Hay quien nace con ritmo, con voz o con un don natural para la música. Aunque el destino tenga preparado otro camino profesional paralelo, las personas que tienen el instinto musical difícilmente escapan de sus raíces. Es el caso de John Robert Duer, un artista americano -procedente de Yuma (Arizona)- que vive en Toledo desde que hace seis años se jubilase como abogado defensor en casos criminales, en Texas (Estados Unidos), profesión que no le ha impedido dedicarse también a la música desde los años 70.
“Siempre sabía que iba a tocar, profesionalmente o no, desde que en febrero de 1964 vi a The Beatles en la tele, en el programa The Ed Sullivan Show. Mucha gente de mi generación te dirá lo mismo”, explica John en una entrevista con este medio con motivo de la publicación de su último trabajo -y primero como Red Roberts- que lleva por título 'Detour' (desvío). En él vuelve a rodearse de los músicos toledanos que también forman parte de la banda John Duer & The Blues Freaks, con la que ha publicado otros dos discos.
Cuenta John que su abuelo materno tocaba el saxofón y que su abuela hacía lo propio con el teclado, el órgano o el piano. Su padre, quien se divorció de su madre cuando él solo tenía 3 años y al que conoció ya siendo adulto, “era músico también y tocaba cualquier instrumento que tuviera cuerdas”. Lo llevaba en la sangre, pero nadie de su familia le animó a seguir tocando. Sin embargo, nunca ha dejado de hacerlo.
“He dejado todo sueño de hacerme una estrella. Sigo en la música porque cuando no estoy tocando, componiendo o creando no sé qué hacer. Pero cuando empiezo a tocar y a componer mi actitud cambia, me pongo más alegre. La música para mí no es un curro ni una carrera, es una parte de mi alma. Por eso estoy aquí”, subraya el artista, quien resalta que “tocar y cantar en directo es lo que más” le “anima”.
Su primera banda
Tuvo su primera banda en 1968 cuando aún iba al instituto. Él era el cantante y entre sus sus primeros recuerdos con este grupo en el que el bajista tocaba con tres cuerdas, porque “no tenía dinero para comprar la cuarta”, rememora cómo les desenchufaron en un baile en el que estaban todo el alumnado y sus amigos. ¿El motivo? Sonó 'The Pusher' (vendedor de drogas), de Steppenwolf, y a la segunda vez que cantaba “God damn (maldito Dios), The Pusher” no les dejaron continuar.
Desde entonces, ha seguido ligado a distintas bandas, en algunas de ellas tocando la guitarra rítmica y cantando, pero en la mayoría a cargo del bajo, tal y como empezó con The Blues Freaks. “Cuando empezamos éramos un trío. Tocaba el bajo y cantaba pero me di cuenta que aunque podía hacerlo a la misma vez, o sufría el bajo o sufría la voz. Invitamos a Paco Cerezo a tocar y la música y la voz han mejorado. Estoy muy satisfecho de dónde hemos llegado”, señala John.
De este trabajo como Red Roberts, que presentan este sábado 2 de octubre en el Círculo de Arte de Toledo, forman parte también José Luis Sepúlveda -batería-, Jesús (Budy) García -guitarra- y Martín García Duque -teclados y saxofón, además de ser el productor de la banda-. Aunque son los mismos componentes que en The Blues Freaks, se trata de un disco que tomó un camino inesperado durante su proceso de grabación y producción, con un estilo “más rockero” y alejado del blues que les ha llevado a presentarlo bajo este otro nombre.
En el disco recogen ocho temas compuestos durante el confinamiento. Llevan las letras de John, así como sus acordes o los que le enviaba por “la nube Budy” durante los largos días que estuvimos encerrados en casa por la pandemia, un período que reflejan también en estas canciones -la primera que grabaron lleva por nombre 'House arrest' (arresto domiciliario)-. “La música me dio algo que hacer en casa. Me dio para aguantar lo que pasaba”, subraya John, al tiempo que añade que ahora trabajan para cerrar una gira en la que dar a conocer este nuevo trabajo.
En total van a ser cuatro discos desde que en 2014, él y su mujer, que también puso fin a su trabajo como bibliotecaria, vinieron a hacer el Camino de Santiago. El intenso calor truncó en Logroño su aventura y decidieron viajar por el sur del país, “Antequera, Málaga, Granada, después Cuenca y pasamos por Toledo”. “Cuando volvimos a Estados Unidos nos dimos cuenta de que podíamos jubilarnos y venir aquí”, cuenta John, al que la cercanía a Madrid y el clima le hicieron decidirse por la ciudad de las Tres Culturas, en la que vive a apenas unos pasos de la Catedral. Un 'desvío' en su vida, como su último disco, que le permite seguir agarrado a sus raíces. Las de la música.