«Quien lee no está haciendo algo; se está haciendo alguien». Esta es una frase anónima que leyó el escritor y profesor Antonio Basanta en una biblioteca de Medellín y que nos cuenta en su ensayo ‘Leer contra la nada’. Debió impresionarle tanta verdad en una única línea que, después de mucho tiempo, todavía la recuerda y, por suerte, la comparte. Y es que, como dice la máxima, leer puede ser una acción pero, sobre todo, leer es un crecimiento.
En ese mismo ensayo, nos narra también una curiosa experiencia en la que, visitando una exposición de ciencias, sobre un panel en el que se mostraba un cerebro, el visitante podía presionar pulsadores de acciones cotidianas como «ver la televisión», «escuchar música» o «leer textos literarios». Su sorpresa llegó cuando presionó el primero, pues se iluminaron cinco áreas del cerebro; con el segundo, cuarenta y dos; y con el tercero, cincuenta y nueve, es decir, la totalidad de las áreas cerebrales que presentaba el panel. Hay multitud de argumentos, casi infinitos podríamos decir, para animar a las personas a leer, pero este creo que es suficientemente relevante como para no necesitar más.
Hoy es 23 de abril, Día Internacional del libro; como suele pasar con otros días de celebración internacional, son ocasiones para visibilizar a quienes, en este caso, aún no se han animado a incorporar la lectura como una costumbre cotidiana, pues los lectores habituales adquirirán, leerán y recomendarán libros con el mismo placer y entusiasmo que lo hicieron ayer o lo harán mañana.
Si bien, hoy es un día para recordar la importancia del objeto, de ese artilugio que se ha ido adaptando desde la piedra al pergamino, desde el papel a la pantalla (entre otros formatos) a lo largo de tantos siglos. Con él hemos ido construyendo la mejor de las bibliotecas, que no es ni la de Alejandría ni la de Pérgamo, sino la que albergamos en nuestros cerebros, la biblioteca más personal e íntima, a la que recurrimos cuando deseamos contar una historia, recitar un poema o buscar un dato; o a la que regresamos cuando deseamos resolver una duda, crearnos una opinión o aconsejar a algún amigo. Todas estas acciones resultan mucho más completas si nuestra cabeza se ha llenado con libros, si la mochila de la experiencia tiene, además, una base literaria, que no es otra cosa que el resumen de la Historia, de la cultura y de las vivencias del ser humano.
Hoy también es un día para pensar en quienes tuvieron o tienen escasez de libros o en quienes no dispusieron o disponen todavía de ninguno (aún quedan muchos lugares así en el planeta). Es un día para pensar en quienes leyeron y aprendieron con libros compartidos y quienes lo hicieron con libros prestados. El libro es símbolo de aprendizaje y conocimiento; y de la misma manera que la vida de un libro consiste en pasar de generación en generación y de mano en mano, el aprendizaje y conocimiento, también. Libros, aprendizaje y conocimiento van parejos y son las bases de nuestra sociedad.
En un día como hoy, os animo a quienes no tenéis el hábito lector, a buscar, a abrir y a leer aquel libro del que habéis escuchado hablar tantísimo, pero siempre dejáis para más tarde; y, además, os animo a quienes tenéis el hábito lector, a recomendar aquel libro que tenéis integrado en vuestro ser tras su apasionada lectura. Feliz día y feliz lectura.
Emiliano García-Page Sánchez, presidente de Castilla-La Mancha