El pasado 15 de octubre el equipo redactor del POM de Toledo se acercó a la sede del Colegio de Arquitectos para hablarnos de su trabajo y, por motivos de agenda, tuvimos la suerte de que el contenido de la exposición prescindiera de las habituales propuestas de clasificación del suelo, así que tanto el redactor como el debate se centraron en algunas cuestiones previas sobre el futuro de Toledo.
Entre los temas puestos sobre la mesa por José María Ezquiaga quiero destacar uno que de alguna manera ya se ha tratado anteriormente en estas páginas: la constatación de que el futuro de Toledo solo puede entenderse si consideramos que va a ser una pieza más dentro del un área metropolitana de Madrid en expansión.
Efectivamente, el crecimiento urbano en el conjunto de España se está concentrando en media docena de áreas metropolitanas, destacando entre todas ellas Madrid, y está vinculado en buena parte a la llegada de residentes extranjeros, por la sencilla razón de que los españoles de toda la vida tenemos muy pocos hijos. En el resto de España, incluyendo la red de capitales de provincia y ciudades medias, la población tiende a disminuir, especialmente cuando nos situamos fuera de los grandes ejes de autovías y de la costa. En este contexto, el único crecimiento posible para el área de Toledo será el que nos proporcione la esperada explosión demográfica de Madrid, y los nuevos vecinos, si llegan, serán en su mayor parte emigrantes extranjeros.

Estas son las previsiones, pero a mi me gusta pensar que el futuro nunca está completamente escrito, y que el de las ciudades depende, en buena parte, de la voluntad de sus habitantes, de otra forma no tendría sentido que nuestros representantes se molestaran en redactar un POM, así que les propongo una reflexión sobre el papel que deseamos para Toledo dentro del gran Madrid.
Si yo fuera promotor inmobiliario les diría que lo mejor que le puede pasar a cualquier ciudad es crecer, que la expansión de Madrid es una bendición para nosotros y que tenemos que construir viviendas para que los nuevos madrileños vengan a vivir a Toledo, pero no soy promotor, y tengo serias dudas de que la vida de los actuales residentes vaya a mejorar por este camino.
Si nos proponemos crecer como parte del área metropolitana de Madrid debemos ser conscientes de que vamos a competir con otras ubicaciones como Aranjuez, Pozuelo o Guadalajara y entender nuestras fortalezas y debilidades en relación con estas alternativas, tanto desde el punto de vista habitacional como de ubicación de actividades.
Debemos tener en cuenta que, por desgracia, la dirección sur del área metropolitana (la Sagra madrileña y toledana) siempre ha sido y sigue siendo una ubicación de segunda clase si la comparamos con otras como la noroeste, que el crecimiento demográfico a medio plazo va a estar muy vinculado a la emigración, y que lo normal será que los nuevos residentes que se incorporen a nuestro proyecto común de ciudad se parezcan más a los que ahora vienen a la Sagra y nos visitan los fines de semana, que a los que viven en Pozuelo.
Si mis ingresos dependieran de la hostelería o de los servicios turísticos, me frotaría las manos con los millones de usuarios del aeropuerto de Barajas, o con el hastío y aburrimiento urbano galopantes de las periferias que nos hace viajar de forma compulsiva en busca de una buena foto para Instagram. La práctica totalidad de nuestros visitantes vienen directa o indirectamente de Madrid, y si Madrid crece el negocio crecerá. Pero tampoco me identifico con los empresarios turísticos, y también tengo serias dudas de que la vida de los actuales residentes vaya a mejorar por esta vía, sino más bien al contrario, creo que el turismo compulsivo va a acabar quemando las ciudades.
Los interesados intentarán convencernos de que Toledo no es la Sagra, que somos una ciudad patrimonio de la humanidad y que nuestro futuro no es atraer turismo barato y residentes o actividades de poco pedigrí, sino todo lo contrario, pero lo que estamos viendo hasta ahora no da alas al optimismo, y es difícil que cambie a corto plazo.
Es posible que algunos promotores entiendan la necesidad de cambiar el modelo, entre otras cosas porque así ganarían más dinero a largo plazo, pero se necesitaría mucha paciencia, mucho tiempo y mucha coordinación para romper las tendencias direccionales de un área metropolitana del tamaño de Madrid y las actitudes cortoplacistas de los agentes económicos y políticos locales. Hoy por hoy la carretera de Toledo no puede competir con la de La Coruña, y eso no se resuelve con declaraciones de intenciones o promoviendo viviendas de lujo.
"Los residentes necesitamos un lugar cada vez mejor para vivir"
Lo que los residentes necesitamos no es que vengan más turistas o que la ciudad crezca, sino que sea un lugar cada vez mejor para vivir. Tenemos un paisaje maravilloso, la naturaleza a tiro de piedra (aunque solo sea accesible a los señoritos que la tienen vallada), y una fuerte identidad cultural, pero para la mayoría de los vecinos la experiencia urbana es un autentico calvario, entre otras cosas por la necesidad de utilizar continuamente el automóvil en la mayoría de nuestros desplazamientos. Nuestra ciudad es manifiestamente mejorable, y el POM debería enfocarse en esta mejora, empezando por la movilidad que es nuestro talón de Aquiles.
Aún así, soy lo suficientemente viejo para saber que, de forma más o menos explícita, el crecimiento, la construcción de viviendas y la promoción del turismo serán el principal objetivo del futuro POM. Lo que no tengo claro es si esto será así porque la mayoría de nosotros sueña con hacerse rico vendiendo su casa, porque los ayuntamientos suelen anteponer los intereses de los negociantes, vengan de donde vengan, a los de los residentes, o por las dos cosas a la vez.
Las ciudades no pueden congelarse, no se puede prohibir el crecimiento, pero podemos y debemos poner condiciones priorizando la mejora de la calidad de vida, tanto de los que llegan como, sobre todo, de los que ya estamos aquí. No olvidemos que, a largo plazo, la calidad de vida urbana será el principal activo de una ciudad para atraer inversiones de calidad, actividad y población, pero en este momento, intentar crecer a toda costa solo puede empeorar las cosas.










