“Hemos cambiado el acto individualista de ir al supermercado con tu carro y verte apabullado por todas las opciones de productos que hay en las estanterías” por acudir “un día a un local donde repartimos las cestas de alimentos que previamente hemos pedido”. Este sería uno de los motivos que han hecho a Marga y Laura, miembros del grupo de consumo Caracoles, cambiar sus hábitos de compra de alimentación, pero, desde luego, no ha sido el único que les ha impulsado a ello.
El fomento de una agricultura más sostenible, el respeto al medio ambiente, la proximidad a los proveedores -con los que establecen sus propios canales de comercialización-, la calidad de los productos ecológicos que consumen o la relación social que establecen en un grupo en el que todos aportan y participan son algunas razones más por las que alrededor de 40 familias han cambiado el supermercado por un sistema alternativo de consumo que se basa también “en la soberanía alimentaria”.
Este grupo nació en Toledo hace cinco años por “la necesidad” que pusieron en común un grupo de personas con la intención de “alimentarse de una manera más sana” y “facilitar el acceso a alimentos más sanos, locales y justos”, explica Laura. “También nos unió mucho la necesidad de crear comunidad. Queríamos hacer red y creo que es el espíritu que nos mantiene juntos cinco años después”, añade Marga también sobre el proceso de creación y puesta en marcha de este grupo que, desde el mes de noviembre, gestiona sus compras y repartos en un local de Santa Bárbara.
Empezaron comprando verduras y ahora gestionan incorporar también pescado. Entre estos, han ido incluyendo legumbres, frutas, harina, queso, aceite, vino, carne -pollo, ternera y cerdo- e incluso bollería. Todo son productos ecológicos de proveedores con los que también establecen una relación, incluso colaborando en sus cultivos, y, por supuesto, unos precios -al por mayor- para adquirir los diferentes géneros.
Alimentos que se cultivan en municipios de Toledo como Camarena, Yepes, Los Navalmorales, Ocaña, Camuñas, San Pablo de los Montes o Villafranca de los Caballeros. No obstante, el grupo no se cierra a a comprar productos de otros sitios de España -como Zamora o Granada, de donde también adquieren productos- que puedan suponer una mejora de la calidad del mismo y una mayor vinculación con la filosofía que mantienen en este ámbito como, por ejemplo, en el tipo de agua que utilizan o los terrenos en los que cultivan sus alimentos.
Trabajo horizontal y selección de productos
En este sentido, Marga y Laura describen que el trabajo horizontal que desempeñan todos los miembros del grupo, el cual está abierto ahora también a integrar a más familias, por medio de actividades como la recogida y el almacenamiento de productos, la contabilidad de estos y la de las compras que realiza cada uno, el reparto o la distinción de la calidad de los alimentos que consumen.
Para ello, la organización del grupo se gestiona a través de una junta directiva -compuesta por tres personas- y distintas comisiones que abordan las labores mencionadas. Cabe destacar el papel de la comisión de calidad, la cual evalúa los productos que adquieren por medio de unos ítems que permiten calificar un mayor y menor grado conveniencia para su adquisición, siempre condicionada, remarca, a los productos “de temporada”.
No obstante, hasta alcanzar este grado organización, el grupo ha evolucionando su estructura y el formato de sus herramientas con el paso de estos años. De esta manera, han pasado de usar una hoja de Excel para organizar sus comprar a hacer mediante una aplicación informática que comparten con otros grupos de consumo y a la que algunos miembros de Caracoles, con conocimientos informáticos, han contribuido a mejorar. Sin alejarse del carácter asambleario con el que toman sus decisiones, también han ido más allá a la hora de dirimir si adquieren un producto o no mediante una encuesta que realizan todos los miembros del grupo.
“No somos una tienda de productos ecológicos”
De las 7 u 8 primeras familias que participaron en el primer pedido a las casi 40 actuales ha transcurrido un período de tiempo en el que han estrechado vínculos con sus proveedores, han afinado sus necesidades de consumo y han establecido los parámetros que consideran más justos y equilibrados para el reparto de costes -como una tasa porcentual del 2 por ciento que se incluye en el precio de la compra y con la que el que más pide aporta más- y la gestión del local del que disponen ahora.
“El crecimiento del grupo tiene que ser controlado porque si no nos puede llevar al fracaso. Hemos tenido momentos con lista de espera, hemos dado paso a nueva gente y actualmente sí que acogeríamos más familias”, indican ambas sobre la evolución de Caracoles, un grupo al que también le gustaría que surgieran más iniciativas como esta y que distinguen de otras como las tiendas de productos ecológicos, unos establecimientos en los que, a su juicio, se puede encontrar “más marketing o productos exóticos de otros países”.
Precisamente, de este grupo de consumo va a nacer otro que Miguel, también miembro de Caracoles, está gestionando con la Asociación para la Defensa de Consumidores y Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (Adicae) en Toledo, con la idea de dar continuidad y “visibilizar” el debate que, entre ellos mantienen, sobre si es más económico comprar a través de un grupo de estas características o hacerlo en un supermercado convencional. De lo que no tienen dudas es de los aportes nutritivos “superiores” que tienen los alimentos que ellos consumen ahora y de la manera en que han aprendido “a vivir y a comer mejor” gracias a su inclusión en Caracoles.