Un año más vinieron los Reyes Magos y afortunadamente no se olvidaron de pasar por Toledo. Los niños disfrutaron de una bonita cabalgata, como también han podido disfrutar de actividades varias previstas para ellos y la conciliación de las familias durante la época navideña. Intuyo que los fondos recibidos de Europa tienen algo que ver con el despliegue de actividades que en cualquier caso son de agradecer. Bien que nos llegaron. Bien que se invierte en infancia.
Ahora que vamos cogiendo carrerilla, quizás es un buen momento para venirnos arriba. Sin pensarlo demasiado se me ocurre, qué tal apostar por algo más estable que actividades temporales e invertimos en infraestructuras que acojan y desarrollen la diversión y creatividad de niños y jóvenes. He estado gran parte de la infancia de mis hijos escuchando y acompañando quejas por las carencias de los parques de la ciudad. Mientras a nuestro alrededor, en otros pueblos y ciudades, grandes y pequeñas, no dejan de idearse parques creativos, sostenibles económicamente y de gran disfrute para las criaturas de distintas edades, Toledo se ha mantenido impasible. Los mismos parques con los mismos columpios en los últimos diez, y me atrevería a decir veinte años. Dando palmas porque los columpios o vallas no estén rotos y funcione la fuente para beber, que no para mojarse, ni una fuente de chorro en una de las ciudades más calurosas de la península, pero para qué nos vamos a querer refrescar, estamos locos. He de decir que me he quedado con ganas de que tanta queja se materializara en algo, pero no ha sido así.
Por otro lado mis hijos han ido creciendo, ya no van apenas el parque. Ahora sus intereses se han desviado hacia el deporte. Y una vez más me veo repetidamente en corros de padres comentando las carencias de la ciudad. Por ejemplo, lo caro que es jugar a determinados deportes. Cómo es posible que Toledo quiera ser ciudad del deporte y cobre casi 10 euros por jugar una hora de tenis a cada persona que quiera participar. Es de locos. Con este precio el tenis desde luego no es accesible, pero el elitismo del deporte lo pone el ayuntamiento en unas pistas infrautilizadas.
A mis hijos les gusta el deporte, pero practicarlo en esta ciudad no es fácil. A veces por el coste, y otras veces porque simplemente no se oferta. Para quien le guste la piscina el waterpolo podría ser buena opción. Pero no, qué cosas, no hay waterpolo en Toledo. Claro, no hay demanda, y por eso no se ofrece ¿O quizás sea al contrario? Como las mesas de ping pong, que sería un exceso que hubiera en distintos parques para que todos, mayores y pequeños pudieran jugar. Para qué, si además nadie lo pide. La pescadilla que se muerde la cola, así es nuestra querida ciudad.
A ver que es que cuando me pongo tiquismiquis no hay quien me aguante. Que jueguen al fútbol como todos los niños y ya está. Porque al final es lo que hacen, a los que les gusta el deporte terminan jugando solo al fútbol, los niños claro, las niñas, esa es otra historia. Porque la brecha de lo que “tienen que hacer” los niños y “tienen que hacer” las niñas no deja de agrandarse en estas edades y el sesgo de género en el deporte no ayuda. Qué raro, seguramente no tiene nada que ver con que desde el Ayuntamiento se ofrezcan escasas alternativas.
Más allá del deporte, si buscamos algún espacio donde nuestros jóvenes puedan juntarse para ensayar o formar una banda, jugar juegos, escuchar música, o simplemente charlar, lo que viene siendo un Centro de la juventud en el resto del mundo, en esta ciudad no existe. Los jóvenes o se juntan en las casas o en los parques, no hay más opción ni alternativa de ocio específica para ellos.
Creo que no me equivoco si afirmo que Toledo es la única capital de provincia, y ya no te digo de Comunidad Autónoma, sin centro de la juventud, ni bueno ni malo, es que no tiene. El pueblo donde veraneo todos los años está dotado de un centro de la juventud con un gran espacio y opciones, talleres, teatro, música, billar, baile... Nunca está vacío, e intuyo que igual de bien lo aprovecharían las y los jóvenes en Toledo si lo tuvieran. Pero no lo tienen. No es el fin del mundo, no, es solo una pérdida de oportunidades. Otra.
Guste o no nuestras criaturas crecen. Ellas crecen mientras las madres y padres envejecemos. Tampoco vayamos a dramatizar, esto de cumplir años no está tan mal, las canas tienen su punto, la arruga también puede ser bella, quien no se consuela es porque no quiere, y sobre todo ganamos en seguridad y experiencia y por lo tanto algo, no mucho necesariamente, pero algo más de conocimiento de cómo van las cosas tenemos.
Y hete aquí que en mi mala costumbre de prever lo que va a pasar, veo que mis hijos acercándose a la pubertad se van a encontrar otro erial, y los padres arrastraremos la cantinela de las quejas. Si los parques de esta ciudad están obsoletos y la preocupación por la infancia en términos presupuestarios es reducida, la flecha desciende a términos negativos al hablar de la juventud. No hay nada sólido para nuestros jóvenes.
Llegaron los Reyes Magos. Ojalá hayan dejado paz y amor y ya de paso algo de voluntad política para invertir realmente, dejémonos de escaparates, en nuestra juventud toledana.
Así sea.
Artículo de opinión de Marta Romero Medina