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La autora toledana Paula Aparicio Cejudo / Cedida por la escritora
Paula ha tenido que escuchar durante toda su vida comentarios relacionados con su físico, pero mayormente en relación con su cuerpo gordo. “Tienes una cara superbonita, serías muy guapa si bajaras de peso” o “tú no pasas hambre, ¿eh?”, han sido los más habituales, relacionando su corporalidad con algo negativo.
Esos comentarios junto a numerosas experiencias fueron el germen que le impulsó a escribir su ensayo, Manifiesto cuerpa (2024), publicado con la editorial Ediciones en el Mar.
Paula Aparicio Cejudo (Toledo, 1998) es escritora, poeta y correctora, pero también “activista a nivel personal”, en concreto de una causa que ha sufrido en multitud de ocasiones: la gordofobia, o como ella misma lo denomina, el ‘gordo odio’, a partir de lo que ha aprendido para documentarse para escribir su ensayo. Las personas gordas no transmiten miedo en los demás, sin embargo, sí que son “odiadas” y así lo demuestra el libro de la autora toledana.
La gordura como un “cuerpo en tránsito”
A menudo en la sociedad, tanto en conversaciones informales como en anuncios publicitarios aparecen comentarios como “me siento gorda”, incluso en anuncios de reconocidos productos para perder peso se leen y escuchan frases del estilo de “me siento hinchada” o “esta tripa no es mía”.
La escritora Paula Aparicio plantea en Manifiesto cuerpa, un análisis sobre esta dicotomía. La mayoría de personas plantean “sentirse gordas”, pero no “ser gordas”. Lo gordo no se concibe como un rasgo descriptivo que puede ser permanente, sino que es un estado temporal, algo que se puede y “se debe” cambiar y modificar.
Paula también destaca que “cuando adelgazas el mundo es más amable”. La autora, además de recoger testimonios de otras autoras que tratan la gordofobia, relata que ella siempre ha sido una niña gorda. Sin embargo, mientras cursaba Bachillerato, como había perdido algo de peso y estaba cada vez más delgada destaca que “gente que durante los cuatro o cinco años anteriores no había mostrado interés en mí empezó a hacerlo, ya podía saludarme en clase o hablar conmigo, también en redes sociales”.
Sin embargo, hay que dejar patente que la gordura “no es algo que deba o no cambiarse”, tal y como señala Aparicio, y “debe dejar de ejercerse violencia sobre las personas gordas” con la excusa de ‘lo sano’. Mencionar los términos gordo o gorda, dice, “ya es un gran paso para quitarle este tono peyorativo a la palabra”.
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Portada de 'Manifiesto cuerpa' / Cedida por la autora a partir de la editorial
Las personas gordas: ¿salud o belleza impuestas?
La autora comienza su ensayo preguntándose: “¿En qué momento el cuerpo se convierte en un territorio hostil?”. Para ella, momentos cotidianos como ir a una consulta médica se convertían en “un auténtico suplicio”. Paula nos cuenta en una entrevista que, a lo largo de su adolescencia y juventud, ha acudido a varias consultas en relación con la ansiedad que ha sufrido. Relata que cuando fue a esta área de Psiquiatría prefirieron no mandarle una medicación que era adecuada para tratar su patología o la eliminaron como posible tratamiento porque uno de los efectos secundarios era la ganancia de peso. “Como yo estaba gorda, tomar ese medicamento podía agravar mi malestar, ya que daban por hecho que para mí ser gorda era lo que me causaba esa ansiedad”.
Sin embargo, a la autora sí que le recetaron “medicación para tratar la ansiedad cuyo efecto secundario era la saciedad, pastillas que me producían malestar y me quitaban el apetito, que no era el motivo principal de su uso, y aunque no me sentaban bien me seguían animando a continuar el tratamiento”.
Los modelos de salud y de belleza han ido cambiando a lo largo del tiempo. Si nos fijamos en la Venus de Willendorf u otras esculturas prehistóricas, el cuerpo gordo era un sinónimo de belleza y salubridad. Paula Aparicio apunta que “el cuerpo lleva más de un siglo sometido al terrible concepto del Índice de Masa Corporal, pero si miramos en páginas tan básicas como la Wikipedia encontramos que el IMC es un criterio ampliamente aceptado, pero no exacto”.
Aparicio asevera que “muchas veces se criminaliza el cuerpo gordo, haciendo creer a la persona que lo más saludable para él es perder peso y que es eso lo que realmente quiere. Aunque yo no soy médico, nadie se para a pensar que existen patrones genéticos que hacen que un cuerpo almacene más grasa que otro, o que no le permita perderla, pero es más fácil asociar la gordura con vaguería”.
Desde hace varios años el Ozempic -un tratamiento para paliar los síntomas de la diabetes- es el “gran protagonista” de Hollywood, tal y como señala Paula Aparicio en su libro. Desde famosos, cita, como “Oprah Winfrey, Kim Kardashian o Elon Musk que han promocionado este medicamento que les ha ayudado a perder peso”, la autora también recoge testimonios de personas de a pie. El principal problema que detalla Aparicio es que “se está comercializando este medicamento a pesar de existir efectos secundarios como náuseas, pérdida de masa muscular o estreñimiento extremo en pacientes que no son diabéticos, y esto está suponiendo que las personas que verdaderamente lo necesitan no puedan acceder a ellos porque hay escasez”.
Las experiencias de ‘gordo odio’ en la vida diaria
El gordo odio es un fenómeno que las personas gordas sufren continuamente en numerosos ámbitos. En lo laboral, Aparicio destaca en el ensayo que, basándose en su experiencia personal, ha tenido problemas para encontrar un empleo. “En la mayoría de ofertas de trabajo que he rellenado, solo para trabajar en una tienda, uno de los requisitos era 'imprescindible buena imagen'. Antes se asociaba esto a no poseer piercings o tatuajes, pero ahora también podemos aplicarlo la gordura”. La escritora afirma que “en muchos establecimientos, en especial en el sector textil, la ropa no pasa de la talla 44. ¿Cómo vas a trabajar en una tienda donde no te vale la ropa y no pueden uniformarte con ella?”.
En muchos establecimientos, en especial en el sector textil, la ropa no pasa de la talla 44. ¿Cómo vas a trabajar en una tienda donde no te vale la ropa y no pueden uniformarte con ella?"
Uno de sus comentarios más impactantes tiene que ver con los hábitos cotidianos. “A las personas gordas se les limita y algunas situaciones tan sencillas como ir al cine, a un restaurante o montar en avión se convierten en auténticas situaciones de terror por no saber si vas a poder sentarte porque quizá no quepas en el asiento y eso te hará quedar en ridículo”. Además de acceder a un servicio de este tipo, ir de compras es otra situación cotidiana que provoca “ansiedad” en una persona gorda. Paula Aparicio analiza en su libro que las principales marcas de ropa en España y que se encuentran en multitud de centros comerciales no poseen tallas grandes.
La Encuesta Europea de Salud en España realizada en el 2020 por el INE, en el apartado “determinantes de salud” destacaba que “el 44,9% de hombres y el 30,6% de mujeres padecen sobrepeso”. Teniendo en cuenta esta variable, la autora dice no entender por qué “si la talla media en España está entre la 42 y la 44, en muchas tiendas no oferten este tallaje. Solo disponen de ellas online, de manera que no puedas ir a comprarte ropa a una tienda física, como si tratasen de escondernos y que la gente gorda no pueda ir a los centros comerciales”.
También critica que los diseños de ropa en tallas superiores a la 42 no son “tan bonitos” como en los de talla pequeña: “En tallas grandes hacen ropa horrible de colores oscuros que pretenden esconder el cuerpo. No encontrarás vestidos escotados, solo sayos negros que quieren que disimulen tu figura”.
El cuerpo gordo en lo cultural: ser gracioso y (casi siempre) secundario
El ensayo explica que el cuerpo gordo siempre ha estado asociado en la cinematografía a “lo gracioso”. En decenas de películas estadounidenses como Pitch Perfect, uno de los personajes es conocido como ‘Amy La Gorda', un papel que interpreta la actriz Rebel Wilson. Paula Aparicio recoge en su libro un testimonio de la propia Wilson en una entrevista, en la cual destacaba que durante la grabación de la saga de películas por contrato se la “obligaba a mantenerse en su peso y a no perderlo”.
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Fotograma de la película 'Cerdita'
Aparicio expone en su ensayo que las personas gordas en el cine, con excepciones, “siempre han quedado relegadas a ser personajes secundarios, amigos de la protagonista y si encima esa persona es torpe por el hecho de ser gorda es mucho más gracioso”. Es un hecho que Paula ha sufrido en su propia piel. Durante la entrevista relata lo que le ocurrió mientras participaba en una asociación de teatro de Toledo.
La escritora recuerda cómo su profesor propuso un ejercicio en el que debían “exponerse delante de la clase”, caminando o posando para que los compañeros del curso de teatro apuntasen qué tipo de papeles creían que podían interpretar en teatro o en el cine, como definir un “perfil de actor o actriz”. En su caso, señala que “al ser la única chica gorda, treinta personas estaban de acuerdo en que fuera la amiga graciosa a la que contarle las cosas, pero ninguno creyó que pudiera ser la protagonista”. “Sí que mencionaron que podía interpretar a una tatuadora o un miembro de un grupo de música” –Paula tiene tatuajes, el pelo teñido bicolor y posee varios piercings–. En este caso Paula no se sintió discriminada, pero sí que le hizo reflexionar acerca de los prejuicios de la sociedad, donde la primera impresión es siempre la que cuenta y lo estético a veces se posiciona por encima del talento.
A partir de su ensayo también nos enseña que la representación de la gordura en las películas han tenido siempre un carácter negativo, siendo “las malas, las compinches, las amigas o no existir”. Las villanas “a no ser que quieran resaltar su belleza, son gordas, como Úrsula en La sirenita, o La Reina de Corazones en Alicia en el País de las Maravillas”. En la nueva entrega de Inside Out, “las emociones Tristeza y Vergüenza son gordas, mientras que Alegría es delgada. ¿Por qué estas emociones, que son concebidas como negativas, además de ser gordas y esconderse en una ropa ancha tienen que ser 'graciosas y torpes', quedándose atascadas en tubos o que se les vea la raja del culo?”.
El feminismo y el ‘gordo odio’
El movimiento feminista aboga por conseguir la igualdad entre el hombre y la mujer, pero conforme surgen nuevas olas abarca más aspectos sociales. Aunque los avances en los últimos años son patentes todavía queda mucho por andar y, tal y como declara Paula, “muchos espacios a los que acceder y muchos huecos que llenar”.
La lucha gorda sigue sin verse como algo real. Las compañeras que deberían estar a nuestro lado nos ignoran; no ven el problema y nunca acompañan nuestras críticas porque todavía existe la concepción del cuerpo gordo como elección"
Sin embargo, la autora ejemplifica en su ensayo que también desde el feminismo, desde la sororidad y “lo seguro” existe discriminación para las mujeres gordas. Si volvemos a la cinematografía, este año la directora Paula Ortiz fue nominada a mejor dirección en los Premios Goya, que en palabras de Aparicio “llamamos feminista a la película y la directora por retratar la historia de dos mujeres fuertes por dar voz a su relato, pero ¿es feminista negar la corporalidad de esas personas reales? Hildegart y Aurora eran gordas, sin embargo, las actrices que las interpretan, Alba Planas y Najwa Nimri, respectivamente, no lo son. ¿Por qué niegan la realidad?”, critica.
La escritora de Manifiesto cuerpa añade que “la lucha gorda sigue sin verse como algo real. Las compañeras que deberían estar a nuestro lado nos ignoran; no ven el problema y nunca acompañan nuestras críticas porque todavía existe la concepción del cuerpo gordo como elección”.
Iniciativas contra la gordofobia
Este lunes 3 de marzo, un día antes del Día Mundial contra la Obesidad, el colectivo Asociación NosOtras de Cuenca celebra una jornada para reivindicar que deje de “ejercerse violencia” sobre las personas gordas. Las actividades tendrán lugar en Biblioteca Pública Fermín Caballero de la ciudad.
Esta jornada reivindicativa vendrán introducida por un taller de movimiento y baile para todas las edades y la charla de la escritora y activista Gloria Fortún sobre la representación no normativa en la literatura. Desde el colectivo consideran que el 4M “tiene un carácter nocivo” y que “refuerza estereotipos que asocian los cuerpos gordos con la vaguería, la pereza, la inactividad o la falta de capacidad”.