En un contexto marcado por el aislamiento y la rutina, la música logró abrir un paréntesis de esperanza en el Centro Penitenciario Ocaña I. El grupo ‘Somos’, de la Asociación Aqua Vitae, ofreció un concierto navideño que llenó de ritmo, emoción y participación un espacio habitualmente asociado al silencio y la espera. Los internos siguieron la actuación con entusiasmo, acompañando las canciones con palmas, cantos y bailes, en una jornada que rompió la dinámica cotidiana del centro.
El grupo presentó su último trabajo discográfico dedicado a la Navidad, con un repertorio de estilo actual y mensajes centrados en la dignidad personal, el valor de la comunidad y la posibilidad de recomenzar. Durante el concierto, la música se convirtió en un lenguaje compartido capaz de generar cercanía, implicación y un ambiente de celebración poco habitual en el entorno penitenciario.
Para muchos internos, la iniciativa supuso algo más que una actividad cultural. Fue una experiencia de reconocimiento y normalidad en una época especialmente sensible, en la que la distancia con la familia y el exterior se vive con mayor intensidad. La respuesta del público reflejó la necesidad de espacios donde sentirse escuchados y tenidos en cuenta.
La actividad contó con la colaboración del equipo directivo y del personal del centro. Desde la organización se ha querido subrayar el papel de la directora del Centro Penitenciario Ocaña I, Zoraida Estepa, así como la profesionalidad y disponibilidad de los funcionarios, que facilitaron el desarrollo del concierto en un clima de respeto y convivencia.
Una red de acompañamiento que no se detiene en Navidad
El concierto forma parte del programa de actividades que la Pastoral Penitenciaria de la Archidiócesis de Toledo desarrolla de manera continuada en los centros de Ocaña I y Ocaña II, especialmente reforzado durante el periodo navideño. Este trabajo, coordinado por Jesús Guzmán Pedraza, incluye acompañamiento personal, presencia regular en los módulos, encuentros comunitarios y celebraciones significativas como la Nochebuena en prisión.
Este año, la Nochebuena contó con la visita del arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves, en el Centro Penitenciario Ocaña II, y del obispo auxiliar, Francisco César García Magán, en Ocaña I, un gesto pastoral, institucional y humano que refuerza la importancia de no olvidar a quienes viven privados de libertad en fechas clave del calendario.
En el centro de esta labor se encuentra el voluntariado de la Pastoral Penitenciaria, un grupo de personas que, de forma constante y discreta, dedica tiempo, escucha y cercanía a los internos durante todo el año. En Navidad, su presencia cobra un valor especial, al llegar a quienes viven estas fechas con mayor soledad y vulnerabilidad. Su trabajo no se limita a actividades puntuales, sino que construye relaciones, acompaña procesos personales y ofrece apoyo humano allí donde más se necesita.
Junto a los voluntarios y voluntarias, diversas cofradías y hermandades colaboran de manera activa, sumando esfuerzos para sostener esta red de acompañamiento que busca llegar a los últimos, especialmente en los momentos más delicados.
Desde la Pastoral Penitenciaria subrayan que este trabajo es una responsabilidad compartida y una llamada abierta a la participación. Por ello, animan a la ciudadanía a sumarse al voluntariado, recordando que la implicación social y el compromiso personal siguen siendo herramientas clave para construir una sociedad más justa e inclusiva, también entre los muros de una prisión.
Iniciativas como este concierto muestran que la cultura, el voluntariado y la colaboración institucional pueden generar espacios de humanidad y esperanza incluso en los contextos más complejos. Porque también en prisión, y especialmente en Navidad, nadie debería sentirse olvidado.










