
Tomás Alía junto a su madre y maestra de Lagartera, Pepita Alía y los trajes lagarteranos/ Imagen: Tomás Alía
Lagartera está cumpliendo un "sueño". El de tener su propio museo dedicado a las Labores, su indumentaria y sus procesos textiles. Tomás Alía es lagarterano y la pasión por sus tradiciones a la par que su trayectoria profesional, enfocada en la arquitectura y el diseño de interiores, le han llevado a ser el director artístico del edificio que verá la luz en un plazo de ocho meses.
Tomás lleva años trabajando en la recuperación y reconocimiento de los oficios artesanos españoles, especialmente de Lagartera, su pueblo natal. Gran parte de su infancia ha estado ligada a los bordados de los trajes tradicionales. Pues tenía como madre a la maestra Pepita Alía, embajadora de la artesanía lagarterana y figura clave en la difusión y reconocimiento internacional de las Labores de Lagartera, reconocido como Bien de Interés Cultural.
Después de la publicación oficial del proyecto del Museo de las Labores: Indumentaria y Procesos Textiles, enmarcado en el Plan de Sostenibilidad Turística de la Campana de Oropesa, su director artístico recorre con Toledodiario, a través de una entrevista, el proceso hasta llegar al deseado edificio, la importancia de la artesanía en nuestra sociedad y como ha marcado su vida las raíces más profundas de Lagartera.
Pregunta: Se ha anunciado el proyecto de museo dedicado a los trajes tradicionales que tanto caracterizan a Lagartera. ¿Qué supone para ti este proyecto siendo su director artístico y también lagarterano?
Respuesta: Después de muchos años soñando con la necesidad de crear este lugar, las Labores de Lagartera, sus indumentarias y sus procesos textiles tendrán al fin el templo que merecen: un espacio donde custodiar, celebrar y proyectar su grandeza. Para mí no es solo un museo, es la casa del alma textil de Lagartera.
¿Cómo definirías el proceso hasta llegar a este momento? ¿Qué se podrá ver en el interior de este "templo"?
Este es un proceso largo, de generaciones. Desde el siglo XIII, hombres y mujeres de Lagartera han custodiado un patrimonio textil que es mucho más que una técnica: es su seña de identidad, una isla estética en el corazón de la meseta. La arquitectura del museo nace del pañuelo de la mujer lagarterana: el pliegue convertido en gesto poético. En su fachada, el deshilado transformado en piel calada se abre como un pórtico sobre la plaza, invitándonos a entrar en un espacio de memoria y de futuro. Y en su interior, la Escuela de Labranderas se revelará en toda su excelencia: el rito, el símbolo y la vibrante cromática de sus labores hablarán de una identidad viva.
¿Qué valor crees que tendrá el museo para Lagartera, para Castilla-La Mancha y para España?
Será un referente cultural y un motor de orgullo colectivo. Pero además será un Centro de Estudios de nuestra identidad, lugar de investigación y transmisión. Un homenaje a la mujer, a la sostenibilidad y a la economía circular. Un espacio de diálogo con los grandes textiles patrimoniales del mundo, donde Lagartera se sienta en la misma mesa que Oaxaca, Fez, Kioto o Cusco, entretejiendo saberes universales.
¿Qué recuerdos guardas de tu infancia en Lagartera?
Lo más vivo que guardo es la casa de mi madre, Pepita Alía, la gran Embajadora internacional de las Labores de Lagartera, recientemente fallecida. Su hogar era un verdadero templo de la Excelencia Artesana Española, volcado en la defensa y promoción de la identidad lagarterana y de su estilo de vida. Ella me transmitió el orgullo por nuestras raíces y todo lo apasionante de nuestra suntuosa identidad.
¿Qué papel tuvieron los bordados y la artesanía en tu vida familiar y personal?
Fueron el paisaje de mi infancia. En mi familia los bordados eran más que un oficio: eran identidad, comunicación y belleza. Me enseñaron que lo hecho a mano encierra dignidad y verdad.
¿Qué tienen de especial los bordados lagarteranos frente a otras artesanías del mundo?
Son únicos por su minuciosidad, su fuerza cromática y su simbolismo. Los puntos de la Labrandería Lagarterana —tejidillos, pespunte y relleno, deshilado… hasta un total de 52— están registrados y patentados bajo la denominación "Labores de Lagartera" en la Oficina Española de Patentes y Marcas, avalando la excelencia de un saber ancestral. Lagartera fue fundada por una diáspora que trajo consigo una riquísima identidad cultural. Desde entonces representa un únicum, donde todo —el modo de vestir, de ornamentar, de cantar, de amar— conforma una cultura diferenciada y profundamente amada por sus gentes.
¿Qué papel juega la artesanía en la construcción de una identidad local y nacional?
La artesanía es raíz y proyección a la vez. Construye comunidad porque nace en familia, y construye país porque nos distingue y nos conecta con el mundo. Es identidad viva.
Las mujeres de Lagartera durante ocho siglos han sido las guardianas de esta singular identidad basada en su credo.
¿Cómo percibes el interés de las nuevas generaciones hacia la artesanía y la cultura lagarterana?
Lo percibo como un reto y una oportunidad. A comienzos del siglo XX, los emprendedores lagarteranos enseñaron a bordar a mujeres de hasta 100 kilómetros a la redonda, creando una red de formación y economía colaborativa que fortaleció la vida rural y la dignidad del trabajo femenino. Hoy, ese mismo espíritu puede inspirar a los jóvenes, que buscan autenticidad y futuro en lo local.