En el Día Internacional de la Mujer seguimos reivindicando y visibilizando la lucha de las mujeres por sus derechos, participación y reconocimiento, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como personas.
Trabajamos en partidos, sindicatos y colectivos para revertir las lógicas del capitalismo y del patriarcado que generan la desigualdad real aquí y en todos los lugares del mundo. La evidente precariedad institucional de nuestro sistema está contribuyendo a consolidar una inercia neoliberal donde el trabajo, y en concreto el de las mujeres, aunque sea precario y no resuelva las necesidades sociales y materiales de la clase trabajadora se normaliza. Si nueve de cada cien mujeres sufren la precariedad conjunta de temporalidad y parcialidad, según datos recientes, es evidente que las medidas y programas sólo contribuyen a parchear, pero no transversalizan las actuaciones. Por ello nos deja fuera de los grandes debates y acentúa las desigualdades que viven las mujeres, no sólo en nuestro país.
Con una nueva guerra en el mundo llegamos a un 8 de marzo con la obligación de denunciar y poner de manifiesto las violencias estructurales que sufrimos las mujeres y lo interesado de los discursos que invisibilizan estas violencias, tanto más, pero no sólo, en las zonas de conflicto.
Que la ONU inste a la inmediata resolución pacífica del conflicto entre la Federación de Rusia y Ucrania mediante el diálogo político, las negociaciones, la mediación y otros medios pacíficos, debe resultarle demagogia de brazos caídos al señor García-Page, pero no es consciente de que trabajar por la paz calladamente durante todo el año es mucho más difícil que llamar a las armas un día cuando te calientas y te enfocan las cámaras.
Despreciar con una frase, que pretende ser ocurrente, a todo el movimiento pacifista que durante milenios se ha opuesto a la escalada bélica es situarse en una posición donde sólo matar o morir en nombre de la patria es aceptable y heroico.
Heroicas son las mujeres que en cualquier conflicto salen de sus casas con sus hijos y se ven recorriendo un camino que las lleva a no tener ningún país, a ser refugiadas. Mujeres que se exponen a desaparecer, ser violadas, traficadas, a ser torturadas y a ser asesinadas junto a sus hijos durante ese camino. Porque sabemos, y eso sí no lo han enseñado las guerras, que las mujeres son presa fácil para el belicismo. Hoy el feminismo sigue siendo imprescindible para revertir la desigualdad, para luchar contra la intolerancia y el odio, y para transformar la sociedad. Las que trabajamos cada día en esta tarea somos las que construimos un nuevo horizonte, y nadie nos robará la alegría ni la certeza de que juntas lo hacemos posible.
Este 8 de marzo salimos a las calles por todas y no olvidamos que luchar por la paz es un empeño de muchas vidas. ¡Arriba las que luchan!
Artículo de María Isabel Álvarez Domínguez, responsable del Área de Mujer IU Castilla-La Mancha