Cada vez tenemos más datos y de mejor calidad a nuestra disposición sobre las realidades urbanas. Buena parte de ellos son públicos y las directivas europeas obligan a facilitar el acceso a todos los ciudadanos, porque se da por hecho que una ciudadanía y unos dirigentes mejor informados toman mejores decisiones, así que el que no los utiliza es porque no quiere, o porque no encajan con sus objetivos y prefiere ignorarlos.
Por otro lado, los psicólogos nos dicen que por muchos datos que tengamos a nuestra disposición, la mayor parte de las decisiones que tomamos los humanos se basa en intuiciones. Las estadísticas y los algoritmos son algo nuevo en la historia de la humanidad y en cualquier caso no nos habrían resultado muy útiles cuando nuestra principal preocupación era evitar que se nos comieran los leones, así que estamos acostumbrados a utilizar otro tipo de recursos para tomar decisiones, como las opiniones de nuestros amigos, los instintos, el mandato divino y cosas por el estilo. Nuestra naturaleza nos inclina a las decisiones rápidas, intuitivas y sesgadas. El Homo Sapiens tiene que esforzarse mucho para tomar decisiones basadas en argumentos racionales y cada vez somos más vagos cuando se trata de pensar.
Todo esto lo saben muy bien los profesionales de la publicidad y los asesores políticos, que no orientan sus campañas en función de argumentos racionales o datos contrastados, sino de sesgos cognitivos perfectamente conocidos, y también deberíamos saberlo los ciudadanos responsables, aunque solo sea para ser conscientes de nuestras debilidades y no dejarnos engañar continuamente por tanto canto de sirena.
Para poner mi granito de arena en la buena dirección, en lo que sigue voy a resumir algunos datos básicos sobre la reciente evolución de la población, la vivienda y la urbanización en el área de Toledo (la capital, más los seis municipios del primer alfoz: Bargas, Olías, Argés, Cobisa, Burguillos y Nambroca), que podremos utilizar para filtrar cualquier noticia que nos llegue sobre planes urbanísticos, nueva urbanización y programas de vivienda. Algo equivalente podría decirse de cualquier otra ciudad castellano-manchega, pero tampoco se trata de aburrir al lector con las cifras.
1.- En el último periodo intercensal, es decir entre 2011 y 2021, la población residente en el área de Toledo ha aumentado en 7.091 personas, es decir, una media de 709 habitantes al año. Aproximadamente 3 de cada 10 corresponden a Toledo, los 7 restantes al conjunto de los seis municipios del alfoz. Nada permite asegurar que esta tendencia vaya a cambiar a medio plazo.
2.- En este mismo periodo, el número total de viviendas en la misma área ha aumentado en 3.661 unidades, es decir, una media de 366 al año, una cifra globalmente coherente con el incremento de habitantes, pero al contrario de lo que sucedía con la población, la mayoría de las nuevas viviendas no se han construido en los pueblos sino en Toledo, en concreto 7 de cada 10. En el resto de municipios, los nuevos residentes han ocupado fundamentalmente viviendas ya construidas que estaban vacías en 2011.
3.- A pesar de lo anterior, el número actual (año 2021) de viviendas vacías (sin consumo eléctrico) en el conjunto del área siguen siendo 3.855, es decir, algo más que las que se han construido durante los últimos 10 años. Buena parte de estas viviendas suelen ser relativamente nuevas, que por algún motivo no han llegado a ocuparse. La presencia de viviendas vacías es proporcional al tamaño de los municipios, y en consecuencia la mayor parte se sitúa Toledo.
4.- En casi todos los municipios del área existen suelo urbanizado o semiurbanizado y/o promociones fallidas que, por distintos motivos, tampoco han llegado a ocuparse.
A la luz de los datos anteriores sugiero a los lectores que desconfíen de cualquier propuesta que se base en la urgente necesidad de urbanizar nuevos territorios o construir un gran número de viviendas. En un mercado sano, la oferta tiene que ser variada para que haya competencia, y 366 viviendas/año a repartir entre los siete municipios no dan para mucho. Con estas cifras solo son viables las pequeñas promociones.
Tampoco hay que dar mucho crédito a los que afirman que la población se va de Toledo porque no hay viviendas o no hay trabajo. En Toledo se ha construido proporcionalmente más de lo que correspondería a su incremento de población, y los puestos de trabajo crecen bastante más deprisa que la población, pero por algún motivo la gente prefiere vivir en otro sitio, y no es fácil que cambie la tendencia mientras se mantenga un modelo de movilidad basado en el automóvil.
Si se mantuviera la dinámica demográfica de los últimos años y la construcción de viviendas se repartiera de forma proporcional entre los municipios del área, sería necesario construir en Toledo unas 110 viviendas al año. Poca cosa para enfrentarse a las dificultades del nuevo POM.
Artículo de opinión de Tomás Marín Rubio, arquitecto