El subsuelo del Casco Histórico guarda parte de la historia de las civilizaciones que han habitado la ciudad desde época prerromana. Bajo joyas patrimoniales menos conocidas en la capital regional se encuentra también un pasado que todavía no ha sido interpretado, como el de la iglesia de Santa Eulalia, donde los trabajos arqueológicos que arrancaron el pasado año están descubriendo decenas de enterramientos -unos 140 hasta el momento- que pueden ayudar a comprender cómo vivían generaciones que datan, al menos, desde el siglo XIII.
Los problemas de humedad que sufría parte de este templo requirieron de unas obras de restauración que están sacando a la luz multitud de restos arqueológicos en un edificio que, aunque data del siglo XIII, podría tener su origen sobre el año 559 por orden del rey Atanagildo, según cuenta la tradición. Se trata de una de las seis iglesias de la ciudad en la que se siguió celebrando la liturgia con el rito hispano-mozárabe.
Para impulsar las excavaciones arqueológicas lideradas por Javier Peces y Samuel Rodríguez, la Iglesia recibió la ayuda de una fundación privada y de la Asociación de Guías Oficiales de Turismo (APIT), que programó visitas guiadas para conocer este legado al tiempo que se seguían desarrollando estos trabajos hasta que se decretó el estado de alarma en el país.
"Lo que se ve es un espacio vivo, la historia de una ciudad que desde época prerromana fue habitada sobre esa roca natural que se ha ido adaptando y la ha utilizado todo el mundo que ha venido detrás", apuntaba el arqueólogo Samuel Rodríguez durante una visita concertada para medios de comunicación apenas unos días antes del confinamiento que ha generado la crisis sanitaria alentada por el COVID-19.
Su párroco, Javier Hernández, señala que se trata de una de las iglesias "más desconocidas de Toledo, y también de las más bonitas". "Es una iglesia que sufría muchas humedades sobre todo el pavimento. En invierno estaba prácticamente encharcado. Lo fundamental de esta obra es quitar esas humedades y recuperar espacios litúrgicos propios de nuestro rito hispano-mozárabe", agrega sobre esta iglesia de planta basilical compuesta de tres naves divididas por columnas romanas y capiteles visigodos.
Tres niveles de enterramientos
Como es habitual en todas las iglesias, señala el arqueólogo Javier Peces, se sabía que se encontrarían estos restos arqueológicos en el subsuelo de la misma al haber sido durante siglos un espacio de enterramiento. Ya se han excavado dos de las naves y en el pasado mes de marzo trabajaban en la tercera. "Son niveles repetitivos. Hay niveles de enterramiento del siglo XVIII y posteriores, también del XVI y otro del siglo XII. Hemos descubierto que la iglesia original está sobre un nivel de espacios domésticos que se sitúan entre los siglos X y XI", precisa.
En este último nivel confirmarán la repetición que han encontrado en las dos primeras naves, así como también esperan encontrar "algún resto de lo que en teoría deberíamos haber encontrado de la iglesia tardorromana original del espacio visigodo que había aquí", apunta Peces, que subraya que hasta el momento "la única pista es una columnilla visigoda, que podría haber venido de cualquier sitio pues en Toledo habitual reutilizar el material". "Muchas veces desaparece el nivel tardorromano y pasamos directamente a época islámica".
Durante las excavaciones, los directores de este trabajo y el equipo que ha participado en el mismo han encontrado yeserías de los siglos X-XI y elementos como restos de vasijas u ollas de cocina. "Tenemos múltiples utensilios. Con eso y los diferentes niveles de los muros es en lo que nos basamos para ir datando épocas", comenta por su parte Samuel Rodríguez, que destaca la información que están encontrando sobre las personas que están enterradas en esta iglesia y con las que, según apuntaba el párroco, la idea es hacer un osario común.
En este sentido, resalta que Toledo es uno de los casos excepcionales que tiene enterramientos extramuros desde el principio de los tiempos porque está asociada a enterramientos de mártires pero, subraya, "lo normal es que hasta la época de Carlos III, en el siglo XVIII, toda la gente se entierre en su parroquia", un edificio que marca un ciclo vital. "Lo normal es que si naces en este barrio te bauticen, te cases y te entierren aquí".
Ataudes en el siglo XVI: "Marca un estatus"
"Estamos en el centro de Toledo, en una vía principal de comunicación rodeada de conventos que fueron antiguos palacios. Eso marca un estatus", apunta Rodríguez sobre estos enterramientos que, "para el común de los mortales", se llevaban a cabo en los alrededores de la iglesia. "Dentro de las iglesias, cuanto más cerca del altar, más importante eres", precisa el arqueólogo al tiempo que añade que "luego hay trucos para diferenciarse" pues "no es lo mismo enterrarse en tierra que en un ataúd o en un sepulcro abovedado como nos ha aparecido, o una cripta".
"Lo habitual es enterrase con una sábana, una mortaja. Que se entierren con ataúdes en el siglo XVIII es relativamente normal, pero que lo hagan en el siglo XVI, con restos de decoración de terciopelo o ajuares te marca el estatus. Han salido muchas pulseras de pasta vitra, un catálogo impresionante que data de los siglos XIII y XIV, abundantes anillos o una cruz de Caravaca", explica sobre los descubrimientos que están llevando a cabo en Santa Eulalia.
Sobre las personalidades que podrían estar enterradas en el subsuelo de esta iglesia, los arqueólogos lamentan "la mala suerte" de que no se conserve la documentación de los archivos "o a día de hoy no hayan aparecido". "Otra cosa no, pero en las iglesias está apuntado todo. Se suele conservar casi toda la documentación pero cada acontecer a lo largo de la historia como guerras o asaltos ha provocado que se quemen los archivos", apunta Rodríguez, que valora "el privilegio" de poder estar documentado esta parte de la historia toledana, "con la responsabilidad" que eso conlleva también.