
Imagen de archivo de médicos durante la concentración de los sindicatos frente al Ministerio de Sanidad el 13 de febrero de 2025.
La defensa de los servicios públicos, de la sanidad pública, es una cuestión central para el bienestar de la gente. Es clave para que las generaciones venideras vivan mejor que las actuales.
Merece la pena dar la batalla por una salud desmercantilizada, en la que independientemente de tu cuenta bancaria, tengas derecho a una buena salud y la única opción que garantiza eso es la sanidad pública.
Por eso y por todo lo que explicamos abajo, este fin de semana tenemos una cita en defensa de la sanidad pública, a través de una marcha el sábado 11 de octubre a las 12:00 horas desde el Centro de Salud del Polígono hasta el Hospital Universitario de Toledo.
Las últimas noticias que estamos conociendo sobre los errores en el cribado de cáncer de mama en Andalucía, evidencian la escasa preocupación del PP por la salud de la ciudadanía y, en este caso particular, de las mujeres.
Durante algún tiempo, pensamos que esta mala gestión era fruto de la incompetencia, pero quizás conviene contemplar la hipótesis de que sea fruto de la maldad. Las políticas de servicios públicos del PP tienen un claro objetivo: su privatización.
Si se gestiona mal es para que se propague la idea de que lo privado funciona mejor. Pero la sanidad en Castilla-La Mancha comparte problemas con las comunidades autónomas que gobierna el PP, la gestión aquí viene a ser otra gestión más, no existe ningún espíritu de cambio donde se anime a una mejora del servicio y la población se sienta participe de un sistema que debería tener intervención directa de la ciudadanía, tal como establece la Declaración de Zaragoza de Atención al Usuario del Año 2011.
Centrándonos en Toledo, García-Page no ha revertido ningún contrato externo que hiciese Cospedal; es más, añadió entre otros el servicio de lavandería y eso nos lleva a tener privatizados numerosos servicios sanitarios esenciales para el buen funcionamiento del Sistema de Salud Público de la Región.
Todos los hospitales construidos e inaugurados por Emiliano García- Page tienen gestión privada total o parcial lo que va en detrimento de la asistencia sanitaria y en beneficio de las empresas que lo gestionan.
A nivel de Atención Primaria, la mayoría de los consultorios y centros de Salud tienen una lista de espera que supera los 7 días. Esta situación obliga a los pacientes a ir a los servicios de urgencias en busca de un diagnóstico, saturando las urgencias y provocando una sobrecarga asistencial insostenible para cualquier servicio.
Todo ello produce retrasos en las pruebas diagnósticas acabando así con el segundo eslabón de la cadena: el diagnóstico precoz. La solución que se viene aplicando en la mayoría de los casos a estas listas de espera son las derivaciones a centros privados con su correspondiente sobrecoste en favor de los de siempre, y a costa también de los de siempre.
Al final, podemos concluir que el gobierno del PSOE del Castilla-La Mancha encabezado por Emiliano García-Page está llevando a cabo la misma política sanitaria que la vecina Comunidad de Madrid: un modelo de gestión concertado con derivaciones directas al sistema privado y con escasa inversión estructural en la columna vertebral de la sanidad pública: sus profesionales.
Desde el final de la pandemia venimos comprobando cómo aumenta la contratación de seguros privados. La gente que puede acude a ellos ante la situación descrita del sistema público. Existe entre la población, y también entre el personal sanitario la sensación de colapso del sistema. Y esa sensación tiene también consecuencias políticas.
La sanidad pública no se libra de la guerra cultural que libra la derecha. Los discursos de miedo, odio y desafección por las instituciones, derivan en una gran desconfianza hacia el sistema y sus profesionales, y cada vez en más casos de agresiones injustificadas. Pero estos discursos que tanto están calando socialmente tienen un claro objetivo, que desconfiemos los unos de los otros.
Los discursos de odio y miedo refuerzan las ideas de que "todos los que trabajan en la sanidad pública son unos vagos" y "todos los pacientes son unos caraduras que solo buscan la baja laboral", dicho de forma simple.
Cuando desconfías de tu vecina, de tu doctora, o de tu enfermera, gana primero el miedo y después la extrema derecha. La cuestión es que la sanidad pública vive una crisis real, probablemente en paralelo a la crisis social que atravesamos, pero que no será solucionada con una mera "mejora de la gestión".
De entre los problemas que viven multitud de profesionales, la saturación y el exceso de carga de trabajo, son los principales. En esto, cabe destacar que parece que el sistema público es un servicio que se presta exclusivamente desde la obligación y muchas veces sin derechos, y, tanto las obligaciones como los derechos, son tanto de quienes prestan el servicio como de quienes reciben dicha prestación.
Por todo ello, para combatir el miedo, la desesperanza y también las malas políticas de la JCCM en materia sanitaria os esperamos este sábado en la Marcha por la Sanidad Pública.