Vivimos en una ciudad perdida. Toledo es una ciudad sin proyecto de futuro, ¿o sí lo tiene? Miren si no la Vega Baja. Pareciese un aparcamiento de un centro comercial.
Y el Casco Histórico lo es, un gran parque temático a la espera de un “lleno completo” y de no ser por la inesperada pandemia se habría conseguido, así como el destinar los viejos inmuebles a apartamentos turísticos o los locales comerciales a franquicias, negocios hosteleros y tiendas de recuerdos. La herida supura por arriba y por abajo, en el pasado, en el presente y hacia el futuro. Los gabinetes de prensa gubernamentales parecen borrar esa impresión y anuncian un convenio sobre el conjunto que solucionará los problemas planteados en tan emblemático espacio.
Y es que la Vega pareciese un agujero negro que absorbe todo. En época franquista se urbanizaron tierras de Bienes Propios, de Defensa y de la Asociación de Ganaderos del Reino, se construyó el barrio de La Reconquista, Colegio de Carmelitas (a pesar de existir restos de edificaciones romanas evidentes) y el barrio de Santa Teresa. Ya en época democrática y con transferencias regionales se permitió construir en San Pedro El Verde sobre restos arqueológicos y levantar un bloque/Consejería entre dos BIC: el Cristo de la Vega y la Fábrica de Armas. Continuidad que nos dice mucho del dicho lampedusiano.
El municipio ha tapado con una capa –asfáltica no, que eso suena ya mal, sino 'transpirable', para que los coches no se embarren-, los restos arqueológicos subyacentes, de cuya existencia sólo sabemos por oídas, ya que no se ha publicado prácticamente nada, ni los resultados de las excavaciones ni las investigaciones con georradar. Se realizó una 'senda peatonal' avalada por las mejores firmas y filosofía urbanística para lavar la imagen de la falta de un Plan definido sobre el conjunto. Se ha permitido construir bloques de pisos grises -aún más chirriantes si cabe que los anteriores- frente a una ciudad que proclama 'Patrimonio de la Humanidad'. O amplía y refuerza las vías de acceso a la ciudad y circulación rápida que atraviesan la Vega, espacio arqueológico declarado BIC. En fin, un despropósito.
En los proyectos no va mejor: Se han realizado promesas incumplidas una y otra vez, se pagó por redactar un proyecto de gestión museística del lugar. Se ha jugado a poner y quitar centros comerciales, cuarteles y otros usos piadosos en alguna de sus parcelas. Sigue permitiendo que el conjunto esté fragmentado en distintas unidades de protección y/o desprotección.
¿Para cuándo un proyecto de ciudad y de ordenación del territorio que nos aclare qué va a pasar con los espacios visuales 'protegidos' de las vegas (del Rey, Alta, Baja y Peraleda) y de los restos arqueológicos? ¿Para cuándo Cultura se atreverá a decir –y a hacer- algo e imponer la cordura allí donde hasta ahora han primado los intereses particulares y la poca altura de miras municipales, más atento en el afán recaudador y en parchear los problemas puntuales en vez de plantearse ser, realmente, una ciudad 'Patrimonio de la Humanidad'? ¿Para cuándo se tomarán las decisiones con transparencia, sabiendo que hay una participación efectiva de expertos en la arqueología y el planeamiento urbano? Hasta el momento los gabinetes gubernamentales sólo han contado con estudios de arquitectura, propios o de encargo.