La semana pasada se escenificó uno de esos momentos que pasan a la historia hidrológica. El Ministerio de Teresa Ribera abrió durante un instante la puerta para una modificación de las reglas de explotación del trasvase, vía encomienda de la Comisión del trasvase al Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (Cedex).
En el fondo todo era mentira: el cambio ya estaba decidido de antemano, y el teatrillo de encargarlo al Cedex, mano armada y herramienta de blanqueo de los trasvasistas, fue sólo eso, la escenificación para dar un teórico barniz técnico al asunto, con también teórica discusión dentro de la Comisión del trasvase, y patada hacia arriba para que vía real decreto se modifiquen las reglas. La propuesta más trabajada y acorde con la propia petición del Ministerio, presentada por la Asociación de Municipios Ribereños de Entrepeñas y Buendía y elaborada por el Grupo de Investigación del Tajo de la Universidad de Castilla-La Mancha, ni siquiera se tuvo en cuenta oficialmente, aunque, de puertas adentro, ha levantado ampollas y sacado los colores a quienes desde hace demasiado tiempo se creen en posesión de la verdad hidrológica.
Esta modificación de las reglas de explotación nace muerta y tarde para el Tajo, aunque vuelve a dar un balón de oxígeno al Tajo-Segura. Con ella el Ministerio pretende dos cosas: trasvasar más agua, y que la ministra no tenga dolores de cabeza cada vez que se entra en nivel 3. Es la misma propuesta que se defendió hace algo menos de una década por el propio Cedex y los que sabían de la situación crítica del Tajo, su cabecera y la imposibilidad/temeridad de mantener un trasvase de 38 hm3 en Nivel 2, que sólo conducía a la explotación brutal de Entrepeñas y Buendía y a recurrentes entradas en el Nivel 3 y 4. Sólo las ganas de contentar más de la cuenta a los barones y baronesas del PP de entonces, hizo que el Ministerio llevase hasta los 38 hm3 el Nivel 2 y hasta los 20 hm3 el Nivel 3. Un desastre como se ha ido demostrando y como reconoce el propio Ministerio ahora retomando la propuesta de 2013/14. Ahora bajamos de 38 a 27 en Nivel 2 y no tocamos el Nivel 3; recortamos a primera vista, pero las cuentas a medio plazo quedan igual. Y, mientras, cerca de 250 hm3 del Tajo trasvasados y sin usar, “perdidos” a finales de julio entre las cuencas del Júcar y Segura. El trasvase ya sólo es una inercia política.
El escenario “óptimo” para el saqueo/trasvase de la cabecera del Tajo de hace una década no es ni mucho menos el adecuado para ahora. Como la decoración del Ministerio, sus gerifaltes van varias décadas por detrás en planificación hidrológica, y continúan trampeando lo que sostienen las leyes españolas, europeas y las cinco sentencias del Tribunal Supremo que ponen patas arriba un modelo de gestión caduco y anacrónico. A la ministra Teresa Ribera le importa muy poco el agua y los ríos. Al secretario de Estado de Medio Ambiente y al director general del Agua, evidentemente, menos aún. Y el Tajo para ellos es asunto resuelto, mera cabecera de los lobbys de presión del Levante, y cloaca a cielo abierto de los beneficios del Canal de Isabel II.
Lo que no está dejando de ser llamativo en la ultima legislatura es el silencio estruendoso del Gobierno de Castilla-La Mancha respecto al agua en general y al Tajo en particular. Un silencio preocupante y peligroso cuando estamos de lleno en el punto crítico de diseño de los Planes de cuenca para la próxima década. En los planes anteriores, y en especial en el caso del Tajo, fuimos los colectivos sociales los que salvamos los muebles del Tajo y de Castilla-La Mancha. Ahora el Gobierno no muestra interés en mover ficha.
Fue un error arrancar el Agua de la Consejería de Fomento y entregarla a Agricultura, como una herramienta más para cosechar votos al calor del imposible trasvase del Tajo a la Mancha. Sostengo desde hace muchos años que una región como la nuestra, con territorio sobre ocho cuencas hidrográficas, una región que antes de nacer ya tenía comprometidos y derivados sus recursos del Tajo, Júcar, Segura… y un río como el Guadiana desparecido…, necesita una consejería específica en esta materia, con recursos y personalidad. Una política de aguas de calado profundo y vista larga, de recuperación de recursos y ecosistemas, engarzada con las garantías de abastecimiento y depuración.
Si desde aquí no presionamos, otros lo harán por nosotros para llevarse los caudales y los ríos a sus intereses y negocios. Lo están haciendo, con la inestimable ayuda del Gobierno de Pedro Sánchez y la ministra Teresa Ribera. Nada cambia para el Tajo gobierne quien gobierne en Madrid. Vamos a ver si aquí, en Castilla-La Mancha, al menos somos capaces de dejar las cosas claras, y no hacer la vista gorda con el Tajo a cambio de un imposible trasvase a los regadíos de la Mancha sobre un agotado Guadiana.