Algunos insistimos en la necesidad de debatir sobre Toledo. Pero un debate que salga también de las Administraciones Públicas y las instituciones y logre la participación de la sociedad civil: vecinos asociados, expertos en distintas áreas y entidades representativas de la vida ciudadana, tienen no sólo el derecho sino también el deber de opinar sobre los proyectos de desarrollo de nuestra ciudad. Pienso especialmente en historiadores, urbanistas, geógrafos, economistas, artistas, escritores, filósofos, médicos, educadores, juristas…. Todos hemos de participar de forma entusiasta.
Por eso, que una Asociación Cultural que tiene como figura significativa a Fray Luis de León se lance a convocar un debate sobre el Toledo que queremos, me parece magnífico. Tres alcaldes del siglo pasado, de tres partidos distintos (UCD, PSOE y PP) dispuestos a trazar ideas sobre el Toledo que desean, es verdad que desde la responsabilidad que da el haber sido alcalde de Toledo, con luces y con sombras, con aciertos y con errores. Pero la historia es para los historiadores. La sociedad tiene que mirar al presente y al futuro. Desde mi punto de vista lo más importante del debate que se celebró en la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha no fueron las intervenciones de los exalcaldes, a pesar de su interés y de su tono comedido e incluso humilde. Estábamos cerca de cuarenta personas y hubo palabra libre para todos los que desearon hablar. ¡Tres horas de debate es inusual!
La necesidad de pensar Toledo fue una de las constantes. Nuestra ciudad ha crecido sin modelo, llegándose a una ciudad archipiélago, con barrios muy alejados y sin servicios. La característica principal fue “plantar” viviendas, en los sitios que se viera más rentable. No se trató de construir y vertebrar una ciudad sino de generar barrios, que atrajeran a los vecinos y pudieran competir con las localidades cercanas a Toledo, que ofrecían viviendas más accesibles económicamente. El IBI es una fuente de recursos que el Ayuntamiento de Toledo venera. Pero es vergonzoso que se construyeran Valparaiso, la Legua, Tres Culturas, La Casa de Campo y otros barrios de la ciudad, generando problemas de transporte y condenando a los ciudadanos a vivir sin servicios públicos durante años y años, todavía incluso. ¿Cómo es posible que se edificaran barrios donde no se tenía previsto un centro educativo, o un consultorio médico, o una biblioteca pública y centro cultural, o los comercios más básicos…?
Toledo desvertebrada. Una ciudad declarada patrimonio de la humanidad por su rico patrimonio histórico-artístico y paisajístico, con un río Tajo que debe ser clave en la vertebración de su vida cotidiana. Y con un núcleo, el casco histórico, que sin duda hay que proteger y debe constituir referencia obligada para el resto de la ciudad. Pero se está convirtiendo en un parque temático y el Ayuntamiento parece mirar y mimar más al turismo que a los vecinos, a pesar de que, como dijera un arbitrista toledano en el siglo XVI “La gente es el Reino”; es decir, un casco sin gente, sin vecinos, no será ciudad. Continúa su despoblación, lenta pero continua, y prosigue la pérdida de servicios públicos y comercios. Mientras tanto, los barrios más populosos siguen anclados en una situación bastante inmovilista: Benquerencia, Buenavista, Santa Teresa, Palomarejos, Avenida de Europa, Santa Bárbara…. Se atienden cosméticamente pero no se afrontan desde una perspectiva integral.
¿Cómo han avanzado sus servicios públicos? Tal vez los educativos ganaron la batalla, pero otros…. Se arreglan aceras y alumbrados, se talan árboles y a veces se plantan…pero ¿hay una reflexión seria sobre la vida y la evolución de estos barrios y sus vecinos? Vieron como sus centros comerciales cerraban cuando se impulsaron las grandes superficies y ahora ven con pánico la influencia que tendrá el cierre del Hospital Virgen de la Salud. No hay proyecto de ciudad.
La clase política sigue anclada en la falta de reflexión y en buena medida en el incumplimiento de las leyes y la legislación patrimonial. Es un mal ejemplo para la ciudadanía. Una ciudad que carece de Plan de Ordenación Municipal porque fue anulado por los tribunales, intenta ahora un peligroso sendero haciendo dos modificaciones parciales que constituyen en realidad un nuevo POM camuflado. Se construyen nuevos bloques vulnerando la legalidad y se consolidan aparcamientos sobre yacimientos arqueológicos que fueron declarados BIC. E insisten en el planteamiento de construir en Vega Baja y la Peraleda, donde desean hacer un macrobarrio para miles de ciudadanos, al parecer sin importar los valores paisajísticos, patrimoniales o arqueológicos. Y, sobre todo, siguiendo en una serie de ocurrencias que han dañado poderosamente Toledo. Quieren hacer viviendas que no se precisan y crear nuevos barrios que continuarían la senda expansiva de una ciudad que ya tiene un término municipal demasiado grande.
Hay que pensar Toledo, repensar Toledo. Pero desde dos claves: debate público, con amplia participación ciudadana, y consenso. Un consenso que debe constituir un verdadero Pacto por Toledo. La lucha partidista es legítima y democrática; pero hay cuestiones donde hay que pensar Toledo y proyectarlo desde una perspectiva de largo plazo, no de una legislatura, siempre corta y electoralista. El Pacto por Toledo fue bandera de Emiliano García-Page cuando era candidato y también de Milagros Tolón en su campaña a la alcaldía; pero ambos se olvidaron de su promesa. Los políticos siguen frecuentemente el camino de las promesas incumplidas, olvidándose de que un programa o incluso unas declaraciones electorales constituyen un contrato con los ciudadanos. Quienes lo incumplen, quedan inhabilitados éticamente para gobernar. Y si hay razones que impiden su cumplimiento, deben explicarlas públicamente.
En el debate se aludió en muchas ocasiones a la necesidad de un Plan Estratégico para Toledo, al parecer existente pero guardado en un cajón y sólo utilizado para pedir alguna subvención europea. La idea es planificar Toledo para bastantes años y en los temas acordados contribuir toda la ciudad al unísono, con un único corazón. Por eso llegar a un acuerdo de Pacto por Toledo, y de sus contenidos, debe ser una cuestión no de los candidatos sin o de los partidos políticos, que deben comprometerse ante la sociedad. Pero no sólo los partidos: la sociedad civil debe participar en ese necesario debate sobre los temas que serían esenciales para la ciudad. Lo que a nivel nacional denominamos POLÍTICA DE ESTADO, debería corresponder a lo que podríamos titular como POLÍTICA DE CIUDAD.
En el deporte insisten en la idea de Juego Limpio. Algo así se necesita también en la política y, en general, en la vida pública. Ningún partido ni ninguna institución tiene el patrimonio de la verdad. Construir una ciudad entre todos exige el máximo respeto. El pluralismo es sano y necesario y ha de ejercerse con responsabilidad y con unas reglas del juego que muestren a la sociedad, especialmente a los jóvenes, el valor del respeto, del diálogo, del consenso…
Personalmente, me alegra mucho que la senda que iniciamos en buena medida en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, cuando en 2013 organizamos un ciclo de conferencias titulado “El Toledo que soñamos, el Toledo que queremos” y que proseguió en 2017 con el ciclo “Toledo en cien años”, estimule a otros sectores de la ciudad a proseguir en una línea de debate público y de recoger propuestas ciudadanas. Ambos libros están disponibles y todos los amantes de Toledo deberíamos leerlos; desde luego quienes tienen responsabilidades de cualquier tipo sobre nuestra ciudad. En estas dos publicaciones hay muchas claves para repensar Toledo en profundidad. Los toledanos tenemos mucho que decir, pero hacen falta foros adecuados para esa inmensa tarea.
Juan Sánchez Sánchez, historiador y bibliotecario