Impartir o asistir a una clase en un aula interior que acumula alrededor de 32 grados centígrados en las horas centrales de día no es precisamente la mejor manera de terminar o comenzar el año escolar. La concentración, la atención y la confortabilidad de alumnos y docentes se ve alterada precisamente en los momentos más importantes del año académico. Es un debate que surge todos los años y sobre el que alertan los sindicatos y las asociaciones de padres y madres cada vez con mayor empeño. Desde instancias europeas ya se ha avisado de que el cambio climático ejerce una presión sobre infraestructuras duras como los edificios públicos de educación y servicios sociales. Esto unido a que se adelantan y retrasan las olas de calor como consecuencia del mismo fenómeno, ha hecho crecer la alarma por el bienestar y el denominado “estrés térmico” de niños, niñas y personas mayores, considerados grupos de riesgo.
La mayor parte de las infraestructuras educativas se construyeron antes de que existiera una normativa básica de condiciones térmicas, de modo que sus usuarios sufren más los efectos de las altas temperaturas. Hablamos de edificios insuficientemente aislados, con escasa protección solar en las ventanas, lo que contribuye al sobrecalentamiento en verano. Y en Castilla-La Mancha, región del centro y con picos de calor, esta situación comienza a ser preocupante. Hereda así una problemática que en Andalucía lleva mucho tiempo generando polémica y que ha capitaneado el movimiento 'Escuelas de Calor'.
La cuestión es que parece no haber soluciones, pero no piensan así desde el Real Jardín Botánico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Su proyecto europeo LIFE-myBUILDINGisGREEN está monitorizando en tres centros escolares de Portugal y España las condiciones de temperatura y confortabilidad de alumnado, con el objetivo de diseñar de forma personalizada para cada edificio varias alternativas basadas en la naturaleza: son las llamadas 'Nature Solutions'.
Soluciones de la naturaleza
“Vamos a demostrarle a las administraciones que estas situaciones tienen solución, que los edificios pueden tener resiliencia climática, y además, con un coste aceptable para que se puedan aceptar”, nos explica Salustiano Torre, coordinador de Fondos Europeos del Real Jardín Botánico.
Estas “soluciones de la naturaleza” se basan en aprovechar los recursos de la tierra como la vapotranspiración y los sustratos permeables. O lo que es lo mismo, “en vez de mantener cubiertas de edificios que puedan alcanzar hasta los 50 grados, hay que eliminarlas y utilizar techos sostenibles con la introducción de vegetación y humedad, para bajar así la temperatura en la envolvente del edificio”.
Dependiendo además de la orientación del edificio, en cada fachada se puede realizar un sombreado estacional. El experto precisa que solamente sombreando los grandes ventanales que tienen los centros escolares se puede eliminar más del 50% de la radiación solar que acumula la envolvente. Hay que tener en cuenta que las 12 horas diarias de radiación multiplicado por el número de días que el edificio está expuesto, hace que el calor acumulado sea “insoportable”. Se trata también de un problema medioambiental. La expectativa después del proyecto es que se reduzcan 27 toneladas de C02, un 50% en el consumo de agua de riego y otro tanto de costes de energía.
El objetivo de este proyecto LIFE es por tanto instalar cuatro prototipos ‘naturales’ en fachadas, cubiertas, azoteas, superficies exteriores y aparcamientos en cada edificio de la prueba piloto con los tres centros escolares. Además, se ejecutarán medidas sostenibles de ventilación natural inducida, el mencionado sombreado tanto natural como artificial, y la elección de especies autóctonas del ámbito mediterráneo y atlántico.
El Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha (COACM) también ha abordado esta cuestión en una de sus últimas reuniones. La nueva decana, Elena Guijarro, nos cuenta que esta organización considera de manera unánime la necesidad de realizar una rehabilitación energética de los edificios, con medidas "que pueden ser costosas o no". Por ejemplo, mejorar los aislamientos en edificios más antiguos supondría mayor financiación pero no tanto en otros construidos recientemente. Recuerda que esta medida que no solo evita las temperaturas extremas sino que también abarata el consumo energético. Actualmente, casi todas las construcciones públicas incorporan la fórmula SATE (Aislamiento Técnico Exterior para Edificios) que también mejora las instalaciones en calderas y aire acondicionado.
La arquitecta apunta también a otros sistemas que requieren menor financiación como toldos, lamas y viseras en ventanales orientados al sur. "En la arquitectura bioclimática, cuando hacemos los cálculos energéticos siempre es fundamental apostar por elementos constructivos que permitan sol en invierno y lo eviten en verano". Ante todo, destaca, lo fundamental es estudiar las condiciones de cada edificio y aunque apoya iniciativas como las cubiertas vegetales, las considera "más complicadas" en la práctica.
Y es que en Castilla-La Mancha, la situación se ha ido agravando con los años y los sindicatos han hecho sus propias propuestas. En esta ocasión, el Sindicato de Trabajadores y Trabajadoras de la Enseñanza de Castilla-La Mancha (STE-CLM) ha reclamado "urgentemente" la puesta en marcha de un Plan de Rehabilitación Energética para los centros educativo "porque trabajadoras y trabajadores de la enseñanza y alumnado están sufriendo las consecuencias de las malas condiciones de los centros en cuanto al deficiente, y en algunos casos nulo, aislamiento".
Esta organización sindical recuerda que es “completamente ilegal” estar en centros de trabajo con temperaturas superiores a los 27 grados. Por ello ha reclamado que dicho Plan incluya la mejora de los aislamientos de la envolvente de los centros educativos, la sustitución de ventanas antiguas por ventanas eficientes, implementar sistemas exteriores de sombreado en en fachadas con orientaciones desfavorables o la sustitución de las persianas de PVC por las de lamas de aluminio inyectado con espuma de poliuretano.
Autonomía en los centros escolares
CCOO ha respaldado estas medidas, pero lo considera una medida a medio plazo. Por ello propone medidas organizativas y que los equipos directivos tengan la autonomía para saber lo que pasa en sus centros. “Castilla-La Mancha es muy grande y diversa y no es lo mismo un centro en Molina de Aragón que en Almagro. Las temperaturas son otras”, explica Mercedes Gómez, secretaria general de la Federación de Enseñanza de este sindicato. Apuesta así por que, entre otras medidas, en caso de golpes de calor y temperaturas muy altas, que los equipos directivos puedan suspender las clases. “Además apostamos por el cambio de la organización o del horario, en definitiva, que tengan los centros una estructura más dinámica”, concluye.
Por su parte, al sindicato ANPE le parece bien que se tome como medida “rápida y eventual” dar autonomía a los centros para esta organización pero también apuesta por adecuar los centros. “Hay centros que están en la zona de la sierra, o en las propias ciudades que por su tipo de construcción, incluso por la orientación que tiene el propio edificio no tienen altas temperaturas, pero hay otros que sí y necesitan cierta aclimatación. Entendemos que eso se puede y se debe hacer”, explica Ramón Izquierdo, presidente regional.
¿Y cuál es la posición del Gobierno regional? Ha asegurado que volverá a mandar a los centros educativos las instrucciones precisas con el fin de garantizar el bienestar de alumnado, del profesorado y del personal no docente a la vista de las previsiones meteorológicas.
En dichas instrucciones se recomienda, por ejemplo, que en los días que restan hasta la finalización del curso, los equipos directivos quedan autorizados para tomar las medidas que consideren más oportunas en relación con la jornada escolar y las actividades a desarrollar en los centros, si las temperaturas superan los 30 grados dentro de las aulas.