Suena el timbre que avisa del fin del recreo y el alumnado de 5º de Primaria del CEIP San Lucas y María de Toledo regresa al aula. Toca doble sesión de Lengua y Matemáticas, dos asignaturas que trabajan de manera conjunta mediante grupos interactivos en los que los propios estudiantes hablan entre ellos, llegan a acuerdos y resuelven el problema que se les plantea.
Cada grupo -de entre 4 y 5 alumnos-, cuenta con una persona voluntaria -en este caso tres madres y una estudiante de Máster de la UCLM- que refuerza de manera positiva la relación que mantienen durante las actividades que dirige y coordina el maestro de dicho curso -Fernando Damas-. Además, al terminar cada actividad valora también cómo ha trabajado cada grupo.
En esta sesión participativa se busca un permanente dinamismo. Cada 15 minutos los grupos cambian de mesa con el objetivo de mantener la atención en la actividad que realizan en cada una. Al final de la clase, son ellos mismos los que evalúan el comportamiento que han tenido y lo que han aprendido.
Esta forma de organizar el aula y de desarrollar la clase de dos asignaturas troncales es solo un ejemplo de las iniciativas que se incluyen en el proyecto Comunidades de Aprendizaje al que se acogió, entre otros centros de la región, el San Lucas y María en el año 2016. Este curso cumple 40 años como único colegio público del Casco Histórico.
De la mano de la trabajadora social del colegio Charo López, y del director, Álvaro Cirujano, conocemos cómo funciona esta propuesta organizativa y metodológica que impulsa la participación de toda la comunidad educativa y que "pretende transformar todo el entorno social del colegio". "El objetivo es la mejora del rendimiento académico, de la convivencia y de reducir las tasas de absentismo y fracaso escolar".
Escuela inclusiva, comunitaria y participativa
Este modelo transformador pone en común sus experiencias y estrategias en el X Encuentro Internacional de Centros de Comunidades de Aprendizaje que se celebrará durante dos días en Cuenca, este viernes y sábado, 20 y 21 de mayo. "Traes un montón de ideas y propuestas, tiene un valor extraordinario ver que esta idea de escuela inclusiva, comunitaria y participativa se va extendiendo", señala la trabajadora social.
Antes de implicarse en este proyecto, respaldado de manera oficial por la Consejería de Educación y que actualmente se lleva a cabo en un total de 15 centros educativos de Castilla-La Mancha -el del San Lucas y María es el único en Toledo capital-, conocieron cómo funcionaba el mismo en los colegios de La Paz (Albacete) y San Juan de Ávila, en Castellar de Santiago (Ciudad Real).
Para dar el paso definitivo llevaron a cabo un proceso de formación del propio profesorado y de las familias con el objetivo de presentar el proyecto y sensibilizar sobre esta iniciativa que se extiende durante cuatro cursos escolares. Después, evalúan cómo ha funcionado y el claustro y las familias deciden si extender otros cuatro años el mismo modelo. Así lo han hecho en el San Lucas y María.
"Nuestro centro ya contaba con familias participativas, así como organizaciones o asociaciones implicadas en las actividades del centro, por lo que hemos engranado aún más esa implicación que ya teníamos", destaca el director. En este sentido, Charo López explica que la Comunidad de Aprendizaje les ha dado "la posibilidad de sistematizar esas actuaciones que antes se hacían de manera más dispersa".
YMCA, Cruz Roja, Servicios Sociales del Ayuntamiento, el IES Sefarad -su instituto de referencia-, la Fundación Ortega y Gasset, Médicos del Mundo, la Facultad de Educación de la UCLM, Movimiento por la Paz, Cáritas o Plena Inclusión son algunas de las organizaciones partícipes de este proyecto en el colegio.
¿Cómo se trabaja en una Comunidad de Aprendizaje?
El proyecto Comunidades de Aprendizaje se desarrolla "a través de actuaciones de éxito educativo". Unas son de aplicación directa en el aula y en horario lectivo, como los grupos interactivos o las tertulias literarias, y otras se pueden desarrollar por las tardes, como la biblioteca tutorizada o distintos talleres.
También cuentan con comisiones mixtas integradas por familias y asociaciones o realizan asambleas periódicas en las que participan 18 niños y niñas -representantes elegidos en las clases con criterios de paridad- y dos adultos del centro. En ellas se trabajan temas de convivencia, o situaciones que pueden darse en el comedor o en el patio del colegio.
Entre las herramientas con las que trabajan para mejorar la convivencia del centro se encuentra el Modelo de Prevención y Resolución Dialógica de Conflictos. La participación y la interacción que se promueve en el centro ha de ser "respetuosa, hay que escuchar la opinión de otras personas y llegar a acuerdos", indican la trabajadora social y el director del centro.
"Como el modelo es más preventivo que sancionador, intentamos que antes de que se llegue a un conflicto haya una serie de estrategias con las que se minimice y que la intervención del adulto sea mínima", explica López sobre este modelo que trabajan en un colegio donde no hay castigos y en el que existe una única norma para toda la comunidad educativa: "Nos respetamos y nos queremos".
'Nos respetamos y nos cuidamos'
"Esta norma se trabajó en comunidad y pensábamos que nos iba a ayudar a mejorar la convivencia. La hemos secuenciado y trabajado a través de un decálogo, para saber qué significa respetar y cuidar", agregan sobre la manera en que se aborda este lema del San Lucas y María. Quien cumple la norma forma parte cada día del 'Club de Valientes' que hay en cada clase.
En este club se valora y se refuerza la actitud positiva del alumnado. Una discusión que no se soluciona o dar un empujón pueden ser motivos para salir del mismo. "Son los propios niños y niñas quienes deciden quien sale del club. Se ha trabajado a través de un cuento con el mismo nombre, con el que conocen qué significa ser valiente o la diferencia que hay entre ser chivato y responsable", remarca López.
Al finalizar cada semana, quienes hayan tenido una actitud más valiente obtienen su 'V+' y al final del mes, los que han obtenido más forman parte del cuadro de valientes que hay en uno de los pasillos del colegio. Para contrarrestar un posible fomento de la competencia para formar parte de dicho club, hacen un trabajo complementario sobre conceptos como la empatía, la asertividad o los compromisos personales.
En el CEIP San Lucas y María hay instalados espacios concretos para que el alumnado pueda resolver sus conflictos. 'La mesa de la paz', en los pasillos del centro o ahora también 'el banco de la paz' en el patio son los lugares en los que los implicados se reúnen, con mediadores o no, hablan e intentan llegar a acuerdos para solucionar las diferencias que hayan tenido.
"Normalmente en las clases hay menos conflictos, pero en las entradas y salidas al colegio, en el comedor o en los recreos sí se pueden producir más", explica la trabajadora social, que destaca que en los dos o tres últimos cursos prácticamente no han tenido que intervenir para solucionar problemas entre el alumnado, "excepto en alguna ocasión de forma esporádica y concreta".
Entre los objetivos que tienen ahora es que el proyecto de Comunidad de Aprendizaje "cale más fuera" del centro. "Dentro está más interiorizado pero fuera todavía se dan situaciones que no se dan aquí, como conflictos que pueden surgir por la tarde en cualquier parque del barrio y que no se abordan como se haría en el propio colegio", destaca López.
No obstante, la comunidad educativa del CEIP San Lucas y María está "muy satisfecha" con el proyecto de Comunidad de Aprendizaje que desarrollan. Aunque estos dos años les ha sido más complicado darle continuidad por la participación y el contacto que requieren las iniciativas, creen que es "aunque requiera de mucho trabajo, da resultados" y ha permitido mejorar la convivencia en el centro.