La investigación histórica es también una forma de hacer un servicio social, de ofrecer un recurso más a la comunidad. Es la intención que Francisco García Martín (Villacañas, 1959) ha manifestado al presentar 'Historia del pueblo gitano en Castilla-La Mancha' (Celya Editorial, 2024). Se trata de un trabajo pionero que estudia por primera vez la historia del colectivo en la comunidad autónoma, un tratado que quiere ayudar a erradicar estereotipos y a paliar el severo desconocimiento que existe entorno a esta cultura.
Son muy pocos testimonios escritos para contar la historia gitana. Se trata de un colectivo ágrafo, que “tradicionalmente no ha sabido escribir ni tampoco leer”. De este modo, el autor se vio obligado a acudir a fuentes judiciales para comenzar a construir la semblanza de este pueblo. “Esto es un problema añadido. Al utilizar solamente esta fuente, se puede dar una imagen de criminalización del colectivo”, reflexiona Francisco García. “Creo que una lectura desde el exterior del colectivo puede ser enriquecedora, al ofrecer una visión más global que es algo que funciona en antropología”, destaca el investigador y doctor en Historia.
En su estudio ha buscado todo lo contrario a la criminalización y para ello también ha rescatado la creación artística y literaria del colectivo. “Hemos extraído la información y depurado su análisis para evitar darle esta visión”, explica. Gracias a la documentación judicial, eso sí, pudo observar cómo funcionaba la movilidad de las personas, sus comportamientos individuales y colectivos, la estructura que tienen las familias o incluso las descripciones de las personas.
“Me preguntaban recientemente qué es la raza gitana. Yo aclaro: no hay raza gitana. Puede haber caracteres específicos, pero no es una raza”, asegura el investigador.
En la presentación del libro, que se celebró en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, participaron Jesús Cano, presidente de la Federación Regional Gitana, la trabajadora social especializada en igualdad de género Noelia González, y la viceconsejera de Cultura y Deportes, Carmen Olmedo, quien aseguró que habrá ejemplares del libro en todas las bibliotecas de la región para facilitar el estudio del tomo.
“Parte del estigma sufrido es por el desconocimiento que ha sufrido su cultura. Ha sido ese desconocimiento lo que ha dado miedo”, aseveraba Olmedo. Por su parte, Cano resaltó que el “pueblo gitano nunca va a desaparecer” y pidió al Gobierno de Emiliano García-Page que no se limite a enviar los libros a las bibliotecas, sino que lo haga también a universidades e institutos.
Noelia González defendió durante la presentación del libro que “es necesario tomar medidas para avanzar en la construcción de una democracia plena y cumplir con los derechos humanos”. “Hay que comenzar abordando el pasado para entender el presente, tan complejo como prometedor”, zanjó está profesional del Trabajo Social.
Una economía “basada en la libertad de movimiento”
Si hay algo que define al colectivo es su cultura nómada. Y los propios autos judiciales estudiados por el historiador han permitido recopilar estas características culturales y antropológicas que le dan sus cualidades propias. Empezando por su movilidad constante, una seña de identidad del pueblo gitano que está relacionada directamente con la libertad.
“Su economía estaba basada en la libertad de movimiento. Y cuando en España se privatizan los espacios, con las desamortizaciones eclesiásticas y civiles, esto hace que el pueblo no pueda pescar, cazar o recoger frutos”, explica García.
No ha existido hasta ahora un trabajo sistemático sobre la presencia de este colectivo a lo largo de la historia en un territorio y el pueblo gitano es más antiguo que el Estado español"
Esta forma de vivir tradicional del pueblo gitano se transformó de forma “obligada” y estos cambios en su historia son los que se ha retratado en el libro. “No ha existido hasta ahora un trabajo sistemático sobre la presencia de este colectivo a lo largo de la historia en un territorio y el pueblo gitano es más antiguo que el Estado español”, reflexiona el investigador.
El estudio aborda también las persecuciones a las que se ha visto sometido el pueblo gitano. “Quizás la más grave fue la redada de 1748 [que se conoce como la Gran Redada], que redujo a 9.000 gitanos y gitanas a vivir en presidio o en correccionales. Desde entonces ha habido una política sistemática de eliminar al pueblo gitano como pueblo, como cultura”.
Tiene que haber una adaptación de la legislación constitucional al derecho a la identidad del pueblo gitano"
En la investigación de García Martín ha encontrado hechos como la presencia de una mujer gitana en el séquito de María de Pacheco, la líder comunera, que el que el autor tacha de “casi anecdótica” o “exótica”. También pueden encontrarse menciones a la 'danzas de gitanos', en 1488, cuando una cuadrilla fue invitada a bailar al palacio de los Duques del Infantado en Guadalajara. Las cuadrillas acudían a otras ciudades de la región, en un momento “dorado” de su presencia en la península ibérica, hasta que surgieron los primeros desencuentros con el resto de la sociedad.
De hecho, también hay constancia de gitanos y gitanas que fueron acusados y procesados en los tribunales de la Inquisición de Toledo y Cuenca por supersticiones, blasfemias y brujerías, así como mujeres condenadas por hechicería.
La presencia gitana en la literatura y el arte
Para completar su investigación, García Martín también recurrió a fuentes literarias y artísticas. “Pero sabiendo que toda esta investigación la hicieron los 'payos'. Los gitanos han sido vistos como una cultura diferente, pero hay que saber el tratamiento que se le da a la hora de escribir sobre ellos”, reflexiona. Principalmente, para evitar una valoración negativa.
La cultura gitana es “completamente distinta”. Su forma de representar la vida, el arte, es “más enriquecedora”, porque es diferente al discurso “común” y permite observar otro tipo de expresiones. Y se realiza principalmente a través del cuerpo. El baile, su manejo del lenguaje no oral, su vestimenta o el toreo, son las maneras que ha tenido este pueblo de expresarse.
Martín resalta también la importancia de su tradición oral, que es “riquísima” y que se ha perdido por el resto de la sociedad. “Hay una visión de la familia, del colectivo, mucho más integradora que la nuestra. El propio cuerpo y la propia expresión corporal representan la plasticidad, la música, la imagen, algo que nosotros proyectamos hacia afuera y hemos perdido”, señala.
Pero todas estas expresiones se han visto opacadas porque el pueblo ha sido “obligado” a la pobreza. “No les damos herramientas para convivir conforme a su cultura. Siguen necesitando los servicios sociales o asistenciales. No son los culpables, son las víctimas”, explica el investigador, que resalta que el trabajo pretende también cambiar la forma de entender el mundo, también el gitano.
“Son un pueblo sin territorio. Y la Constitución tiene que comprender que existen en el Estado. Tiene que haber una adaptación de la legislación constitucional a ese derecho de la identidad”, concluye el autor.