“No tires tu rica comida”. Es lo que pone en las pegatinas que la Red Alimenta de Toledo entrega en restaurantes, hoteles, hospitales, residencias y centros escolares de la ciudad. Con ello buscan afianzar la base fundamental de su proyecto: los donantes de alimentos que deciden que sus excedentes pueden servir a otras personas en situación de vulnerabilidad o darle otro uso que no sea acabar en un contenedor de basura. Este proyecto, que lleva ya dos años funcionando en la capital castellano-manchega, ha desgranado su metodología en el marco del Conama Local 2019 de Toledo, en un acto sobre consumo responsable y economía circular organizado por la Viceconsejería de Medio Ambiente y que se ha convertido en uno de los más numerosos de este congreso en su última jornada.
María Martín, una de sus coordinadoras y voluntarias, ha sido la encargada de presentar una iniciativa que está despertando gran interés, que ha logrado una adhesión sin precedentes y que además busca expandir su espíritu a nivel provincial, regional o incluso estatal. De hecho, ha conseguido que solo en lo que llevamos de año, unas ocho toneladas de alimentos no se hayan tirado a la basura y se hayan redistribuido para otros usos.
Todo comenzó con un viaje a Portugal, donde las fundadoras de esta red de voluntariado pudieron conocer la experiencia de Re-Food, una organización de actuación “micro-local” creada con ese objetivo de aprovechamiento de los excedentes alimentarios. Sus componentes recorren los barrios de Lisboa para recoger alimentos de restaurantes y se los llevan a los vecinos que puedan necesitarlos. Ahora esta fórmula existe también en Toledo: constituida como asociación sin ánimo de lucro y con espíritu colaborativo con otros colectivos, Red Alimenta cuenta con unos 50 voluntarios distribuidos por barrios que se encargan de canalizar la comida no servida al consumidor y redistribuirla.
Esta organización es totalmente independiente y está avalada por la dirección de Seguridad Alimentaria, para lo que tuvo que elaborar un Plan de Autocontrol que debe cumplir escrupulosamente: los alimentos deben estar dentro de los estándares de calidad y ser redirigidos a personas en situación de vulnerabilidad en función de un convenio con los Servicios Sociales del Ayuntamiento, que derivan a los voluntarios a los vecinos que lo necesitan. Todo se realiza bajo criterios de “plena confidencialidad”, donde no se identifica de manera pública ni al donante ni al beneficiario, para evitar con ello que las empresas puedan aprovecharse de ello como estrategia de marketing y que se “estigmatice” a los receptores.
Son la solidaridad y la sostenibilidad los dos pilares sobre los que se asienta este proyecto. Sus fundadoras parten del hecho de que España es el sexto país de Europa con más desperdicio alimentario y precisamente uno de los estados donde todavía perviven niveles de pobreza y vulnerabilidad económica por encima de la media. “No tiene sentido tirar toda esa comida a la basura”, ha destacado María Martín, repasando además otras ventajas de carácter transversal que con ello se consiguen: “El despilfarro de alimentos supone también despilfarro de energía para cocinar, de materias primas y de agua. ¿Cómo es posible que tiremos toda esa comida en perfectas condiciones cuando entre nuestros vecinos puede haber situaciones de precariedad y vulnerabilidad?”, resalta. Es más, afirma que con ello, y tras dos años de trabajo, han conseguido también generar y ampliar redes vecinales en Toledo. “Incluso se han entablado relaciones y redes colaborativas que trascienden a nuestra organización pero que también son muy importantes”.
Ha querido dejar claro que en España hay una legislación muy restrictiva en cuanto a sanidad alimentaria y que todo el excedente que gestionan no se ha sacado a los consumidores, lo que también facilita a los donantes, sean del tipo que sean, eliminar problemas logísticos de almacenamiento. La planificación de estas actuaciones es, por tanto, fundamental. Si cualquier establecimiento entra en Red Alimenta, ya sabe cómo puede gestionar su excedente y trabajar son esas previsiones, contribuyendo a un fin social que también le proporciona ventajas.
Además de los voluntarios, este colectivo cuenta con socios cuyas cuotas están destinadas a la compra de las mochilas y los recipientes de cristal con las que se distribuyen los alimentos, y a sufragar un seguro por si hay algún tipo de incidencias. Finalmente, todos sus miembros se comprometen a la no discriminación de los destinatarios por ningún motivo, a la confidencialidad, a la no estigmatización, a un protocolo de prácticas e higiene que incluye el lavado de los envases, y a la responsabilidad de cumplir con su función conforme a los plazos y entregas programadas.
Se da la circunstancia de que en el marco de este acto se ha detallado el decreto contra el desperdicio de alimentos que ya se ha aprobado y publicado en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha. El jefe de Área de Consumo, Alejandro Salcedo, ha destacado el trabajo conjunto entre las consejerías de Sanidad y de Medio Ambiente y el hecho de que se haya elaborado con carácter “proactivo y persuasivo” pero “en absoluto sancionador”. “Lo que pretende en sumar voluntades”.
Objetivo de la Agenda 2030
Así, ha señalado como enfoque novedoso la premisa de que no solo mantiene como objetivo reducir el despilfarro de alimentos sino un conjunto de mecanismos que permitan un aprovechamiento del excedente y la redistribución solidaria de alimento, algo que marca la Agenda Global 2030.
También se ha presentado el proyecto de Ley de Economía Circular de Castilla-La Mancha, pendiente de tramitación en las Cortes regionales. El coordinador regional de Medio Ambiente de la Viceconsejería, Javier Ariza, ha destacado la importancia de ir dejando atrás la economía lineal y el hecho de que esta comunidad vaya a otorgarle rango de ley para hacer esta actividades más vinculantes con ciudades y administración.