La construcción patriarcal del pasado encasilló a Teresa Enríquez como 'la Loca del Sacramento' o incluso como 'la Boba de Dios'. Sin embargo, esta mujer (1450-1529) invirtió buena parte de su vida, así como la fortuna que atesoraba, en convertir un pequeño pueblo de apenas 500 habitantes a finales del siglo XV en la primera villa quinientista de España, dotándolo de monumentos que han sido fiel reflejo de su espíritu humanista.
Hija del Almirante de Castilla, Alonso Enríquez, y María de Alvarado y Villagrán, Teresa Enríquez llegó a Torrijos (Toledo) con su esposo, Gutierre de Cárdenas -contador mayor de los Reyes Católicos y alcalde de Toledo-, después de que este adquiriera la villa al Cabildo de Toledo en 1482. Diez años más tarde, ambos impulsaban la construcción del monasterio franciscano de Santa María de Jesús, inspirado en el de San Juan de los Reyes (Toledo) y del que actualmente solo quedan los cimientos de lo que pudo ser un imponente monumento.
En esta época, gran parte del espacio de esta villa medieval amurallada, a la que se podía acceder a través de cuatro puertas, quedó vacía tras la expulsión de la comunidad judía. Un espacio de unas 20 hectáreas que, en poco más de dos décadas, Teresa Enríquez aprovechó para construir otro convento más, dos hospitales y una colegiata, ubicados en el actual casco urbano de Torrijos.
Tras la muerte de su esposo en el año 1503, Enríquez empleó el importante capital económico que atesoraban para dar rienda suelta a sus inquietudes personales, no solo con el levantamiento de estos monumentos que erigían "una ciudad de Dios" en esta villa ducal sino también con la creación de escuelas de música o medicina. Asimismo, se preocupó de proteger a los más desfavorecidos, sobre todo a los más pequeños, a huérfanos o a las mujeres que caían en la prostitución.
Entre 1503 y 1527, Enríquez fundó el convento de madres concepcionistas franciscanas sobre el antiguo palacio de Pedro I, construyó el Palacio de Altamira -en el que participó el arquitecto Alonso de Covarrubias- y levantó la Colegiata de Torrijos. Además, después de los episodios de pestes y hambrunas de esta época, entre 1519 y 1520 construyó dos hospitales: el de la Consolación -desaparecido- y el de la Santísima Trinidad, incluida en este la Capilla del Santo Cristo.
El primer hospital higienista de España
De todos ellos, actualmente se conserva la Colegiata, el Convento de la Concepcionistas y el Hospital de la Santísima Trinidad, sobre el que la consultora arqueológica Audema y la Escuela de Arquitectura de Toledo han llevado a cabo un proyecto de rehabilitación estructural entre noviembre de 2018 y el pasado mes de abril.
El proyecto, iniciativa del Ayuntamiento de Torrijos y para el que la Asociación Amigos de la Colegiata ha jugado un papel fundamental en la conservación de toda la documentación, nació también con el objetivo de recuperar la figura de "una mujer excepcional", señala Jorge Morín, director de Audema.
Enríquez era "una mujer culta, muy creyente", pero también "hipermoderna", que buscaba "los orígenes del cristianismo primitivo" con su preocupación por los más débiles, como los que acogió en este edificio considerado como el primer hospital higienista de España. Lo realizó siguiendo las técnicas arquitectónicas y sanitarias más modernas, contando para su funcionalidad con un cirujano, un mayordomo y seis oficiales que atendían a los enfermos.
"Lo importante no es solo que lo construya sino que también lo dota de rentas para su mantenimiento económico, que dura unos 280 años. Si no lo hubieran desamortizado seguiría funcionando", explica Morín sobre la evolución histórica del hospital, que se podrá visitar una vez lo permita la crisis sanitaria generada por la pandemia, aunque ya ha estado abierto al público durante las obras que han llevado a cabo.
Levantado sobre una antigua judería
Los trabajos arqueológicos que han realizado indican que el Hospital de la Santísima Trinidad y la Capilla del Cristo se habrían levantado sobre una antigua judería situada a las afueras de la villa, junto a la Puerta de Toledo, una de las cuatro que se ubicaban entre las murallas del recinto defensivo de Torrijos.
En este sentido, Morín subraya que han constatado la preexistencia de un espacio bajo medieval, orientado este-oeste, con atrio al sur y patio, lo que cuadra con la tipología habitual de las sinagogas hispanas. La adaptación a la muralla, aprovechando la judería que quedó vacía, explicaría la forma trapezoidal del conjunto.
El edificio se compone de amplías estancias en las que se segregaba por sexo a los enfermos que acudían al hospital, un patio, un claustro con dos alturas y una iglesia bien orientada que preside el conjunto. Mantuvo su función inicial hasta la invasión francesa, tras haber resistido al terremoto de Lisboa de 1755, y sufrió un importante deterioro a principios del siglo XX con los destrozos y el desmantelamiento que sufrieron muchos monumentos de Torrijos entre 1903 y 1907, detalla el arqueólogo.
Tras la Guerra Civil, las Hermanas de la Caridad de Santa Ana de Torrijos lo convirtieron en un colegio femenino, hasta que tuvieron que abandonar el edificio en 1976 debido al estado de ruina que presentaba. Ese año, el arquitecto Rafael Lobato reforzó los pilares que han permitido que se mantenga en pie hasta la recuperación estructural diseñada por la Escuela de Arquitectura de Toledo.
Una vez reforzado, la idea, "con buen criterio" por parte del alcalde, Anastasio Arevalillo, y el concejal de Cultura, Fernando de Miguel, es que este edificio prerrenacentista pueda ser un espacio que albergue múltiples actividades culturales como conciertos, exposiciones o pequeñas teatralizaciones, así como proyectos educativos que redunden en la Comarca de Torrijos. Un uso que, seguramente, habría firmado la propia Enríquez, de quien en el año 2029 se conmemorará el quinto centenario de su fallecimiento.