Según la mitología griega, Penélope, esposa de Ulises, durante la ausencia de su marido, para asegurarle fidelidad y evitar a los pretendientes, dijo que solo se casaría una vez terminada una tela que tejía por el día y destejía por la noche. Eso duró 20 años, hasta la vuelta de Ulises.
Pues bien, en la práctica, el urbanismo toledano en la Vega Baja y La Peraleda es lo más parecido a la tela de Penélope, un continuo hacer y deshacer, a través de actuaciones empeñadas en ocupar un espacio en buena parte libre de construcciones y rodeado de barrios nuevos, lo que intensifica los intereses inmobiliarios para unos y la esperanza de la conservación y mejora de sus valores patrimoniales, medioambientales y paisajísticos para otros.
En este sentido, conviene recordar lo dispuesto en las Instrucciones de la Dirección General de Bellas Artes de 1968: “La Vega Baja se conservará como parque natural o zona de explotación agrícola y servirá de fondo y protección a la zona arqueológica del Circo Romano”. Incorporado esto a la documentación de la UNESCO, adquiría obligado cumplimiento como tratado internacional, y hoy, seguimos en la misma situación y con idénticos deseos.
Los actores políticos y económicos de la ciudad nunca han dudado en aprovechar cualquier circunstancia para levantar edificaciones en una zona que consideran como ensanche natural, ignorando sus protecciones legales y que cualquier intervención en ella necesitaría la aprobación de la UNESCO.
El cierre de la Fábrica de Arma en 1996 y la siguiente cesión de sus instalaciones y superficie de seguridad al municipio aceleraron los intereses de la administración e inmobiliarios por la ocupación de la zona, ya iniciada con la Consejería de Fomento a pocos metros del río.
A partir de entonces, los planes de actuación se sucedieron: Unidad Vega Baja 1, Circo Romano y Cristo de la Vega, Plan Parcial 02 del POM de 2007 en La Peraleda, Modificaciones 28 y 29 del PGMOU de 1986 y Nudo norte, así, hasta la denuncia por expoliación ante el Ministerio de Cultura en 2019, que consiguió reducir a 2 los 4 bloques de 5 alturas aprobados en la ampliación de Santa Teresa y evitar el cuartel de la guardia civil junto al poblado obrero.
Todas esas actuaciones fueron proyectadas conociendo ya la importancia de restos arqueológicos de la 'Urbs Regia' visigoda y de otras épocas. Ante esas evidencias, el presidente Barreda paralizó la UA 1 en 2006 y declaró su ámbito 'BIC arqueológico' en 2008, aunque sin zona de seguridad y con límites definidos no por criterios científicos sino de coincidencia con una Unidad de Actuación Urbanística (UA1).
Lejos quedaba ya la moción del arquitecto García-Pablos, aprobada en pleno municipal el 9 de mayo del 1980: “La ciudad monumental, el Tajo y el entorno definen un espacio territorial que es preciso proteger y mejorar en forma continua ya que si se produce un solo desacierto se rompe la armonía que debe ser defendida para el conjunto”, y más lejos lo está en 2022, sin avance en ese sentido.
Treinta años después de aquella moción en favor del Tajo y su entorno, incluida la Vega Baja y La Peraleda, seguimos igual, pero con más caos, menor armonía del conjunto y pérdida de restos, como los de la basílica visigoda de San Pedro y San Pablo bajo el centro de FREMAP.
La Consejería de Fomento, el Colegio Carlos III, la urbanización de San Pedro el Verde, los bloques de la ampliación de Santa Teresa y las construcciones anejas al nudo norte son disonantes y barreras arquitectónicas, unas promovidas por la administración y otras por la iniciativa inmobiliaria, pero todas en zona de protección y dentro de uno de los conos visuales del PECH de 1997. Llegados a 2018, el elemento paisajístico más disonante de la Vega Baja serán los dos bloques nuevos de cinco plantas próximos al Circo romano, y la alarma resurgió con la modificación 28, el anuncio de construcción del cuartel para la guardia civil junto al poblado obrero y la Modificación 29 para recuperar desarrollos en La Peraleda suspendidos por la anulación en 2017 del POM de 2007.
La intervención de la plataforma 'Toledo, Sociedad, Patrimonio y Cultura' en el Parlamento eEropeo el 16 de junio de 2021 aceleró un 'Convenio Marco de Colaboración' entre las administraciones para el 'Sitio Histórico y Natural' de la Vega Baja, si bien la firma no llegó hasta el 23 de septiembre de aquel año.
Pero la sorpresa fue que su ámbito de intervención se reducía al 20 % de la zona protegida como 'Buffer Zone', arqueológica y de protección de paisaje, e incluía sólo tres de los 4 BIC allí existentes: el yacimiento arqueológico, el Circo romano y el Cristo de la Vega. Intencionadamente, se dejaba fuera la Fábrica de Armas para facilitar su recién aprobado 'Plan Especial de la Zona Dotacional', el 19 de septiembre de 2022, que permite nuevos edificios en su interior, incluso para alojamiento universitario con desprecio de su ubicación en el casco histórico, aprovechando locales vacíos y su necesidad de recuperación morfológica y residencial.
Y por otra parte, las actuaciones en el entorno del Convenio desde su firma no han sido de protección: adquisición por una inmobiliaria de terrenos del antiguo camping del Circo, proyecto de construcción de un campo de futbol, un aparcamiento y sendas peatonales, todo sobre suelos arqueológicos y sin conocer aún, en palabras del gobierno municipal, el estudio de georradar encargado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha hace dos años.
A la obsesión por las construcciones, residenciales o de otro tipo, siempre “artificialización” del suelo sobre restos arqueológicos en la Vega Baja, corresponden, declaraciones cambiantes del equipo de Gobierno municipal: “No se harán viviendas”, “se harán menos viviendas”, “no se descarta la construcción de viviendas”, “no habrá viviendas residenciales”, y mientras eso sucede, en La Peraleda, salen a subasta sobre “suelo rústico protegido” parcelas resultantes del Plan Parcial 02 del POM de 2007, ya no a la espera de la Modificación 29 del PGMOU de 1986, sino de su recalificación como “suelo urbano” según el avance del nuevo POM, para un barrio de más de 9.000 habitantes, una réplica del POM del 2007, injustificable por el escaso o inexistente crecimiento poblacional y porque añadirá más dispersión al actual “archipiélago urbano”.
Simultáneamente, se mantiene la construcción allí del cuartel de la guardia civil, como punta de lanza del proceso urbanizador, sobre 37.000 metros2, en “suelo no urbanizable” y de inundación, y todo en la Vega Baja y La Peraleda, en la misma unidad geográfica y cultural, sin el necesario Plan Especial ya recomendado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 2019 en Informe derivado de la denuncia por expoliación, como el de ICOMOS en las mismas fechas.
También sorprende la desaparición en el nuevo POM de los arquitectos Busquets y Ezquiaga, en su momento, presentados como los “mejores arquitectos”. De su intervención queda el “Dictamen sobre Vega Baja” de Busquets, en el que se señalan, no sin ambigüedad, tres perímetros posibles de actuación, pero siempre desde la necesidad de un Plan Especial que "debe proporcionar una clara orientación urbanística para el sector y su encaje en los perímetros adyacentes, alimentando la revisión del POM de la ciudad, pensando en la escala más detallada de la actuación sobre la Vega Baja, y presentando los proyectos urbanos clave que la relacionen con el resto del espacio monumental de Toledo".
Naturalmente, su materialización exigiría adecuación a la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1985, a la Ley de Patrimonio Cultural de Castilla La Mancha de 2013 y a la UNESCO, más cuando ni siquiera el BIC 'Yacimiento arqueológico' de 2008 dispone de Plan Especial. Y por supuesto, sin olvidar que debería incluir también La Peraleda.
En lugar de ese Plan Especial, con identificación de los restos arqueológicos, seguimos asistiendo a la fragmentación de la Vega Baja y de la Peraleda, sin visión de conjunto, sin coherencia, sin plan de etapas ni la menor previsión demográfica, limitándose a un lavado de cara de proyectos y unidades del POM de 2007, como lo es también el 'Plan Especial del Parque Dotacional del Tajo', y como ocurre con las actuaciones puntuales en las riberas del Tajo, desempolvando el anterior POM de 2007 y el proyecto de la Confederación Hidrográfica del Tajo de 2011: 'Take me to the river'.
Con ese contexto, ¿se puede afirmar realmente que la Vega Baja esté salvada?, y más cuando no es sólo el reducido ámbito del Convenio Marco sino la amplia unidad geográfica así denominada que incluye La Peraleda, las dos orillas del río.
Seguimos, pues, dentro del 'tejer y destejer de Penélope', para volver siempre al principio, al POM de 2007, anteponiendo intereses inmobiliarios a valores protegidos por la legislación y la UNESCO. La fragmentación, la aleatoriedad en las actuaciones y la opacidad en las contrataciones impiden el tratamiento unitario de la zona, con plan de etapas en función de los recursos financieros, y un objetivo de aprovechamiento de las oportunidades para garantizar valores patrimoniales, paisajísticos y medioambientales.
Por supuesto, ese tratamiento unitario, desde un Plan Especial previo, exigiría un proyecto urbanístico de conjunto para la Vega y La Peraleda, mediante concurso público y transparente, y mejor internacional que nacional, como en Madrid con la operación Madrid-Rio, en Vitoria-Gasteiz, en Valencia o en cualquier otra ciudad, y eso sí, con respeto a las normas de protección de patrimonio, de paisaje y de medioambiente que garantizan la integridad de nuestras vegas, la Alta y la Baja, como soportes de identidad y parte de las razones por las que Toledo es “Patrimonio de la Humanidad”.
En consonancia con el mito de Penélope, al igual que ella pudo poner fin a su tarea tras el reencuentro con Ulises, nosotros soñamos también con un final feliz, que sustituya intereses inmobiliarios y plusvalías por un urbanismo de la recuperación y puesta en valor del patrimonio, del paisaje y de las vistas de la ciudad histórica, que apueste por la renaturalización, el saneamiento del río y de sus riberas, la mejora de las conexiones entre barrios, la recuperación residencial y funcional del casco histórico y un turismo sostenible.
De acuerdo con la Agenda Urbana, el Pacto Verde europeo, y la ley de Cambio climático y Transición Energética, de 21 de mayo de 2021, es preciso que Toledo convierta sus vegas en oportunidad para sus habitantes y para otro turismo. Los intersticios entre barrios y sus relaciones con el río pueden ser aprovechados para agricultura urbana, para actividades de proximidad de ocio y encuentro con la naturaleza, como se hace en otras ciudades que llevan años apostando por las “tramas verdes y azules” (Zárate, A., en “Aportación española al 34 Congreso de la UGI”, pp. 344 a 362, Centro Nacional de Información Geográfica, 2020).
Toledo tiene todas las condiciones para ser un referente de la naturalización urbana y hacer de ello un componente más de los valores paisajísticos y patrimoniales que la convierten en ciudad excepcional en el mundo. También tiene que ser un modelo de “ciudad de la cultura”, con metas comunes para sus habitantes, la aspiración a “capital europea de la cultura en 2030” tendría que aunar ilusiones colectivas, y eso pasa por unas vegas vivas y compartida por todos, no privatizadas, con más patrimonio y más naturaleza, con un río limpio y superficies de uso e interés de todos. Sin lugar a dudas, otro Toledo es posible, únicamente depende de los ciudadanos, de su compromiso y responsabilidad en la acción para conseguirlo.
Sólo entonces la tela de Penélope estará terminada, se habrá dejado de tejer y destejer, y lo que es peor, dañar el lugar, sin más vueltas al POM de 2007, para confeccionar otro paño cada vez más grande y de más calidad, con la participación y la ilusión de todos por un Toledo más sostenible y protagonista de su futuro, con proyección hacia los nuevos tiempos, pero conservando lo mucho que queda de un pasado glorioso y complejo que ha de servir de referencia para las nuevas generaciones.