Hace unos días la prensa local comentaba la noticia del proyecto de instalación en Toledo de una planta fotovoltaica, con dos estaciones generadoras de electricidad y el tendido de una línea de transporte de esta energía entre ellas y desde la estación prevista en Valdecaba, en las inmediaciones del polígono industrial, hasta la localidad madrileña de Leganés, como estación final para evacuación de la energía a la red Eléctrica Española. El proyecto ha sido publicado en el BOE nº 13, de 15 de enero de 2022, como Anuncio del Área de industria y Energía de la Delegación del Gobierno en Castilla-La Mancha a efectos de información pública para solicitud de Autorización Administrativa Previa y Declaración de Impacto Ambiental de las instalaciones previstas.
Realmente, el proyecto presentado llama la atención por sus dimensiones y consiguiente impacto sobre el territorio, 660 Ha dentro del término municipal de Toledo, lo que justifica la alarma de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas sobre posibles daños a valores paisajísticos de la ciudad, y provoca inquietud teniendo en cuenta que la ciudad fue declarada Monumento por decreto de 1940 y que esa declaración se refiere al conjunto de la ciudad, de la que su entorno es parte fundamental. No se puede olvidar que sus valores paisajísticos fueron determinantes para la inclusión de Toledo en la lista de Bienes Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986. En ese sentido, estamos seguros que desde la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y desde las concejalías de Cultura y de Urbanismo del Ayuntamiento no se desconocen las “Recomendaciones sobre el Paisaje Urbano Histórico” (PUH) del Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO, y la función del patrimonio y la cultura como ejes del desarrollo sostenible, tal como se determinó en la Conferencia Hábitat III en Quito, del 17 al 20 de octubre de 2016, en contradicción con la gestión despilfarradora del paisaje que supondría la aprobación del proyecto con sus dos grandes instalaciones de paneles solares: una en Zurraquín y otra en Valdecaba.
La operación que se propone acometer dentro del municipio de Toledo llama así mismo la atención porque sus posibles beneficios desde el punto de vista de generación de energía limpia, una vez descontados los costes medioambientales de fabricación de los paneles solares y sus impactos negativos sobre el territorio, salgan no solo de la ciudad sino de la provincia de Toledo en dirección a una estación recolectora en el municipio de Leganés para volcar la energía obtenida en la Red Eléctrica Española (REE) y darle entrada así en el mercado con beneficios para la empresa responsable del proyecto. Es decir, según el proyecto, la ciudad de Toledo asumirá los costes medioambientales, paisajísticos y patrimoniales derivados de la instalación del complejo fotovoltaico que se presenta, y sus únicos beneficios serían los resultantes del pago de los correspondientes impuestos por la construcción y funcionamiento al Ayuntamiento por su ubicación dentro del municipio. Y si se trata de beneficios económicos y sociales para la población, entre ellos de empleo, serían mínimos, los correspondientes al funcionamiento y mantenimiento de cualquier la instalación de esta naturaleza, siendo sólo importantes los de la fase de montaje.
Según el proyecto, la planta de Zurraquín ocupará una superficie de 114 Ha y generará 44,3664 MWp, sobre suelos de la plataforma cristalina de los Montes de Toledo y de uso no urbanizable según el PGMOU de 1986, de valor ecológico y ambiental, con considerable biodiversidad. La otra planta, la de Valdecaba, se extenderá sobre una superficie de 399 Ha con potencia generadora de 180,6246MWp, en niveles de terraza fluvial, al este del polígono industrial y cerca del mismo, también con valores medioambientales y de biodiversidad, pero ahora en relación con la proximidad del río Tajo y los Saladares de Villasequilla. Sin entrar en muchas precisiones, cualquiera puede suponer el impacto visual de los campos de paneles solares proyectados, a escasa distancia de zonas habitadas y junto a vías de acceso a la ciudad, actuando como carta de presentación para una Ciudad Patrimonio de la Humanidad que cuenta con los valores paisajísticos como uno de sus principales atractivos para el turismo y que son soporte de identidades colectivas, conforme al Convenio del Paisaje Europeo que vela por la calidad del paisaje y que exige formas respetuosas para su gestión, de obligado cumplimiento tras su ratificación por el gobierno español el 26 de noviembre de 2007 (BOE de 5/02/2008) y posterior entrada en vigor el 1 de marzo de 2008.
Impacto visual
Como es normal en estas instalaciones, el impacto visual, con efecto espejo deslumbrante durante el día, es grande, y más con dos plantas que suman 660 Ha, unas 6 veces la superficie del Casco Histórico. La planta de Zurraquín será muy visible desde las urbanizaciones del entorno, desde Guadamur y, sobre todo, desde Argés, en una cota más alta y con un horizontes despejado hacia el norte de la meseta cristalina de Toledo, además desde la CM 401 y la CM 40. En la planta de Valdecaba, el impacto visual sería mayor para la ciudad de Toledo, visible desde las N 400 que la atraviesa y desde la A 40, y por supuesto, desde zonas del polígono industrial, así como desde Azucaica, Mocejón, Algodor, e incluso desde la ciudad, puesto que se ubica en la prolongación hacia el este de uno de los conos de protección de paisaje de las Instrucciones de la Dirección General de Bellas Artes de 1968. La primera imagen que recibirán todos los que lleguen a la ciudad por la N 400, será un campo de paneles solares de 114 Ha de superficie, y al fondo, en la distancia, la vista de Toledo protegida por la legislación de patrimonio.
Las instalaciones destruirán también cobertura vegetal, con desaparición de cultivos y de zonas de pastizal erial, y afectarán a la fauna, sobre todo a las aves, entre otras cosas por colisión y electrocución con la red área de alta tensión que dibujaría un semicírculo desde la dehesa de Zurraquín a la finca de Valdecaba, entrando en terrenos de Argés, Cobisa, Burgillos y Nambroca. Son daños inevitables, por más que se tenga en cuenta el Real Decreto 1432/2008, de 29 de agosto, que establece medidas para la protección de la avifauna contra la colisión y la electrocución en líneas. Por esas razones, la práctica generalizada aconseja la ubicación de las grandes plantas fotovoltaicas lejos de los núcleos de población y de zonas con valores medioambientales, paisajísticos y patrimoniales tan importantes como los de Toledo, solo considerados en el proyecto a efectos puntuales, pero nunca en relación con lo fundamental, lo que supone su instalación en una Ciudad Patrimonio de la Humanidad, con valores paisajísticos y medioambientales singulares, como ya ocurrió antes con la aprobación de un Parque Temático en Zurraquín, ahora colindante con una de las dos estaciones fotovoltaicas.
En este contexto, dados los valores medioambientales, paisajísticos y patrimoniales que se ponen en peligro, estamos seguros de que las autoridades no permitirán su instalación dentro del término municipal y que aconsejaran otras ubicaciones a la empresa solicitante, incluida la que se presenta fuera del mismo de manera alternativa en el proyecto. La ciudadanía no entendería la ocupación de una superficie total de 660 Ha por paneles solares y la creación de una red de alta tensión entre ellas dispuesta en semicírculo por el sur de la ciudad, atravesando zonas de valor ambiental y paisajístico, y con daños a la biodiversidad, y menos cuando toda la energía será conducida hasta el municipio madrileño de Leganés sin repercusión en el aprovisionamiento de energía limpia para la ciudad. La aprobación del proyecto dentro del término municipal contrastaría con las estrategias de sostenibilidad que estimulan el autoabastecimiento de los ciudadanos y el apoyo a medidas para instalar estas tecnologías en nuevos edificios, reduciendo los daños medioambientales provocados por las grandes instalaciones fotovoltaicas, dentro de la Directiva de la UE 2018/2001 que establece como objetivo para 2030 un mínimo del 32% del consumo general de energías a partir de fuentes renovables y del 14% en el caso del transporte.
"Islas de calor"
Tampoco se puede ignorar que las grandes instalaciones fotovoltaicas actúan como auténticas “islas de calor” por la energía que acumulan del sol y que a su vez irradian. Las autoridades deberían de tener en cuenta, especialmente en el caso de la planta de Zurraquín, que las 114 Ha previstas provocarían un calentamiento del aire que ocasionaría aumento de las temperaturas medias sobre la ciudad al estar al sur de la misma y ser predominantes lo vientos de componente suroeste a lo largo del año. Si se aprueba el proyecto se estaría perjudicando también la calidad de vida de los ciudadanos y se agravaría el aumento medio de las temperaturas de la zona en los últimos años, como demuestra la AEMAT. De ese modo, se vulnerarían los compromisos internacionales de la Cumbre del Clima de París de 2015 para mitigar los efectos del cambio climático y del Pacto Verde de la Unión Europea, dirigido a impedir el aumento medio de las temperaturas, para lo que se apoyan programas activos de naturalización, de aumento de superficies verdes, incluidas fórmulas de agricultura urbana que actúan simultáneamente como sumideros naturales de CO2.
A diferencia de lo que se hace en otras ciudades, en Toledo no se favorece la reforestación del entorno con especies autóctonas, la recuperación del bosque mediterráneo y el aumento de superficies agrícolas, lo que permitiría mejorar sus condiciones medioambientales y aumentar la biodiversidad. Las actuaciones realizadas y las previstas en las Modificaciones Puntuales 28, 29 y 30 del PGMOU de 1986 se orientan en sentido inverso, favoreciendo la artificialización del suelo, con desaparición de vegetación y pérdida de biodiversidad, y todo eso sin beneficio para la calidad de vida del conjunto de los ciudadanos y la conservación de los valores paisajísticos. No obstante, es de esperar que el proyecto de instalación fotovoltaica dentro del término municipal de Toledo, denominado Planta Solar Fotovoltaica La Campiña, no cuente con la aprobación final de las autoridades regionales y municipales por las múltiples razones expuestas, y que las operaciones especulativas justificadas con la reducción de emisiones de CO2 a la atmosfera sean desplazadas hacia ubicaciones más apropiadas, menos lesivas para la naturaleza y el patrimonio, lo que es factible en otras áreas de la Comunidad de Castilla La Mancha, la tercera de las regiones españolas por superficie, con 79.463 Km2, y con una de las densidades de población más baja de España, 26 habitantes por km2.
Antonio Zárate Martín, geógrafo y miembro de la plataforma 'Toledo, Sociedad, Patrimonio y Cultura'