Daniel Galán tiene 42 años y es vecino del barrio del Polígono de Toledo. Todos los días, desde hace 15 años, coge el autobús para acudir a su trabajo como vigilante de seguridad en el Metro de Madrid sin haber tenido nunca ningún problema en el ámbito laboral. Sin embargo, la situación ahora es distinta. Daniel es uno de cerca de 550 trabajadores de seguridad del Metro de Madrid que lleva meses en conflicto con Seguridad Integral Canaria, una de las tres empresas subcontratadas por la vigilancia del Metro.
A día de hoy, ningún trabajador ha cobrado la nómina del mes de noviembre y entre 60 y 100 de ellos no ha recibido su salario desde octubre, según denuncia el propio trabajador toledano y la Unión Independiente de Trabajadores, sindicato del que forman parte la gran mayoría de los trabajadores de Seguridad Integral Canaria. “Cuando entró esta empresa empezamos a tener retrasos en los pagos hasta el punto de que llevamos algunos compañeros dos meses sin cobrar”, explica a eldiarioclm.es el propio trabajador.
Sin embargo, y a pesar de no recibir sus salarios, los vigilantes de seguridad tiene que seguir acudiendo a su puesto de trabajo cada día. “Como Metro de Madrid es un servicio esencial, la Delegación del Gobierno de la Comunidad de Madrid nos ha puesto unos servicios mínimos del 85%. Me veo en la obligación de venir cada día desde Toledo sin cobrar mi salario. Estoy pagando dinero por trabajar”, explica Galán.
Seguridad Integral Canaria, que vive sus horas más bajas, tiene su sede en Canarias pero en Madrid tiene una Delegación donde han acudido estos trabajadores para protestar por su situación. “El primer mes nos empezaron a dar largas diciéndonos, -no os preocupéis que en tres días tendréis los ingresos es que hemos que hemos tenido problemas informáticos-. Eso el primer mes, por eso aguantamos el tirón como pudimos”, señala Galán. Sin embargo, al comprobar que el segundo mes tampoco recibían las nóminas comenzaron a tomar medidas, “porque se estaban produciendo situaciones extremas, como gente que no se puede pagar la medicación ni la comida a su familia”.
Este el caso, por ejemplo, de Daniel Galán, que tiene dos hijas, con su anterior pareja, que también trabaja en la misma empresa como vigilante de seguridad y que por tanto tampoco ha recibido las últimas nóminas. “No puedo pasar la pensión a mis hijas y la madre de mis hijas tampoco ha cobrado”. Es su caso particular y ante la desesperación de no llegar a fin de mes ha decidido ponerse en huelga de hambre para reivindicar “que nos paguen nuestro salario”. Sobrevive como puede gracias a su actual pareja, y el sueldo que gana en el Ayuntamiento de Toledo.
Con hoy, son nueve días los que Daniel Galán lleva en huelga de hambre, “me alimento del apoyo de los compañeros pero principalmente de la rabia de la indignación y de la impotencia que es lo que me mantiene despierto”. Por el momento se encuentra en la estación de Metro de Sol, un sitio reivindicativo a la espera de que alguien le escuche y se solucione este problema pronto. “Pretendemos que alguien nos escuche, pero en vista de que esto no soluciona nada, a problemas desesperados soluciones drásticas”.