Localización

Museo del Greco
Museo del Greco
Museo del Greco, Paseo Tránsito, s/n, 45002 Toledo

Único museo español que en la actualidad está dedicado a la figura del pintor

Categoría

Más Información

Leer más

Fecha

miércoles 12 Nov 2025 - domingo 15 Feb 2026
En curso...

Hora

Domingos y festivos de 10:00 a 15:00 horas
09:30 - 18:30

Exposición 'Maniera'

El Museo del Greco presenta «Maniera», un acercamiento a este particular estilo que marcó una etapa decisiva de la Historia del Arte. Aunque tradicionalmente se tiene al Greco como máximo exponente del manierismo y principal representante en Toledo, lo cierto es que en la ciudad ya trabajaban numerosos artistas, décadas antes de la llegada del cretense, que adoptaron estas formas artificiosas, expresivas y de gran intelectualidad asociadas con la «maniera» italiana. Esta muestra se propone descubrir al gran público esta nómina de artistas que actuaron como nexo entre el manierismo toledano.

Sede colaboradora: Museo Sefardí [El Tránsito de la Virgen, de Juan Correa de Vivar].

Maniera salda una deuda con Toledo. Aunque han sido numerosas las exposiciones dedicadas al Greco, su escuela e incluso a los artistas que precedieron su llegada, nunca antes la ciudad había acogido una muestra que realizara un recorrido por la pintura toledana del siglo XVI. En consecuencia, la exposición organizada por el Museo del Greco acerca al visitante al manierismo, un particular estilo venido de Italia que marcó una etapa decisiva en la historia del arte europeo.

Dicho recorrido se inicia con Juan de Borgoña (fl. 1495-1536), pintor de origen francés que fue el protagonista indiscutible del panorama artístico de la ciudad a comienzos del siglo XVI. Mucho se ha debatido sobre su posible viaje formativo a Italia, donde habría conocido de primera mano la obra de artistas como Ghirlandaio, con quien más se ha relacionado su estilo. En Toledo trabajará fundamentalmente en la Catedral, donde será el pintor predilecto del cardenal Cisneros, para quien realizará sus mejores obras. Estas suponen la introducción de los modelos del quattrocentto italiano: composiciones equilibradas, fondos arquitectónicos de inspiración clásica y figuras serenas con un elegante uso del color y la luz. No obstante, también tendrá que adaptarse al gusto de la clientela toledana, que en muchos casos seguirá aferrada a la estética de la pintura flamenca imperante hasta el momento.

Tras su fallecimiento, será la extensa nómina de artistas formados en su taller los que, partiendo del personal estilo de su maestro, irán progresivamente adoptando el nuevo lenguaje manierista. Este surge como una ruptura de los postulados clásicos. La proporción y el equilibrio dieron paso al alargamiento de las figuras, el movimiento y la agitación. Los gestos serenos y reposados fueron sustituidos por el dramatismo y la expresividad. El pintor, arquitecto y tratadista Giorgio Vasari, en su obra Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos (1550), denominó a esto maniera moderna: una nueva manera de pintar, propia de los últimos años de Rafael y de la obra de Miguel Ángel, que buscó alcanzar la Gracia, la suma perfección del arte.

Artistas toledanos como Juan Correa de Vivar o Francisco de Comontes, formados con Borgoña, son buen ejemplo de ello. Incorporaron en sus obras figuras extravagantes, enérgicas y de vivos colores. Lo hicieron en las tablas que conformaron los grandes retablos, convertidos en la principal empresa artística del momento. En ellas incorporarán los numerosos modelos venidos de Italia tomados principalmente de estampas, medio vehicular para la transmisión del nuevo lenguaje. Entre los principales grabadores destacará Marcantonio Raimondi, que difundió los diseños de artistas como Rafael y Giulio Romano por toda Europa.

En el último tercio del siglo una nueva generación de artistas ofreció una óptica distinta a la escuela toledana. Esta etapa final estuvo protagonizada por pintores como Hernando de Ávila, Luis de Velasco, Blas de Prado o Luis de Carvajal. Se formaron con grandes maestros como Correa de Vivar o Comontes, cuyas obras tomarán como fuente de inspiración en numerosas ocasiones. No obstante, sus pinturas se regirán por nuevas pautas con el propósito de eliminar los excesos de la maniera. De este modo, abandonaron lo superfluo, anecdótico y extraño buscando mensajes cada vez más claros y concisos en la representación del relato sagrado, siguiendo los principios del Concilio de Trento. En este contexto, el Monasterio de El Escorial y los artistas venidos de Italia para decorarlo se convirtieron en el epicentro artístico del momento. La difusión de sus obras supuso la adopción de un nuevo manierismo, adaptado a la Contrarreforma, denominado contramaniera. El empleo de formas más severas no significó el abandono del rico colorido y el gusto por el detalle, que se hizo cada vez más evidente en la representación de naturalezas muertas de gran verosimilitud, que anticipó el bodegón barroco.

A finales del siglo XVI aún pervivían modelos que se remontaban a Juan de Borgoña y que convivían con el influjo de Rafael y Miguel Ángel, aunque ahora matizados por el manierismo reformado de El Escorial. En este contexto, la llegada del Greco en 1577 supuso la entrada de la pintura veneciana, caracterizada por una pincelada suelta y de vibrante colorido. Esta herencia, unida al personal estilo del cretense, dejó una huella indeleble en la ciudad que supone el último capítulo de la maniera toledana.