Dicen que no es bueno irse a la cama enfadada. Lo mismo aplica a escribir.
Y es que he necesitado varios días para des-enfadarme, lectores y lectoras. No tengo claro que esa palabra exista. Pero es igual. Y es que me resulta difícil entender el mundo en el que viven los responsables que han aprobado la última campaña del Ministerio de Vivienda (de vivienda y más cosas, pero hoy nos importa solo la vivienda).
Si el lector o la lectora no ha visto la campaña a la que me refiero, se lo resumo. Un breve ‘spot’ que describe la vida de tres personas de más de 50 años y que, a pesar de su edad, se ven forzados a compartir piso, con todas las miserias asociadas a una experiencia que no es elegida, sino que es más bien una obligación visto el fracasado panorama al que nos vemos abocados.

Con salarios más bien irrisorios y unos metros cuadrados que se cobran a precio de oro, estos tres personajes comparten piso con un objetivo: dejar de hacerlo.
“¿Cómo imaginas tu futuro?”, reza el slogan de la campaña. Y es que los personajes llevan mucho tiempo viviendo juntos, a disgusto. “30 años dejándote los calzoncillos en el baño”, recrimina uno a otro.
Hablamos de un futuro, pero la realidad es que este spot, que parece una burda parodia de una vida que no existe, no es más que el día a día de miles de personas que ven lastrado su futuro por la imposibilidad de poder acceder a un hogar digno, por mucho que así lo diga la Constitución.
“En cuanto pueda me voy sola”, se dice a sí misma la única mujer del anuncio, incapaz de dormir por la música de, asumimos, uno de sus compañeros de piso. Por mucho que pongan frigoríficos futuristas y una versión híper tecnológica de un calendario con las tareas del hogar, el verdadero problema de este desafortunado (y hostil) anuncio es que parece no ser consciente de que recrea en una parodia la vida de miles de ciudadanos y ciudadanas.
¿O sí son conscientes?
Nos enfrentamos entonces a una pregunta: ¿el Ministerio de Vivienda vive en un mundo paralelo en el que no sabe lo que ocurre o el Ministerio de Vivienda se ríe de la ciudadanía sin tapujos y, encima, pagado con dinero público?
¿Qué es mejor? ¿Qué es peor?










