Zebina Guerra (Gran Canaria, 1984) será reconocida con el Premio Alice Guy, dotado con 17.000 euros, en el marco del Festival del Cine y la Palabra (CiBRA) que se celebrará en Toledo del 24 de octubre al 7 de noviembre.
Una enfermedad al inicio de su adolescencia le cambió la vida y aquello ha inspirado el guion de Olivia. En el texto cuenta la historia de una adolescente muy exigente consigo misma, cuya vida cambia por completo cuando le detectan una enfermedad incurable. La profesional explica la experiencia adolescente en la que ha basado el guion premiado, cómo la autoexigencia es una carga y las dificultades que tienen las cineastas para ver realizados sus proyectos.
¿Qué supone este reconocimiento, el premio Alice Guy que has recibido?
Fue, totalmente, una sorpresa, porque este es un guion que yo no he movido porque está basado en un hecho real de mi vida, de cuando yo era pre-adolescente, y siempre me ha dado un poco de pudor escribir sobre mí. Me llegó la posibilidad de enviarlo al concurso y dije, ¿por qué no?
Y claro, como no había estado en ningún laboratorio, no tenía ningún sello, digamos, de ningún festival, pues totalmente sorpresa y muy honrada estoy, claro.
Entonces, esa Olivia de 12 años que protagoniza el guion, ¿eres tú?
Sí, sí, sí, totalmente. La verdad es que la historia está ficcionada, pero está basada en un hecho que me ocurrió a mí. Tiene que ver con una niña normal a la que de repente diagnostican una enfermedad y tiene que estar más de 40 días ingresada.
Y es un poco este proceso de cuando estás madurando y de repente te encuentras totalmente encerrada en un lugar. Esa vivencia, que parece dramática, pero como yo siempre he escrito comedia, lo escribo con bastantes notas cómicas.
¿Y qué supuso para ti esa vivencia? ¿Cómo te cambió?
Fue completamente un antes y un después. De hecho, el guion empieza diciendo, en voz en off, que en la vida hay pocas cosas que sean un antes y un después. Esa fue una.
Porque a partir de ahí, no solo ves la vida de distinta manera, sino que maduras muy rápido. Porque, claro, tú estás viviendo en una especie de inconsciencia de niña de 11, 12 años y, de repente, te das cuenta de que la muerte también le llega a gente de diferentes edades, que hay gente que vive con problemas de salud para siempre.
Yo, en mi caso, conseguí curarme. Pero, claro, de repente la visión de la vida te cambia completamente. Para mí fue totalmente un cambio en mi vida, en mi carácter y en todo.
Claro, porque cuando estás en esas edades lo más normal es pensar que la muerte es algo muy lejano y que no va a llegarte.
Exacto, y de repente las cosas las pones en su sitio y lo que te va pasando le da su justa importancia. O sea, ya sacar un 'cinco' en un examen ya no es tan grave. Es como, bueno, pues mejoraré. La perspectiva es diferente de toda la vida.
En el guion das mucha importancia a que Olivia es muy exigente consigo misma. Hay muchas niñas que sienten esa autoexigencia, no solo a nivel académico, sino en muchos aspectos de su vida. ¿Por qué crees que, sobre todo niñas, se ven abocadas a tratar de conseguir esa perfección?
Te diría que ahora también las redes sociales, pero bueno, en mi época no existían. Entonces, yo creo que a la mujer se le ha inculcado que no es tanto sus logros como su apariencia también, ¿sabes? Debemos ser como esa cosa casi perfecta, también para lograr llegar a lugares donde a los hombres quizás históricamente les ha sido más fácil llegar con menos esfuerzo.
También yo ahora que tengo un niño y una niña me doy cuenta de que ella, sin nosotros inculcárselo, tiende a ser más organizada, más a la perfección. Entonces yo creo que es un rasgo entre educacional y quizás inherente a la propia persona. También es un poco extraño generalizar en estos puntos, ¿no? Porque cada persona es como es. En mi caso yo era muy, muy exigente y todo esto que me pasó me hizo ver que no hacía falta, que hay que ser un poco más amable con uno mismo.
Y ¿qué les podrías decir hoy a las niñas que se pudieran identificar con esa situación de autoexigencia consigo mismas?
Pues que la perfección es una quimera que no existe, que todo el mundo tiene fallos en algún lugar de su persona y que intentar conseguirlo solo te va a llevar a enfermarte, ya sea física, emocional, mentalmente. Que no se estresen por eso, que sean más amables consigo mismas y que acepten los fallos que tienen porque eso también forma parte de la personalidad de cada uno.
Una curiosidad del guion: Norma Duval ejerce como una especie de ‘Pepito Grillo’ para la protagonista. ¿Por qué ella? ¿Es también una reminiscencia de tu adolescencia?
Sí. Mi madre siempre me contó que cuando yo era pequeña no me gustaba la verdura, lo típico de los niños. Y una vez salió una entrevista de Norma Duval y salía guapísima y yo me quedé como prendada. “Pero qué mujer tan guapa, ¿cómo es tan guapa?”. Y mi madre me dijo “porque come muchas verduras”. A partir de ahí, ningún problema con las verduras.
Esto me hizo gracia. También porque cinematográficamente me parecía chulo tener a alguien vestido de cabaretera con esos brillos y esas plumas, ¿no? Que estuviera allí como un referente de mujer 10, pero también que fuera un Pepito Grillo. La contradicción de esa exuberancia con medir cada cosa que ella quiera hacer o se quiere salir fuera del redil, yo creo que era divertido y por eso puse a Norma Duval.
El guion, de momento, es solo un guion y me comentabas que ves que un poco complicado llegarlo a convertir en un largometraje. ¿Cuáles son las dificultades que os encontráis las guionistas más independientes en este aspecto?
Yo a veces trabajo de guionista de encargo y cuando me llegan ideas ya encargadas por productoras o ya han tanteado la industria y ya vemos que hay un interés, es más fácil que se haga su proyecto, sale casi directamente. Pero cuando eres tú, con tu proyecto personal, que lo levantas, es que eres una aguja en un pajar, o sea, de repente los lugares donde puedes financiar tu película son limitados y si acaparas ya varios noes, tu película se queda directamente en un cajón porque no hay manera de levantarla. El cine conlleva muchos trabajos y conlleva mucho dinero levantar una película y si no consigue dos o tres colaboradores financieros, ya no la levantas.
Entonces, claro, hay tanta gente que quiere contar historias y hay tantos guionistas y cineastas ahora y tan limitadas las fuentes de financiación que es inevitable que el lugar normal de un proyecto es no producirse.
¿Qué medidas se podrían implementar para dar esas facilidades a guionistas que no sean tan conocidas?
Bueno, siempre es una cuestión de dinero, cuanto más dinero haya para producción, más fácil se va a producir.
Sí que es verdad que desde el Gobierno siempre han ayudado a nuevos cineastas, pero quizás en plataformas o televisiones, no es tan común. Más bien lo contrario, porque como cuesta mucho, cuando ponen el dinero lo quieren poner en gente solvente y eso a veces cierra puertas a nuevos cineastas, está claro.
Aparte de Olivia, ¿en qué otros proyectos estás trabajando ahora mismo?
Pues mira, el pasado 3 de octubre salió en Amazon una nueva serie coescrita por mí con otros compañeros, que se llama Zoomers.
También está por estrenarse la última película que escribí con la directora Marta Díaz de López, que se llamará Pioneras: solo querían jugar, que va sobre la primera selección de fútbol femenina, que es un proyecto que nos hace mucha ilusión.
Y sigo trabajando en proyectos que, de momento, están todavía buscando financiación.