El tejido social y cultural de Toledo continúa reconvirtiéndose para hacer frente a la crisis provocada por el coronavirus. Entre el abanico de propuestas institucionales y particulares, destaca la iniciativa Magia Potagia puesta en marcha por tres actores locales: Tulaytula, Alhaja Cerámica y la Asociación la Bellota.
El resultado de esta unión no es una oferta cualquiera ya que huye del sentido turístico, aboga por el feminismo y está dirigida a todos los públicos. “Empezamos a barajar qué hacer por las noches y los fines de semana pensando en la gente de Toledo, en los toledanos y toledanas, sin pensar en turistas”, cuenta Felipe Vidales, historiador creador de Tulaytula, empresa organizadora de actividades como rutas.
Mantener viva la cultura de Toledo, es otro de los objetivos de los organizadores destacados por María Camisón, creadora de Alhaja Cerámica. “Además queríamos que hubiera una oferta para los niños porque no está habiendo nada de nada para ellos”.
Bajo estas dos líneas, marcadas por proyectos totalmente distintos, tal y como reconocen, surge Magia Potagia. Su primera programación, que tendrá lugar este fin de semana, cuenta con dos rutas sobre brujas y hechicerías y un taller infantil de cerámica sobre el tarasca, un animal mitológico.
“Haremos con barro una tarasca, un ser mitológico mezcla de muchas cosas. A los niños les puede resultar bastante divertido porque tenía 6 patas, caparazón de tortuga o cabeza de león… Además les contaremos un poquito de historia de la tarasca”, explica Camisón.
“Como vecinos de Toledo nos escandalizamos de la situación turística a la que hemos llegado en la que parece que vale todo”
Según explica Vidales, “el problema de Toledo es que lo cultural e histórico queda supeditado al interés turístico”. “Nosotros somos de aquí y tenemos la sensación de haber perdido la ciudad. Como vecinos de Toledo nos escandalizamos ante la situación turística a la que hemos llegado en la que parece que vale todo”.
Para romper con esta línea Vidales ha diseñado una ruta que se desmarca del típico mensaje sobre brujería. “Tendrá una perspectiva completamente distinta”, que muchos habrán podido disfrutar ya puesto que fue elegida por la Plataforma 8M Toledo para completar su programación especial en torno al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. “Las cosas que se cuentan en Toledo sobre la brujería se reducen a mujeres tontas, locas que se acuestan con machos cabríos… un disparate absoluto”, mantiene Vidales. “Las mujeres perseguidas por la Inquisición se han convertido en un reclamo muy morboso”.
“El turismo tiene lo que tiene, hace atractivo algunas calles y temas, y pervierte otros” como por ejemplo el de las brujas y hechiceras. Y es que, según el historiador toledano, “cualquier recurso a la historia puede ser tratado de forma fría para hacer dinero”.
Ante la falta de objetividad, el historiador decidió que su aportación a Magia Potagia fuera una ruta sobre una perspectiva de la Inquisición nada conocida: “el fenómeno dramático para muchas mujeres toledanas”. Con este punto de vista los organizadores de la iniciativa abogan por “repensar y reformular el fenómeno de la hechicería alejándose del morbo con la que se presenta a nivel turístico”.
El público que decida sumarse a la ruta de Tulaytula retrocederá a los siglos XVI y XVII para descubrir “la lucha de muchas mujeres en Toledo por sobrevivir y huir de la pobreza” a través de la brujería. Su auge se produce en “un momento en el que a las mujeres no tienen acceso a un trabajo asalariado ni a las universidades, únicos centros de saber científico vetados a las mujeres. Su única salida era la prostitución, la mendicidad o aprender cuatro conjuros para ayudar a otras mujeres”.
“Nada de hablar de las brujas y hechiceras, aquelarres o pactos con el diablo”
Desde el archivo, recuperando los procesos inquisitoriales, el historiador ha hecho de sus rutas un recorrido por los nombres y apellidos de aquellas vecinas de Toledo que residieron “donde hoy vivimos” y cuyas historias “son dramáticas y en ellas no hay ni misterio ni susto, lo que hay son listas negras”.
“El contexto es mucho más amplio ya que en cualquier ciudad, durante los siglos XVI y XVII, se marginaba a las mujeres quienes se veían obligadas a ser brujas o hechiceras ya que no podían acceder a ningún otro tipo de trabajo, no se les permitía tener un salario. Si no tenías dinero, y necesitabas por tema de salud o superstición ayuda, la hechicera te garantizaba esa ayuda que no te daba ni la Iglesia ni el Estado”. Vidales recuerda que “la brujería era una actividad social urbana más, diurna e incluso científica”.
La ruta, que se celebrará este sábado a las 21 horas y el domingo a las 20 horas, tendrá un aforo de 20 personas. “En Toledo las calles se prestan para lo que se prestan”, añade Vidales, describiendo así su estrechez. “Muchas veces hay que pasar en fila por muchas calles pero las paradas serán en plazas o espacios amplios y siempre relacionadas con las viviendas de esas mujeres”.
La ruta preparada para esta ocasión cuenta con un total de 5 paradas en 5 viviendas en las que residieron 5 mujeres “reales, con nombres y apellidos. Nada de hablar de las brujas y hechiceras, aquelarres o los pactos con el diablo generales”. Durante sus investigaciones Vidales ha recuperado las identidades de 185 mujeres toledanas que fueron víctimas de la Inquisición.