Hace unas semanas la alcaldesa mantuvo una reunión informal en el Corralillo de San Miguel con un grupo de familias para hablar de las posibles mejoras de este parque. Varias de esas madres y padres habían movido previamente un escrito en el que solicitaban un conjunto de medidas que piensan podrían mejorar sustancialmente un espacio privilegiado del Casco que sin embargo parece no haber sido pensado para su uso infantil, por la escasez de infraestructuras, de luz, de sombra, de agua.
El Corralillo de San Miguel, conocido entre las familias como el Bu por la terraza concesionaria que en él hay y que es responsable de su conservación, aúna una gran cantidad de niños de distintas edades. Muchos de ellos del colegio público del Casco, cercano al mismo, San Lucas y María, de manera que el parque se convierte en un lugar de encuentro para todos.
En la reunión se habló del parque, por supuesto. La alcaldesa, Milagros Tolón rápido lo zanjó: “Vamos a aplicar un plan de zona infantil en este espacio”. Los allí presentes recalcamos que no aspiramos al despliegue de grandes columpios costosos, que alguno algo más sofisticado de lo que hay tampoco vendría mal, sino más bien a aprovechar los recursos y desarrollar un espacio sostenible y agradable para la convivencia de residentes y turistas. Hablamos de infraestructuras sencillas pero entretenidas, de fuentes prácticas, por ejemplo de chorro vertical que pueda refrescar a todo aquel que por allí pase a partir de los meses de calor que como sabemos no son pocos en esta zona, de sombras, de iluminación, para que la llegada de la noche no suponga una escapada del parque.
Fue curioso confirmar que las demandas de los padres que comenzaban este año a utilizar el parque coincidían con las que en su momento hacíamos las familias de niños cinco años mayores, que a su vez en su momento hicieron los padres de los niños que ya están en el instituto. El tiempo pasa, pero el Casco y sus parques se detuvieron en algún punto del calendario para no avanzar.

Se habló de la oportunidad que supondría para Toledo tener en el Casco una buena zona infantil, que le permitiera presumir de su sello de ciudad de la infancia, y al tiempo que sirviera como disfrute para los vecinos y como reclamo turístico. El Corralillo sería un lugar ideal para ello. Los residentes en el Casco asumimos el turismo como una importante fuente de riqueza que hay que cuidar, pero pensamos que su cuidado y regulación se puede hacer de otra forma, que la mejora de ciertos servicios con un enfoque integral sería beneficioso para todos.
Milagros asumió todo lo expuesto y lo zanjó de manera reiterada con un “sí, ejecutaremos un plan de zona infantil”. Al cerrar este tema, confiando en que se idee y ejecute un plan sostenible de zona infantil que atienda a lo demandado por tantas familias para este peculiar parque, se abrió el melón del Casco. “¿Algo más?” fue la pregunta de la alcaldesa. Fue un abrir la mano para cogerla el brazo, porque sí, todos los vecinos del Casco tenemos la sensación de que son muchas las cosas que este distrito necesita por parte del ayuntamiento.
Hablamos de otros espacios de ocio, como el Paseo del Carmen, una oportunidad de lugar para pensar en una zona para jóvenes con un rango de edad quizás a partir de los 10 años. Alguna cancha más para otro deporte alternativo, algunas mesas fijas para jugar al ping pong y unas cuantas barras de calistenia harían de él un estupendo espacio de ocio para unos jóvenes que invaden los parques infantiles porque carecen de lugares pensados para ellos.
Hablamos de la limpieza de los parques, del parque de la piscina cubierta que sufre los excesos de los jóvenes los fines de semana, de los toldos del patio del CEIP San Lucas y María, negados reiteradamente por razones paisajísticas, pero que la alcaldesa aseguró esta legislatura se comprometía a permitir ponerlos, a las propias instalaciones del único colegio público del Casco.
Hablamos del tema esencial para revitalizar el Casco, la vivienda, de la necesidad de regularla y facilitar su acceso a familias. De atraer a las familias para vivir en el Casco, de aprovechar sus bondades, que no son pocas, y ayudar a compensar las dificultades que el barrio presenta, como es el precio de alquiler y venta. Hablamos de la problemática de fondo, y de la necesidad de hacer uso de las herramientas que se tienen para apostar por el futuro vivo de este distrito. Recalcó la alcaldesa la inversión que el ayuntamiento hace en él, pero le hicimos ver que los vecinos percibimos esa inversión dirigida principalmente al turismo, olvidando las necesidades de los vecinos.
Nos habló de un plan del Casco. Y sí, eso pensamos que necesitamos, un plan para coordinar las acciones, que no sean aisladas y que todas ellas estén caracterizadas por un enfoque estratégico regido por el bienestar de la infancia, porque pensamos como Tonucci, que una ciudad buena para los niños es una ciudad buena para todos, la sostenibilidad ambiental, verde y fuentes, el cuidado intergeneracional, un comercio de cercanía. Hablamos pues de un plan para poner al Casco, al ciudadano de a pie que en él reside, a su comercio, a quienes damos vida a este barrio, que es el corazón de la ciudad, por encima de los intereses individuales de determinados sectores y familias influyentes. Hablamos por tanto de democracia, equidad y bienestar.
Hablamos también de dificultades y oportunidades. La legislatura que ahora se cierra ha sido complicada para un ayuntamiento que ha tenido que lidiar con una pandemia y con filomena. El periodo que se abre ahora es desafiante pero esperanzador. Llegará en breve una elevada inversión de fondos europeos para compensar las consecuencias de la pandemia. La forma de aplicarlos será decisiva para situar a Toledo entre las ciudades que cuidan de sus ciudadanos con las herramientas que nuestro tiempo nos ofrece y preparando a la ciudad al nuevo entorno que nos plantea este siglo, o hacer lo de siempre y dejarla anclada en el pasado, con el consecuente abandono que ello implica para sus ciudadanos.
Con ese plan del Casco, que ojalá integre las necesidades reales de los ciudadanos y se ejecute, no se quede en un cajón del ayuntamiento, cerramos la reunión con la alcaldesa. Confiando en que dentro de 5 años podamos juntarnos esos padres de distintas generaciones y hayamos dejado de tener en común las mismas demandas que se mantienen intactas de lustro en lustro. Ojalá este lustro, esta legislatura, sirva para invertir esta tendencia, y podamos juntarnos para celebrar las mejoras de un barrio estratégico para Toledo y único en España y en el mundo.