El 4 de noviembre de 1922, el inglés Howard Carter revolucionó el mundo de la arqueología al descubrir la tumba del jovencísimo faraón Tutankamón en el Valle de los Reyes. Fue todo un acontecimiento tras el hallazgo de la piedra Rosetta que permitió descifrar los jeroglíficos.
Sin saberlo, el Archivo Histórico de la Nobleza, que tiene sede en Toledo, guardaba una fotografía de Carter. Es uno de los arqueólogos y egiptólogos más famosos de todos los tiempos. Aparece supervisando el traslado del busto en madera del faraón. “Fue una sorpresa”, explica Alba María Villar, archivera en la Subdirección General de los Archivos Estatales del Ministerio de Cultura y doctora en Egiptología por la Universidad Autónoma de Madrid.
La instantánea de Howard Carter forma parte de uno de los numerosos fondos depositados en 1993 en este archivo de titularidad estatal. Pertenece a la familia de María González de Quintanilla, una rica heredera de origen mexicano que se convirtió en marquesa de Torrelaguna y de Mendigorría. Terminó separándose de su marido y se marchó a vivir a París con su hija Julia. Ambas se dedicaron a viajar por Europa y África y recalaron en Egipto en 1923, pocos meses después de descubrirse la tumba de Tutankamón.
Ella será la protagonista de la conferencia Documentos de una dama española aficionada a la egiptología: María González de Quintanilla, en la que se mostrarán este y otros documentos. Se celebra el lunes 4 de noviembre, a las 12 horas, y estará a cargo de Alba Villar. En 2024 se cumplen 30 años del archivo y forma parte de la serie de actividades que se han organizado para este año.
En la cita, también participará Rafael Fernández de Córdova, nieto de la protagonista de la charla y actual marqués de Mendigorría. “Queremos abrir los archivos, y en particular los archivos nobiliarios, al público en general y demostrar su potencial”.
En los años 20 del siglo XX, tras el descubrimiento de la tumba real "se había desatado en aquel momento una auténtica tutmanía”, cuenta Alba Villar. Claro que en aquella época visitar el Valle de los Reyes egipcio estaba reservado a unas pocas personas que podían permitírselo.
María González de Quintanilla y su hija Julia formaron parte de ese privilegiado grupo. En marzo de 1923 la aristócrata se encontraba de en El Cairo alojándose en los hoteles más sofisticados, lugar de encuentro para las élites europeas y egipcias.
La noticia del descubrimiento de la tumba de Tutankamón despertó su curiosidad. Ella y su hija pasaron semanas en Egipto y según se ha descubierto en los fondos del archivo toledano, se trajeron numerosos recuerdos y también más de un centenar de postales costumbristas, incluido el retrato Howard Carter.
Hay fotografías en parajes arqueológicos, como la Esfinge y la Gran Pirámide; el templo funerario de Ramsés III o el templo de Luxor e incluso retratos de estudio de su joven hija realizados por el famoso fotógrafo armenio Aram Alban en la ciudad de Alejandría. “Lo presenté en un congreso de Egiptología, en el ámbito académico. Los fondos de este Archivo Histórico de la Nobleza han dado pie a varias investigaciones curiosas y esta es una de ellas”, explica la archivera.
Y es que los archivos nobiliarios son “auténticas cajas de sorpresas en las que pueden encontrarse desde privilegios concedidos por los Reyes Católicos en el siglo XV, cartas y fotografías personales”. En este caso son un reflejo que las relaciones y amistades de quienes ostentaban el poder político y económico de cada época.
María González de Quintanilla era amiga personal del mecenas de la excavación en la tumba de Tutankamón. George Herbert, conocido como lord Carnarvon, fue un entusiasta amante del Egipto antiguo que desde 1907 financió las excavaciones en las tumbas de Deir el-Bahari. “Es conocido por eso y también porque la familia es la propietaria del castillo de Highclere donde se rodó la serie de televisión Downton Abbey”, cuenta Alba Villar.
“Lo que hemos encontrado son fotografías del momento. El descubrimiento de la tumba fue 'lo más' para la aristocracia de la época, la europea y la norteamericana. La tutmanía cambió la arquitectura, la moda, la literatura y los viajes”, relata la egiptóloga. Este particular club de ricos se desplazaba a Luxor convertido en el referente mundial del turismo para unos pocos. “Se alojaban en el Old Winter Palace donde Agatha Christie escribió su novela Muerte en el Nilo” .
Todos estos personajes llegaron a formar parte de los diarios de Howard Carter. “Él hablaba de los 'visitantes' en sus publicaciones. En la excavación tuvieron que colocar un muro para evitar que pudieran caerse dentro. Hay fotos de eso y son muy curiosas. Allí esperaban con cámaras de foto, leyendo y hasta haciendo ganchillo a ver qué se sacaba. Aquella mujer y su hija participaron de todo aquello”.
Las fotografías personales aportan ahora otra visión respecto a la recogida por la prensa de la época. El nieto de María González de Quintanilla, el actual marqués de Mendigorría, Rafael Fernández de Córdova, asegura que su abuela llegó a entrar en la tumba por su amistad con lord Carnarvon o con poderosas familias egipcias de la aristocracia, aunque no hay documento gráfico del momento. “Eso indica su posición teniendo en cuenta que en la apertura inicial de la tumba había entrado la reina de Bélgica de la época, Elisabeth de Baviera, y su hijo Leopoldo el futuro rey”.
“Creemos que en el archivo puede haber otras cosas de interés histórico. Todavía no hemos podido analizar la correspondencia que nos permita avanzar con el puzle historiográfico. El descubrimiento de Carter fue excepcional. Era una tumba real casi intacta, que fue documentada de forma exhaustiva. Los documentos de esta colección nos sirven para contextualizar el momento”.