Brock Smith tiene 20 años y es de un “pequeño” pueblo al sur de Ohio, Athens. Es estudiante de medicina, química y español. Por eso se planteó venir hasta Toledo, pero lo hizo no solo para perfeccionar el idioma sino por “su historia y cultura”. También pesó la recomendación que recibió de la Ohio University, donde cursa sus estudios. Esta institución académica americana lleva ya diez años colaborando con la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM).
Durante algo más de tres meses convivirá con una familia toledana. La experiencia es “fantástica y no la voy a olvidar”, comenta. Es uno de los estudiantes que participan en el Programa ‘Español en Toledo’ (ESTO) que ofrece la UCLM y que está dedicado a la enseñanza de lengua y cultura española para extranjeros. Lleva funcionando desde el año 2001. Por él han pasado más de 4.000 alumnos. Su prestigio lo acredita el propio Instituto Cervantes desde el año 2015.
La rutina diaria de Brock transcurre entre las clases matinales de 9 a 13.30 horas para después marcharse a comer y retomar la actividad en torno a las 16 horas donde las clases se alternan con talleres y actividades culturales.
Durante este tiempo vive con Cristina García y su marido, Pepe. Llevan ya cinco años acogiendo estudiantes extranjeros en su casa. Ella se muestra encantada. Entre risas asegura que hacerlo “le da vidilla” por sus ganas de “conocer gente de otras culturas. Soy muy generosa en ese aspecto y disfruto mucho, también dando gusto en las comidas que les preparo”.
De hecho, el estudiante que se aloja en su casa es vegetariano. Ella se adapta y Brock comenta que la comida de Cristina es “muy muy buena. Es la mejor cocinadora del mundo”, dice entre risas, en un todavía imperfecto español.
“Me hace la pelota”, le responde Cristina. Ambos dicen disfrutar con la experiencia y ella asegura tratar a Brock “como a un hijo” al que quiere ofrecer “algo positivo de nuestra vida aquí en España”. Reconoce que aprovecha para compartir conversaciones sobre literatura o cocina con los estudiantes que se alojan en su casa. “Después de estos años, he aprendido a valorar más lo que tengo, conociendo otras culturas”.
“Soy ama de casa y el dinerito me viene muy bien”, apunta. Además, “no supone una sobrecarga porque estamos en familia, es uno más y donde comen dos, comen tres”. Explica que en el programa también participa su sobrina Charo. “Estamos muy contentas”. Su continuidad está asegurada pero muchos estudiantes se quedan cada año sin plaza por falta de casas de acogida.
¿Cómo ser familia de acogida?
Leticia Deulofeu es miembro del equipo y, en concreto, coordina ‘Toledo Acoge’ que se ocupa de tramitar la asignación de los estudiantes que llegan a la ciudad a las familias de acogida (aunque también existe la opción de una residencia estudiantil). “Hay familias que acogen un estudiante, algunas llegan hasta tres”.
El proceso es sencillo. La familia interesada se inscribe en el programa. La UCLM pide algunos datos: si existen condicionantes médicos o de alimentación, si tiene o no problemas de convivencia con mascotas, si prefiere una familia con niños o no, fumadora o no fumadora... “Conocer esos detalles nos permite alojar a los estudiantes con una familia lo más afín posible y siempre recordándo que no es un hotel. Han de comportarse como en su propia casa”.
La universidad busca familias de acogida que residan en la ciudad de Toledo. Son necesarias durante todo el año, pero especialmente para los meses “pico” de visitas de estudiantes extranjeros, entre mayo y julio. Recibirán un pago diario por parte de la universidad. Se trata también de que las familias participen en la vida diaria de la institución académica y por eso reciben invitaciones para asistir a eventos de tipo cultural. “Es una atención que queremos brindarles también por acoger a nuestros alumnos”.
Los estudiantes que optan por ‘Toledo Acoge’ proceden sobre todo de instituciones universitarias de Estados Unidos, aunque también llegan desde otros puntos del mundo. Lo normal, explica Leticia Delofeu, es que las familias continúen después la amistad e incluso viajen al país de origen del estudiante, como hizo la propia Cristina García con uno de sus ‘hijos’: terminó viajando a Chicago a conocer a la familia de su primer estudiante de acogida. “Es una experiencia de intercambio cultural para las familias de acogida, además del ingreso de un dinero extra. Es un programa muy bonito”.