Una de las cuestiones más debatidas en mentideros políticos y ciudadanos en este año que termina ha sido la eclosión de las llamadas ‘tres derechas’, en alusión a PP, Vox y Ciudadanos, aunque este último partido haya insistido, casi siempre, en su posición de ‘centro’ y entre las maldades más comentadas en los mismos mentideros, muchos hayan situado al PSOE de García-Page como “uno más” en el ala centro-derecha.
En cualquier caso, las ‘tres derechas’ han sido protagonistas en este 2019 por motivos distintos y en momentos diferentes. Y, quitando a Vox, los otros dos partidos han navegado entre posiciones más hacia la derecha o hacia el centro según soplaban los vientos de la política nacional o electoral.
Si nos situamos en el momento clave más cercano en el tiempo, el 10N, Vox se ha colocado en el disparadero regional (cinco diputados) frente a la caída de Ciudadanos (cero diputados) y un PP que se mantiene (siete diputados). En una región de tradición conservadora, en la que el triunfo en los comicios generales históricamente ha sido cosa de la derecha, la escisión del compacto bloque es seguramente una de las causas del triunfo del PSOE tanto el 28 de abril como el 10 de noviembre.
Esa división también pasaba factura a la derecha en el Parlamento autonómico. El PP en su mejor momento en la historia de la comunidad autónoma (la mayoría absoluta de Cospedal) llegó a tener 25 diputados regionales. Ahora tiene 10, por cuatro de Ciudadanos (por primera vez ha entrado en las Cortes) y cero Vox.
El argumento de la izquierda siempre dividida frente a la unidad de la derecha, que tan a menudo hemos escuchado en la última década, se queda hoy obsoleto. En realidad, no es algo nuevo, ni siquiera en Castilla-La Mancha.
Y es que, aunque en la historia de las Cortes regionales la hegemonía la haya tenido sobre todo el Partido Popular, hay que retrotraerse a las dos primeras legislaturas para comprobar que allá por 1983 ocurría algo similar a lo de este 2019.
A las Elecciones Autonómicas de aquel año concurrieron en bloque el partido del que procede el actual PP: Alianza Popular, el Partido Demócrata Popular y la Unión Liberal, bajo las siglas AP-PDP-UL.
Entre las posibilidades para los votantes de centro-derecha también estaba el CDS de Adolfo Suárez y el Partido Demócrata Liberal de Antonio Garrigues Walker, en ambos casos escisiones de la UCD.
Tan solo Alianza Popular, en las dos legislaturas transcurridas entre 1983 y 1991, y el CDS, en la legislatura 1987-1991 consiguieron escaños. Después sería el PP la única fuerza de derecha en un Parlamento castellanomanchego en el que en pocas ocasiones se rompió el bipartidismo, que imperó entre 1999 y 2015. Eso cambió con la irrupción de Podemos y, en este 2019, por primera vez, Ciudadanos ocupa cuatro escaños del antiguo Convento de los Gilitos. La ultraderecha nunca ha conseguido acceder al Parlamento castellanomanchego. Eran tiempos en los que no estaba bien visto, como ahora, declararse de derechas e incluso de extrema derecha.
En el caso de Ciudadanos, el crecimiento que ha experimentado en Castilla-La Mancha ha sido siempre proporcional al que ha vivido la formación en el ámbito nacional y su caída -en las últimas elecciones generales- ha repetido el patrón.
Castilla-La Mancha is different
En este 2019, el acuerdo PP-Ciudadanos con el apoyo de Vox ha sido decisivo en otros puntos del país para conformar gobiernos. En Castilla-La Mancha la mayoría absoluta de García-Page en las Cortes regionales, a las que no accedió Vox, dinamitó cualquier posibilidad similar el 26M.
En cambio, ese acuerdo sí hubiera sido posible en el ámbito municipal. Por ejemplo, para decidir alcaldías como las de Guadalajara o Ciudad Real. Sin embargo, Ciudadanos prefirió al PSOE y dejó con un palmo de narices a un PP que todavía no se ha recuperado ni del susto, ni del cabreo.
Tampoco Vox parecía estar mucho por la labor. Esta formación pidió “protagonismo” para dar gobiernos al PP, rechazaron ser "un felpudo al que pisar" y las negociaciones a tres bandas no llegaron a producirse.
Sea por carambola o por la estrategia desplegada por Vox, lo cierto es que le ha permitido un crecimiento exponencial, especialmente en La Sagra toledana y el Corredor del Henares, tal y como demuestran los resultados electorales del 10N. Fue la fuerza más votada en medio centenar de los 919 municipios de Castilla-La Mancha
La pugna PP-Ciudadanos por ocupar el mismo espacio ideológico
Con un Vox diluido en el ámbito regional, mucho más presente en los municipios o en el Congreso, la pugna más visible en la derecha es la que mantienen PP y Ciudadanos.
Al hablar de Vox, Ciudadanos se ha mostrado partidario de no poner "cordones sanitarios" como estrategia para poder "vencerle", ya que hacerlo haría que pudieran exhibir el "victimismo" como arma, decía hace unas semanas del diputado regional David Muñoz.
Mientas, los ‘populares’ de Paco Núñez, que acaba de cumplir un año al frente de un partido que heredó de Dolores de Cospedal, evitan cualquier confrontación con el partido de ultraderecha.
Resultan curiosos, no obstante, algunos episodios sobre lo parecidas que pueden ser las posturas de PP-Vox, o incluso Ciudadanos-PP-Vox respecto a ciertos asuntos -violencia machista o memoria histórica - como los recientemente ocurridos en Toledo y Guadalajara.
En cualquier caso, el blanco de las andanadas del PP ha sido sobre todo Ciudadanos y los ‘ataques’ entre ambos se intensificaron tras los malos resultados de Pablo Casado el 28 de abril. Después se agudizaron más una vez que la formación naranja entró el Parlamento regional, dejó fuera de algunas de las principales alcaldías a los de Paco Núñez y los dos tuvieron que luchar (por segunda vez) por los escaños al Congreso y al Senado.
En los prolegómenos de los comicios generales del 10N los rifirrafes entre ambos partidos fueron abundantes. La diputada nacional del PP Carmen Riolobos acusaba a Ciudadanos de "venderse por un plato de lentejas" al PSOE para ocupar cargos. Semanas antes habían fraguado pactos en varias alcaldías entre socialistas y Ciudadanos debido, según la formación naranja, al "silencio administrativo" del PP, partido a quien, aseguran, se ofreció primero un acuerdo.
En la antesala del 10N, si Núñez llamaba “cunero” a Juan Carlos Girauta, candidato de Ciudadanos por Toledo tras aterrizar desde Barcelona, Alejandro Ruiz, responsable orgánico de la formación naranja en la región le espetaba con un “no le llega usted ni a la suela de los zapatos”. Paco Núñez llegó a calificar de “radical e izquierdoso” a Ruiz y este ha llamado "mentiroso" al presidente 'popular' en varias ocasiones.
Mientras tanto, hubo dos grandes beneficiados: el PSOE ganaba la partida en las generales de noviembre y Vox se convertía en tercera fuerza política en la región superando a Ciudadanos y pisando los talones a un PP que se vio sorprendido por el sorpasso de los de Santiago Abascal en Guadalajara.
El fallido ‘España Suma’
Otro de los elementos que ha mantenido la particular división en el bloque centro-derecha fue la imposibilidad de que cuajase el fallido proyecto de Pablo Casado, ‘España Suma’.
Alejandro Ruiz ya dejó claro desde el primer momento que sería inviable: "El PP tendría que comerse todas las barbaridades que ha dicho contra Ciudadanos". A Vox no le interesaba porque jugaba con una definidísima estrategia desde Madrid para arrancar votos a PP y Ciudadanos (o a los partidos de izquierdas) en circunscripciones pequeñas como las de Castilla-La Mancha y le salió bien.
Los ‘populares’ de la región se quedaron solos defendiendo la idea. Y lo siguen haciendo después de las elecciones. "Nuestro proyecto era España Suma y nos habría encantado concurrir en coalición" decía el pasado 9 de diciembre, el vicesecretario de Política Territorial del PP, Antonio González Terol, en Toledo.
También lanzaba otro mensaje a afiliados y simpatizantes de Ciudadanos que tendrán "las puertas abiertas en Génova" en caso de querer formar parte del partido que dirige Pablo Casado, tras conocerse la noticia de que varios cargos de la formación naranja llamaban a las puertas 'populares', según el diario El Mundo.
De cara al futuro más cercano, tanto Ciudadanos como Vox preparan una reorganización interna por diferentes motivos. Los primeros por la marcha de Albert Rivera ante la debacle electoral, los segundos, para solventar la débil y en ocasiones díscola organización territorial basada en buena medida en gestoras (como en Albacete).
El ‘rearme’ de ambas formaciones dirimirá su futuro, pero también influirá en el del Partido Popular que no oculta su intención de absorber a Ciudadanos, al menos para las elecciones vascas y gallegas. ¿Tendrá un largo recorrido la división de las tres derechas?