La escultura 'La Ascensión' del italiano Nino Longobardi, donada por el coleccionista Roberto Polo al Arzobispado de Toledo ha pasado a formar parte de un espacio central en la zona del mirador del monasterio de San Juan de los Reyes de la capital castellanomanchega.
La escultura, también conocida como 'El Cristo del hula hoop', “enriquece” con su presencia el lugar, uno de los más visitados por los turistas, según ha asegurado el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves, encargado de bendecir la obra, en presencia del propio Roberto Polo y de la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón.
La regidora municipal ha destacado que cuando el Arzobispado se puso en contacto con el Ayuntamiento para buscar un sitio a esta “bella escultura”, que representa a un Cristo que asciende a los cielos, no dudaron en trabajar conjuntamente para encontrar “el espacio mejor”.
Ese lugar ha sido la Judería toledana, por el significado que tiene de historia y cultura y para los visitantes, una zona que este equipo de Gobierno se propuso arreglar hace dos años y medio, no sólo por el acondicionamiento en sí sino para que tuviera mayor accesibilidad y “dar empaque” a esta zona “tan especial”.
Ha dado las gracias tanto al Arzobispado como a Roberto Polo por la donación de esta obra de un escultor contemporáneo “en un Toledo milenario” considerando “importante” y “básico” poner en valor no solo el significado del trabajo de Nino Longobardi sino el del patrimonio de la ciudad, a fin de “ir poco a poco llevando a cabo el arte contemporáneo combinado con el arte de siglos” de la capital regional.
Milagros Tolón, que ha recordado que muy cerca de esta obra se encuentra la del toledano Rafael Canogar en conmemoración y homenaje a las víctimas del COVID en la ciudad, ha precisado que poco a poco se va “aumentando ese catálogo de arte contemporáneo que también la ciudad necesita y solicita y que este Ayuntamiento está dispuesto a ir completando”, como hizo hace quince días con la apertura de la exposición dedicada a Alberto Sánchez.
En este sentido, ha indicado que el Consistorio seguirá trabajando en tres direcciones, como son la defensa del patrimonio de una ciudad “histórica y milenaria que mira al futuro, dar a conocer la importancia que tiene Toledo en la historia de España, e ir dando cabida a todos los artistas toledanos y del mundo que quieran seguir teniendo relación con la ciudad”.
Roberto Polo, por su parte, ha empezado su intervención expresando que uno de los lugares que le “cautivaron” de la ciudad fue precisamente este mirador, al que en su imaginación traía al cristo de Nino Longobardi, que no ha podido estar presente al estar aquejado de COVID persistente.
Según ha expresado Polo, el italiano concibió esta escultura “como nexo de unión entre la vida y la muerte, el principio y el fin, un Cristo que --citando a su autor-- es el eje inmóvil de la rotación del ciclo del devenir”, y ha añadido que “el juego de nubes y luz que desde la terraza de esta plaza se puede contemplar en los atardeceres componen un escenario magnífico para una obra tan dinámica y con tanta vida como esta, aún representando a un Cristo muerto”.
El arte y las “discordias”
Dicho esto, se ha referido a las “discordias” que han provocado a lo largo de la historia algunas obras, asumiendo que esas “diferencias” han servido para enriquecer el mundo del arte --ha citado los casos de la Torre Eiffel, el 'David' de Miguel ángel de Florencia o la pirámide del Louvre-- y cómo algunos espacios parecen creados para determinadas obras y otros surgieron accidentalmente.
Precisamente, este pasado lunes desde la Asociación Círculo del Arte Fernando Barredo criticaba la decisión para lamentar que la ciudad se esté “llenando de esculturas horripilantes” como la situada delante de la iglesia de los Jesuitas, que “es fea, es mala”.
“El arte es la expresión original y libre de la idea conceptual de su creador y por tanto no entiende de límites en cuanto a temáticas se refiere” --el “horror” del Holocausto, la belleza primavera, la historia, el crimen, el amor, la prostitución, la religión--, para apuntar que “todo tiene cabida en el arte”.
A juicio del coleccionista, “el tema es solo el pretexto, pero lo esencial es el texto, que recoge el concepto único e innovador de cada artista; solo la ignorancia nos puede llevar a no entender el texto y quedarnos sólo en el pretexto. El Cristo que hoy se presenta tiene un alto valor en su temática, su pretexto, para las personas de religión católica, pero posee además en su esencia una gran relevancia por su enorme calidad artística, que es el texto, el aspecto formal de la obra”, ha apostillado.
En último término, el arzobispo de Toledo ha mostrado su agradecimiento a Roberto Polo por la donación de esta “auténtica obra de arte que enriquece este espacio” y al Ayuntamiento por su colaboración para ubicarla en un espacio que es “referente de diálogo de cristianos, judíos y musulmanes en el barrio”.
Algo que Cerro Chaves ha interpretado como “una apuesta por la paz, que pedimos especialmente para toda la Humanidad y todo Toledo, los barrios y todos los lugares”, teniendo en cuenta que la paz “continuamente está amenazada”. “Por eso Jesucristo es nuestra paz, y por eso me parece una maravilla en este lugar descubrir eso”.