Si hay un momento del año para disfrutar a fondo de la cultura, ese es el verano. La estación donde tendemos a acumular nuestro tiempo libre y donde el horario laboral, escolar y las ajetreadas agendas se toman un respiro.
Nuestra vida se ralentiza, el cuerpo nos pide y agradece descanso y se abre al disfrute. En ese disfrute la cultura, el arte, la reflexión alzan su mano y nos recuerdan su importancia.
El verano es tiempo, risas, juego, naturaleza, playa, amores, amigos, familia. Todo ello regado de lecturas, conciertos, teatro, danza, cine, exposiciones, monumentos, hacen del período estival el momento perfecto para rozar eso que llamamos felicidad.
El cine de verano, el concierto de jazz, los festivales de música y de teatro, ese libro que atrapa y no suelta hasta que engancha otro con la misma intensidad.
El verano es más pleno acompañado de arte, de cultura, de pellizco que hace sentir el mundo que nos rodea con otra perspectiva, la que el artista nos aporta.
La cultura es la triunfadora del verano, porque es cuando más tiempo tenemos para disfrutarla, pero su importancia no se detiene en estos días más largos del año. La cultura crea un marco donde el artista expresa su creatividad y el receptor, el individuo, la sociedad, al acogerla nos llenamos de la misma, nos sentimos conmovidos y crecemos en la creatividad del otro.
La fuerza creadora de la cultura es innegable. Enriquece y favorece distintas miradas de la realidad. Es por ello que a lo largo de la historia los regímenes autoritarios han tenido como principal foco su restricción y censura. Cuanto más se quiere controlar a la sociedad, más se censura y filtra la cultura que le llega. El problema es que entonces se pervierte. La cultura para ser tal necesita libertad, la libertad de expresión permite contrastar miradas, opiniones y finalmente enriquecer al individuo y a la sociedad con opciones diversas.
Cuando la libertad de expresión se vulnera la cultura se transforma y pasa a ser propaganda. Su mayor virtud creadora se asfixia en la raíz y se convierte en una máquina manipuladora muy efectiva.
La historia así nos lo demuestra, el siglo XX fue el ejemplo por excelencia, y no son pocas las novelas distópicas que intentaron ponernos alerta.
Estos días tengo entre mis manos “Ellos” un libro de Kay Dick escrito en los años 70, nueve relatos con un escenario de fondo en el que un grupo de personas, “ellos”, imponiendo el olvido y la insensibilidad, se han hecho con el dominio de la sociedad y van destruyendo todo elemento cultural y aniquilando a aquel que muestra su individualidad.
Desde que PP y VOX firmaran hace apenas unos meses una cascada de pactos políticos para poder gobernar en más de 140 municipios de este país, vaya, a pesar de no ser la lista más votada, en unos pocos meses no hemos dejado de recibir noticias de cancelaciones de espectáculos teatrales, conciertos, cierre de exposiciones o descatalogación de libros en bibliotecas.
La ciudad de Toledo está entre esos 140 municipios. Y no está siendo una excepción en este sentido. De pronto los límites presupuestarios y dificultades burocráticas están recayendo exactamente sobre producción cultural activa y en ocasiones crítica con el poder. Vaya, qué casualidad. Qué casualidad que justo no haya dinero para “Infamia” una obra premiada con el máximo reconocimiento teatral en España de los premios Max, más barata que otras obras de mayor complejidad en su puesta en escena. Qué casualidad que se cancelen conciertos, y ahora se replantee el uso del edificio del Círculo del Arte, foco de exposiciones y cultura musical en el municipio. Qué casualidad que se decidiera no poner la bandera del orgullo LGTBIQ+ en el ayuntamiento. Qué casualidad que la concejalía de igualdad desaparezca, con un grupo político en el gobierno que niega la violencia de género.
Llevamos pocos meses, y ya se suman las casualidades que nos llevan a apuntar a una peligrosa censura.
A principios de junio Carlos Velázquez, alcalde de Toledo, declaraba que “nadie bienintencionado puede tener miedo al PP ni a Vox”
No me parecen casuales estas palabras. Se estaban adelantando a lo que iba a llegar, y sí, el ataque cultural está llegando. Y encima si se dice algo, mira que eres malintencionado, ves fantasmas donde no los hay.
Mire Sr. Velázquez, no somos malintencionados pero no estamos ciegos, y como tantos ciudadanos en Toledo, estoy preocupada e indignada a partes iguales.
"Nos verán en frente"
Y nos verán en frente a Sumar y a toda la ciudadanía que apuesta por una sociedad libre, que solo concibe la cultura construida sobre la libertad d expresión y con unos poderes públicos que velen por ella.
Nos verán en frente de la incoherencia de quererse poner en una pancarta que denuncia la violencia de género, para luego negarla.
Nos verán en frente de esa creación de realidades falsas que vienen desarrollando siguiendo la estela trumpista.
Porque nos da la impresión de que el absurdo mantra “la guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza” que George Orwell hizo que dominara en la sociedad descrita en su obra 1984 está en la cabeza de determinados dirigentes.
Porque queremos una sociedad libre, donde el lenguaje atienda a la realidad, y la cultura repose en la libertad de expresión, para que el arte siga haciéndonos crecer y la mirada plural sea un tesoro que cuidar.
Artículo de Marta Romero Medina, excandidata de Sumar al Congreso de los Diputados en las últimas elecciones generales