Decía Thomas Dye que “las políticas públicas son todo aquello que los gobiernos deciden hacer o no hacer”. Y aunque parezca una obviedad académica, la frase encierra una gran verdad que conviene recordar: las decisiones políticas también se miden por las ausencias, por lo que se posterga, se ignora o se deja caer del presupuesto. Y precisamente ahí —en ese terreno donde se decide qué se prioriza y qué se deja para después— es donde las organizaciones de la sociedad civil tenemos mucho que decir.
Durante los últimos días, desde la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en Castilla-La Mancha (EAPN-CLM) hemos intensificado nuestra labor de incidencia política: reuniones con los distintos grupos parlamentarios para hablar del presupuesto regional, relevantes miembros del gobierno regional, desarrollo de propuestas de mejora en materia de empleo, servicios sociales y digitalización dentro del acuerdo “Castilla-La Mancha, Horizonte 2030”, y una insistencia tan constante como amable en algo que ya no debería ser discutible: necesitamos más inversión social, no menos, ya que la inversión social es motor de desarrollo económico y social de la región.
Las políticas públicas también necesitan ciudadanía
Las políticas públicas no surgen por generación espontánea ni se cuecen únicamente en los despachos de las consejerías, sino que son el resultado de tensiones, intereses, datos y, sobre todo, de voces que insisten. La historia de la política social en Castilla-La Mancha —como en tantas otras regiones— se ha escrito gracias a la persistencia de quienes, desde el Tercer Sector, recordamos que el progreso no se mide solo en PIB, sino también en igualdad, acceso, participación y dignidad.
Y es que las organizaciones sociales como la Red representamos la experiencia directa de miles de personas que conviven a diario con la pobreza, la exclusión o la brecha digital. Somos la línea de contacto entre la teoría y la realidad. Entre el informe y el rostro, y cuando los acuerdos de concertación social dejan fuera a las entidades del Tercer Sector —mientras sí incluyen a otros “agentes sociales” más clásicos—, se pierde una pieza clave de la realidad, no por ego corporativo, sino porque sin las organizaciones sociales, el diagnóstico socio económico se queda cojo y las políticas pueden cumplir objetivos pero no cambian vidas.
Una región que no deja a nadie atrás (sobre el papel)
Castilla-La Mancha, Horizonte 2030, suena bien. Es un nombre redondo, esperanzador, lleno de futuro. Y lo cierto es que el documento nace con buena intención y perspectivas, ya que si bien la región ha crecido mucho, y necesitará crecer a mucha mayor velocidad para acercarse a la media nacional, y por ello, esta política nace con el compromiso de coordinar esfuerzos para garantizar un desarrollo sostenible y cohesionado, primer requisito para crecer, aunque si en ese horizonte no caben las personas en situación de pobreza o exclusión (es necesario incluir a ese 34,2% de la población en el diagnóstico), si el bienestar no se mide desde la base, corremos el riesgo de llegar al 2030 con una estrategia ejecutada y demasiada gente descolgada por el camino.
Desde EAPN-CLM hemos planteado propuestas muy concretas en áreas clave que tienen que ver con el refuerzo de los servicios sociales públicos, el empleo inclusivo o la digitalización justa.
La incidencia política no es activismo: es democracia
Algunas personas todavía se sorprenden de que las organizaciones sociales hagan “incidencia política”, como si opinar sobre políticas públicas fuera una intromisión en el sacrosanto terreno de la política institucional, pero precisamente es lo contrario: participar, proponer, evaluar y fiscalizar es el ejercicio básico de la ciudadanía democrática. Es precisamente esa participación ciudadana lo que distingue a las democracias de otros sistemas de gobierno.
Nuestro trabajo no es de oposición, sino co-constructores de políticas, aportando evidencias y propuestas sopesadas, no eslóganes pegadizos; diálogo, no confrontación. Lo hacemos desde la convicción de que la pobreza no se erradica solo con caridad, sino con estructuras sólidas, decisión y compromiso.
Nuestra tarea no es dar discursos, sino abrir conversaciones incómodas, y para ello hay que recordarle al poder que la exclusión social no se resuelve con discursos inspiradores, sino con políticas coherentes, lo haremos amablemente, sí, pero con firmeza.
¿Y por qué insistimos tanto?
Porque cuando las instituciones se olvidan de mirar hacia abajo, las desigualdades crecen hacia arriba; porque si no se escucha a quienes trabajan cada día en los barrios, en los centros sociales o en los programas de inserción, la política se convierte en un juego de despacho; y porque —como solemos repetir con una sonrisa medio cansada— no somos ONG “de pancarta”, sino de propuesta.
Nuestra incidencia no se basa en la queja, sino en la evidencia y el dato. Queremos una región más justa, sostenible y digital, sí, pero también más humana. Yeso se consigue con grandes planes estratégicos y también con pequeñas decisiones presupuestarias, con sensibilidad política y con diálogo real.
Sabemos que insistir en aumentar el presupuesto social no es la manera más popular de ganar titulares. Pero si lo hiciéramos al revés —si pidiéramos menos inversión, menos derechos o menos equidad—, seguro que habría cola para escucharnos.
Así que seguiremos siendo esa voz incómoda pero necesaria, la que se cuela en las reuniones y en los presupuestos, la que recuerda que la pobreza no es un fenómeno natural, sino una consecuencia de decisiones humanas.
Y lo haremos con el optimismo que da saber que cada avance, por pequeño que sea, mejora la vida de alguien. Porque otro mundo no solo es posible: está en marcha. Lo construimos cada día, desde cada entidad, cada barrio y cada persona que se niega a aceptar la desigualdad como paisaje.
Artículo de Raúl del Viso, gerente de EAPN CLM






