemos tenido un político que ha sido cuatro años concejal y diputado provincial, cuatro años en los que ha estado comprometido con los toledanos y con su partido político (jamás verán una sola crítica en declaraciones públicas sobre la errática estrategia de Ciudadanos desde 2018 en adelante, a pesar de los deméritos de Albert Rivera e Inés Arrimadas para dirigir el partido a escala nacional). Si tan comprometido no hubiera estado, no habría sacado los casi 2.000 votos con los que la lista electoral de su plataforma de electores Primero Toledo rozó la obtención de un escaño en el ayuntamiento de Toledo.
Comendador podría haber sido un político más, haber sido un diputado que pasaba por ahí sin pena ni gloria, haber hecho desde su escaño intervenciones insuficientemente preparadas o estudiadas (a riesgo de dejarse a sí mismo o a su grupo municipal en ridículo), haber cobrado por cada pleno al que asistía y callarse ante determinados temas incómodos que PP y PSOE no querían tocar.
Lo dijo Julio Anguita: “un político tiene que estudiar, necesita horas para reflexionar, para eso le pagan”. Un día aproveché para preguntarle cuántas horas dedicaba a estudiar temas relacionados con su ocupación política. Su respuesta: 3 ó 4 horas diarias. Ah, por cierto, no solamente estudiaba temas relacionados con su actividad política, sino también una segunda carrera universitaria a través de la UNED (Universidad Nacional de Estudios a Distancia).
Estoy muy orgulloso de sus cuatro años como concejal, haciendo oposición constructiva, representando con conciencia a sus votantes, dando caña y pidiendo explicaciones sin faltar el respeto en sus formas o en su discurso. Guardo con cariño y con orgullo las elogiosas palabras del concejal Txema Fernández (de Izquierda Unida) hacia él y los otros dos concejales de Ciudadanos en la legislatura 2019-2023: “Esteban Paños, Araceli de la Calle, Julio Comendador, hacen una labor que da gusto con ellos”.
Sí, sé que la política municipal no funciona de la misma forma que la política nacional por una cuestión de cercanía hacia el ciudadano y de cercanía entre concejales, pero, por desgracia, en ocasiones hay decisiones de los partidos en clave nacional que interfieren en clave municipal e impiden esa beneficiosa consecuencia del parlamentarismo: la mezcla de programas electorales.
Su etapa como político terminó y decidió retomar su carrera profesional. He ahí otra faceta en la que no parece un político habitual: cesó en su cargo y volvió al lugar donde trabajaba. Lo fácil y cómodo habría sido buscar un chiringuito político o un puesto de concejal pero, una vez más, optó por el camino que le marcaba su conciencia: trabajar, como cualquier ciudadano de bien.
Gracias, Julio, por estos cuatro años. Te echaremos de menos
Artículo de opinión de Ignacio Cancer, amigo de Julio y profesional del sector turístico