Juan Tordesillas Arellano y Críspulo Aguado Ballesteros, dos vecinos de Olías del Rey que fueron asesinados en el campo de exterminio de Gunsen en 1941 -con 36 y 29 años-, han recibido un emotivo homenaje en su localidad natal más de 80 años después de su muerte. Sus nombres estarán para siempre en una calle del municipio toledano gracias a dos nuevos Stolpersteine, un proyecto global que recuerda a las personas que fueron deportadas y asesinadas por el nazismo.
Estos adoquines, o 'piedras del recuerdo', han sido creados por el artista alemán Gunter Demnig, impulsor de la mencionada iniciativa. Su instalación en Olías ha sido posible gracias a la investigación y al empeño de Chus Tordesillas, sobrina y nieta de los fallecidos. "Hoy estamos aquí para cerrar heridas, porque mi abuelo y mi tío nacieron en Olías del Rey y con este acto siento que vuelven a estar con nosotros", trasladó en el homenaje en el que decenas de familiares, amigos y vecinos del municipio acompañaron a ella y a su tía Juana.
Durante años, como en otras tantas familias represaliadas por el franquismo o en este caso el Holocausto nazi, el silencio hizo desconocer muchas historias de vida de quienes luchaban por la defensa de la libertad y el cruel destino que tuvieron. Así ocurrió también con estos dos olieros. Cuando Chus tenía 12 años descubrió que la tumba de su abuelo -Juan- estaba vacía. "Había una lápida con el nombre pero él no estaba. Eso me hizo daño y empecé a preguntar, aunque mi abuela no quería hablar de esto", recuerda.
Su padre, quien prácticamente no tuvo recuerdos del suyo, ya al final de su vida comenzó a tomar interés por dar a conocer la historia de su padre y su hermano tras leer el libro 'Los últimos españoles de Mauthasen'. "Me dijo que alguien debería sacarlo a la luz. Me dejó este triste o bonito legado", traslada Chus en conversación con Toledodiario.es, al tiempo que recuerda que, muchos años antes, su tío Anastasio -hermano de Críspulo- era el único que les contaba en voz baja a ella y su hermano, siendo niños, lo que realmente había ocurrido con sus familiares.
"Verdaderamente hemos conseguido devolverles la dignidad, su nombre, que todo el mundo lo sepa. Es la única manera de que esto no vuelva a pasar. La otra forma es pensar que habían desaparecido mágicamente. Y no fue así; fueron asesinados en el Holocausto", explica Chus, que describe con detalle la historia de ambos en un díptico que repartieron también en el homenaje que se hizo el pasado 2 de diciembre.
Hemos conseguido devolverles la dignidad, su nombre, que todo el mundo lo sepa. Es la única manera de que esto no vuelva a pasar"
Además, subraya la nieta y sobrina de las víctimas, han logrado que se conozca la historia de ambos, "sobre todo en su pueblo, que es donde era más desconocida". "El día de la colocación -de los adoquines- había gente que me conoce de toda la vida, amigos íntimos de mis padres que no conocían esta historia", expone como ejemplo del punto hasta que este tema se hizo tabú.
En Mauthausen descubrió dónde vivió su abuelo en Olías
La historia de ambos, una vez ambos salieron de España junto a otro vecino de Olías -Hilario Mesa, quien llegó a regresar al pueblo tras la instauración de la democracia- fue "relativamente fácil de construir porque hay datos". "Lo imposible ha sido desde que salieron de su casa hasta que cruzaron la frontera. Es una tarea pendiente", señala Chus, que en un reciente viaje familiar al campo de concentración de Mauthausen descubrió el domicilio que tenía su abuelo en Olías del Rey gracias al archivo que se conserva.
En la documentación del largo periplo que tuvieron su tío y su abuelo desde que se marcharon en 'la Retirada' de 1939, tal y como hicieron medio millón de españoles, detalla que todo lo que habían pasado en la guerra civil "no sería nada comparado con los dos años que les quedaban de vida". Ambos recalaron en campos de prisioneros, habilitados en las playas francesas del Rosellón para los militares republicanos españoles exiliados.
Con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial trabajaron en régimen de esclavitud en varias ciudades del país vecino y se convirtieron en prisioneros de la Alemania nazi. Fueron internados en el campo de prisioneros de guerra Frontstalag 140 en Belfort (Francia). De allí fueron trasladados al Stalag XI-B, ya en Alemania. Abandonados a su suerte por el franquismo, el 27 de enero de 1941 llegaron a Mauthausen, en Austria, donde permanecieron dos meses hasta que fueron trasladados al campo de exterminio de Gusen.
Allí llegó "el comienzo de su final". En noviembre de 1941, la mayoría de españoles prisioneros murieron en este campo con un clima terrible, con temperaturas de hasta -29 grados. "Esto, junto al trabajo forzado, las enfermedades y la falta de comida, hizo imposible su supervivencia", recoge sobre este episodio de la historia en el que más de 7.500 españoles pasaron por el campo de Mauthausen o algunos de sus aledaños como Gusen. Más de 4.800 fueron asesinados, entre ellos Juan -el 16 de noviembre- y Críspulo -el 19 de diciembre-.
Este acto de homenaje, recuerda Chus, se comenzó a gestionar antes la pandemia, con la predisposición de llevarlo a cabo por parte del Ayuntamiento de Olías del Rey y de su alcaldesa, Charo Navas, quien recalcó durante esta iniciativa "simboliza el regreso de Juan y Críspulo a su hogar, a Olías del Rey".
"Con estas placas queremos recuperar su memoria. Nunca regresaron, pero sirva su muerte para poder estar hoy aquí, haciéndoles este reconocimiento y alzando la voz por ellos y por todos los que han luchado por la libertad en este, su pueblo, su país", manifestó Navas en el emotivo encuentro.
En él también recordaron que el primer Stolperstein fue colocado en 1996 y hoy hay instalados más de 275.000 en más de 30 países europeos. Cada piedra es tallada a mano por el artista que tiene ya 75 años. La gran mayoría de ellas han sido colocadas por el propio Demnig. En la provincia de Toledo, Olías del Rey se convierte en el segundo municipio, tras Camuñas, en el que se pueden encontrar estas 'piedras del recuerdo'.
Ochenta y dos años después, en un punto intermedio entre las calles Honda y Venta de Arriba, donde se encontraban los domicilios de ambos, los nombres de estos dos olieros que salieron de su pueblo "para defender la libertad, la de su familia, la de sus convecinos y la de todos los españoles y españolas de entonces y de ahora", podrán ser por fin reconocidos y recordados para siempre.