
José Ballester y Teresa Molins, cuyos restos mortales serán repatriados desde Francia a su Valencia natal. (Foto cedida)
Enclavado en el barrio de San Lorenzo, el Estadi Ciutat de València es el campo donde el Levante U.D. juega sus partidos oficiales. El próximo sábado, día 6, este recinto va a acoger un acontecimiento singular. L’Alqueria, su palco VIP, se convertirá durante unas horas en capilla ardiente para los restos de José Ballester Gozalvo, fundador del club en 1909 y primer alcalde de Toledo durante la II República, y Teresa Molins Gausach, su esposa. Ambos fallecieron en 1970 en el exilio de París.
Cincuenta y cinco años después, tal y como quisieron en vida, regresarán a España. Antes de ser inhumados en intimidad familiar, en su añorado barrio del Cabanyal, se celebrará un acto institucional de homenaje y recuerdo.
En un tiempo en el que suele discutirse sobre si los deportistas profesionales deben posicionarse políticamente o no, pidiéndoles mantener una asepsia que no perjudique los intereses económicos de los clubes y de las marcas comerciales que les patrocinan, o soliviante a sus seguidores, es muy loable que la iniciativa de repatriar los restos del republicano Ballester y su esposa haya sido liderada por el Levante U.D.

Delegación del Levante U.D. que se ha desplazado a París para recoger los restos de su fundador y primer presidente Foto: Levante U.D.
Una delegación del club, en la que también participan familiares, historiadores, profesores del IES José Ballester Gozalvo de València y representantes de las peñas granotas, ya está en París para recoger sus restos. Antes de volver a Valencia, en el cementerio de Villiers-Adam se descubrirá una placa recordando que allí permanecieron enterrados, hasta ahora, José y Teresa.
Fundador y primer presidente del Levante U.D.
Nacido el uno de marzo de 1893, José era hijo del maestro Vicente Ballester Fandós, quien realizó una extraordinaria labor educativa en el Cabanyal, siendo aún recordado como “mestre Visantico”. Aficionado a jugar al fútbol en la playa del Cabanyal, en septiembre de 1909 fundó el Levante Foot-Ball Club, siendo su primer presidente y contribuyendo a la redacción de los estatutos de la Federación Valenciana de Fútbol.
Titulado por la Escuela Superior de Magisterio y en Derecho por la Universidad de Valencia, tras ejercer en Soria y Segovia, donde coincidió con Antonio Machado, José llegó a Toledo en 1928 como catedrático en la Escuela de Normal, compaginando la labor docente con la asistencia letrada a personas sin recursos.
Presidente del Centro Republicano de Toledo, en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, fue elegido concejal del ayuntamiento, siendo designado alcalde por sus compañeros de la Conjunción Republicano Socialista. En la tarde del 14 de abril, desde el balcón de las Casas Consistoriales toledanas, proclamó la II República en la ciudad. En las horas siguientes dictó dos emotivos bandos. Uno, anunciando el cambio de régimen, y otro, pidiéndoles que se comprometiesen con la República, trabajando para hacerla viable.
“Una nueva era con el resurgir de las regiones a la libertad”
“España —decía en el primero de ellos— nace hoy a la República, como régimen de su liberación. Festejadla con júbilo, que ella señala un momento decisivo en el despertar de la ciudadanía y marca una nueva era con el resurgir de las regiones a la libertad […] Demostrad con vuestros actos que podéis ostentar con justicia el título de ciudadanos de la República Española”.
En el segundo, tras felicitar a los toledanos por su civismo durante las celebraciones por la proclamación, les exhortaba a arrimar el hombro: “De hoy en adelante, nuestro amor a la República que, ya conquistada, tenemos el deber de sostener y fecundar, debe manifestarse ofrendándole con el trabajo cotidiano y el anhelo de nuestro mejoramiento la aportación de nuestras más cordiales efusiones políticas. Pensad que ayer comenzasteis a ser ciudadanos de un pueblo que ha conquistado sus libertades. ¡Sois ciudadanos de la República Española! Y si ello es garantía de que serán respetados todos vuestros derechos, os obliga, más que nunca, a la efectividad de vuestros deberes. Tengo la evidencia de que vuestra ciudadanía será el mejor sostén del régimen político que comenzamos a vivir”.
Aunque Ballester solo permaneció unos meses en la Alcaldía de Toledo, renunciando tras ser elegido diputado en las Cortes Constituyentes de la República, desde ella dio sobradas muestras de su compromiso con el nuevo régimen y la esperanza regeneradora que para la sociedad española suponía.

"Qué es ser buen republicano”, artículo de Ballester publicado en 'Vanguardia', periódico semanal de la Juventud Republicana Radical de Toledo, en mayo de 1931. Imagen: Archivo Municipal de Toledo
El 19 de mayo de 1931, en las páginas de 'Vanguardia', periódico semanal de la Juventud Republicana Radical de Toledo, publicó un elocuente artículo bajo el título “Qué es ser buen republicano”.
“Ser verdadero republicano hoy —decía—, no es gritar en medio de la calle: ¡viva la República! Es algo más. Es ver en la República un régimen político que ha de hacer posible la transformación del orden social, para la cual transformación necesita ganar total y plenamente la confianza del país. Y esto se consigue fundamentalmente procurando que la vida se desarrolle dentro de la República ordenadamente, en orden que no es quietud, pero sí dinámica ciudadana, por entero encajada en los mandatos de la ley, que en la República, por el hecho de serlo, obliga a todos por igual, sin distinción de orígenes, posiciones ni jerarquías”.
“Por eso —concluía—, si en estos momentos se me preguntara por el deber de todo buen republicano, yo respondería que el primordial estriba en cumplir cada uno con su deber y vigilar tan solo a los enemigos de la República para oponernos con toda energía a cualquiera intentona de restauración monárquica. ¡Contra esos, contra los que tal cosa intenten, toda nuestra energía; pero para la República, camino llano y el amor y el sacrificio hasta de la vida de todos los que son honda y conscientemente republicanos!”.

José Ballester, abogado y pedagogo, primer alcalde de Toledo durante la II República Foto: Congreso de los Diputados
Una bandera del pueblo para el Ejército
Antes de su renuncia al cargo en septiembre de 1931, Ballester dictó otro bando invitando a los toledanos y toledanas a contribuir a la donación de la nueva bandera republicana a la Academia Militar. “Ejército y Pueblo, en una democracia como la que con la República hemos instaurado –decía–, deben ser una misma cosa. De la entraña del pueblo se recluta el Ejército, y este no es sino el propio pueblo, técnicamente preparado para su defensa. Si hubo un tiempo en que no fue así, no se culpe de ello al Ejército, sino a quienes, pretendiendo tenerlo a su exclusivo servicio, le alejaban cada vez más de su verdadera misión”.
“La nueva bandera tricolor –continuaba–, símbolo de la patria republicana, bajo cuyos pliegues han de educarse las nuevas generaciones de oficiales, debe ser Toledo quien la costee y la regale a la Academia”. A la vez que pedía contribuciones para tal fin, invitaba a las mujeres toledanas a participar en su bordado, como expresión de su patriotismo. El coste de la enseña se estimó en 2.000 pesetas, encargándose los trabajadores de la Fábrica de Armas de hacer el asta y la moharra. La entrega se materializó el 7 de octubre, siendo presidida por el entonces ministro de la Guerra, Manuel Azaña.
Dejada atrás su etapa municipal, Ballester se centró en sus responsabilidades como diputado y otros cargos en la administración republicana: vocal nacional del Patronato de las Misiones Pedagógicas y director general de Enseñanza Primaria. Como tal, el 12 de julio de 1936, una semana antes del golpe de Estado, asistió en el Teatro de Rojas a la inauguración de la Asamblea Pedagógica del Magisterio Toledano. Fue la última vez que estuvo en nuestra ciudad.

Ballester (primero por arriba, a la izquierda), director general de Enseñanza Primaria, en la escalinata del Teatro de Rojas junto a participantes en la Asamblea Pedagógica de Toledo, celebrada días antes de iniciarse la guerra civil Foto: Archivo Municipal de Toledo
Durante la guerra civil participó en la organización de las milicias de Izquierda Republicana, llegando a ser presidente comandante del Comité de Milicias Populares.
Fue, también, fiscal militar de la Auditoría de Valencia, asesor jurídico de la Presidencia del Consejo de Ministros y auditor general de la Guerra para la Comandancia Militar de Cataluña. Terminada la misma, se exilió en Francia, donde continuó desarrollando una gran actividad vinculado al Gobierno republicano.

Constitución de 1931, propiedad de José Ballester, donada por él al Archivo Municipal en abril de 1932 Foto: Ineso Manuel García / Archivo Municipal
Amigo personal del presidente Herriot, trabajó como asesor de los servicios extranjeros de la Asamblea Nacional Francesa. También fue presidente de la Liga de los Derechos del Hombre, vocal del Ateneo Iberoamericano en París, miembro de la Gran Logia Española y del Grand Oriente de Francia. Trabajó en la editorial Quillet, siendo responsable de sus ediciones en castellano, traduciendo a nuestro idioma algunas obras de Camus, de quien fue amigo. Colaboró con publicaciones hispanoamericanas y con las emisiones de Radio París para España.
Por su vinculación con la masonería, en 1942, y pese a encontrarse en Francia, el gobierno de Franco le condenó a treinta años de reclusión mayor.
En 1945 publicó el libro En el destierro, como homenaje a los exiliados. Al año siguiente, como presidente de la organización de Izquierda Republicana en Francia, presidió y organizó los actos de homenaje a Manuel Azaña en Montauban.
Carta a Eisenhower denunciando la tiranía de Franco
En diciembre de 1959, días antes de que el presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, visitase España, respaldando internacionalmente con ello el régimen de Franco, le remitió una carta pidiéndole que no viniese a nuestro país. “Los españoles —decía— viven como galeotes. Y la primera mano que usted estrechará cuando aterrice sobre suelo español será la de su tirano, que dejará caer momentáneamente, para que usted no pueda verlo, el látigo que usa para azotarlos […] ¡No vaya usted a España! No contribuya a hacer el calvario de los españoles más amargo. Ya ha hecho usted suficiente […] con sus repetidos obsequios en dólares que Franco utiliza principalmente para obtener rifles, ametralladoras y cañones que le permitan reforzar su tiranía”.

Hasta el final de sus días, José Ballester desempeñó distintas responsabilidades en el republicanismo español del exilio. Foto cedida
José Ballester falleció en París el 25 de julio de 1970 a la edad de setenta y siete años. Unos días antes había escrito una carta al general De Gaulle reprochándole sus relaciones con Franco, que no llegó a ser franqueada.
Su féretro fue cubierto con las banderas de su Valencia natal y de la República, echándose en su tumba un puñado de arena de la playa del Cabanyal, donde transcurrió su infancia. El futuro presidente francés François Mitterrand envió un telegrama de condolencia. Sus restos, junto a los de su esposa, Teresa Molins, han reposado hasta ahora en el cementerio de Villiers-Adam (Val d’Oise).
Colofón a una vida plena de compromiso, ética y coherencia
Como tantos otros hombres y mujeres fallecidos en el exilio, mostró su deseo de que, cuando nuestro país recuperase la democracia, sus restos regresasen a España. Ese anhelo fue recogido hace unos meses por el club de fútbol que fundó y dos profesores del IES 'José Ballester', de València, contando con la colaboración económica de la Diputación valenciana y el apoyo de sus familiares. El próximo sábado se hará realidad tal deseo, poniendo digno colofón a una historia personal plena de compromiso, ética y coherencia con unos ideales, los republicanos, que, como alcalde de Toledo y como pedagogo, siempre defendió e intentó inculcar en sus conciudadanos.
El primer alcalde republicano de Toledo era valenciano, murió exiliado y ahora piden repatriar sus restos
El primer alcalde republicano de Toledo era valenciano, murió exiliado y ahora piden repatriar sus restos
Descansen por fin, en tierra española y en libertad, los restos de José y Teresa. Y con ellos, parte de la historia reciente de Toledo permanecerá para siempre junto a la luminosa playa del Cabanyal.