Este mes de marzo la Peña El Quejío ha conmemorado el 40 aniversario de su fundación en el barrio del Polígono. Lo ha hecho con la celebración de distintas actividades que van a tener continuidad con una programación de primavera que incluye recitales, noches de tablao o de micro abierto.
Entre los actos que han realizado en las últimas semanas destaca el festival flamenco que llevaron a cabo en la Sala Thalía el pasado 12 de marzo, que arrancó con la proyección de un vídeo documental sobre la la trayectoria de la peña desde sus orígenes hasta nuestros días.
Realizado por Julio López, el documental recoge testimonios de personas que vivieron sus orígenes y algunas de las que hoy están trazando el futuro de la peña.
Juan González y Ángel Cuevas protagonizan el inicio del mismo con una conversación en la que recuerdan sus andanzas en Radio Toledo y la dimensión de artistas como Pepe Marchena, Camarón o Juan Valderrama.
Su primera sede, en el año 1982, fue La Bodeguilla. "Allí nació, pero la peña se refundó en el Barracón. Lo que había antes era un embrión", rememoran en la charla, en la que también nombran a algunos de los impulsores como Eusebio Palomares, Manolo Castro o Antonio Espartero.
El nombre de la peña, explican, lo puso un cordobés. "Se fundó a través de un grupo de compañeros de trabajo que mayoritariamente veníamos de Andalucía, aunque también de Castilla-La Mancha", expone Eusebio de la Blanca, socio de la peña desde un principio.
La peña, destacan, "se ha vivido en familia", pues la relación que establecían se extendía más allá de su pasión por el flamenco.
Formación y afición
En la cinta participan también profesoras como Flor Meroño, quien llegó en 1972 a la ciudad con su marido, trabajador en la Standard. "Mi ilusión era dar sevillanas", rememora sobre la escuela de baile que se puso en marcha y que llegó a contar con más de un centenar de alumnas.
"Nos caía el agua cuando llovía en el sitio donde empezábamos, pero aguantamos hasta que nos dieron nueva sede", recuerda con emoción.
También interviene en el documental Elena Sierra, actual profesora de sevillanas. "Me gustaba desde que era pequeña. Entré con 8 años y sigo en la peña, disfrutando de todo lo que conlleva", manifiesta.
Años más tarde consiguieron un local y ahí empezaron a hacer el grupo de la peña, que "fue sostén muchos años". "Algunos cantábamos flamenco, había guitarristas... y empezó a funcionar de tal manera que se creó un elenco artístico a nivel aficionado muy digno", señala Juan González.
Durante estos 40 años, la Peña El Quejío ha realizado numerosos intercambios culturales con otras peña del país, mantuvieron un programa de radio durante diez años e incluso promovieron la celebración de la Cruz de Mayo, con una misa rociera y "luego a cantar y bailar toda la noche".
"La implicación e todos los miembros de la peña fue fenomenal", subrayan los impulsores de la misma, que recuerdan que el local en el que se ubica actualmente -en la plaza Poeta Federico García Lorca- fue cedido por el Ayuntamiento.
"Siempre ha sido sensible a nuestras peticiones -indican sobre la colaboración del Ayuntamiento con la peña-. Este local estaba en tierra, todo lo construyeron miembros de la peña que eran albañiles, fontaneros o peones. Solo se compraron materiales", agregan.
Y es que, tras la Asociación Vecinal El Tajo, la Peña El Quejío es la segunda agrupación con más antigüedad en el barrio del Polígono.
Transición: "Siguen la esencia del flamenco y de la peña"
Tras 40 años de actividad, El Quejío está más vivo que nunca. "Los más jóvenes empiezan a traer sus ideas y es lo más importante. No están equivocados, creo que siguen la esencia de lo que es el flamenco y de lo que es la peña", señala Juan González.
Entre los responsables de la misma en la actualidad está Juan Ignacio González, programador cultural y guitarrista. "Nos llaman a la puerta a Diego Mejías, Esteban Donaire... nos dicen que necesitaban ayuda y aire más fresco para adaptarnos a los nuevos tiempos y a las nuevas tecnologías", apunta González.
Así, actualmente cuentan con una página web. "Ahora en la peña no cabe un alfiler. Esa forma de adaptarnos nos hace tener una ventana abierta al mundo", añade.
Por su parte, Diego Mejías, miembro de la directiva y profesor de cante, muestra su satisfacción por el trabajo que han hecho en los últimos años. "La gente está más informada de los eventos que tenemos. Hemos incorporado clases de cajón, de baile flamenco, de cante... se van creando sinergias que van sumando y van haciendo que la peña se esté llenando de gente nueva".
Laura Cerdeño, bailora y profesora, valora que la peña proporcione "un sitio en Toledo donde podemos ir a escuchar flamenco". "Nos dejan cantar, tocar, bailar... tenemos un escenario donde podemos explayarnos y sacar esa cosita que tenemos dentro. La labor de la peña ha sido fundamental en la afición y lo que está creando", señala.
Pero además de las actividades y de la difusión del flamenco que llevan a cabo, Lola Jimena destaca también "los importantes lazos emocionales" que se crean en El Quejío, "la segunda casa" de todos sus miembros.