Toledo, al igual que otras ciudades de tamaño medio de España, era un destino tranquilo, en el que los visitantes buscaban una experiencia cultural auténtica. Pero en los últimos años el modelo de turismo masivo que se ha impulsado ha supuesto una ofensiva para la convivencia en el Casco Histórico entre visitantes y residentes y ha acrecentado distintas dificultades para residir en el barrio.
Ante esta situación, la pandemia pareció ser "un punto de inflexión" para impulsar medidas en favor de un turismo sostenible en la ciudad, que permitieran hacer frente a la pérdida de población en el Casco, un barrio que supera por poco los 10.000 habitantes y que sufre, como otros, el incremento del precio de la vivienda o de locales comerciales, la falta de determinados servicios o las aglomeraciones que supone en ocasiones un turismo descontrolado.
El debate se abrió de par en par y la llegada de fondos europeos servía para impulsar también un Plan de Sostenibilidad Turística del que ahora se desconoce su aplicación. Mientras tanto, los datos apuntan a la recuperación plena de las cifras anteriores al inicio de la pandemia e incluso en algunos ámbitos se están incluso superando.
El mes de marzo con más visitantes extranjeros
Según los últimos datos de INE del pasado mes de marzo, en el que este año se celebró la Semana Santa, la ciudad registró 81.337 pernoctaciones -50.078 de residentes en España y 24.259 en el extranjero. Supone el dato más alto de la serie histórica desde el 2005 en este mes, año desde el que se registra esta estadística, y es también el mes de marzo en el que más viajeros extranjeros han acudido a la ciudad, un total de 15.440, por 33.768 residentes en España.
Cabe recordar que la Semana Santa se celebra en otras ocasiones en abril o entre días de ambos meses, y que estas fechas suponen un incremento considerable del número de viajeros que acuden a la capital castellanomanchega. Aunque este año incluso las intensas lluvias provocaron que se cancelaran casi un 8% de las reservas hoteleras.
Por contextualizar en una mayor parte del año estos datos, según la Archidiócesis de Toledo, entre los meses de enero a octubre de 2023 y solo en siete de los principales monumentos de la ciudad –los que pueden visitarse a través de la pulsera turística– se registraron más de un millón de visitantes. Coparon las calles del Casco Histórico Patrimonio de la Humanidad desde el año 1986.
En definitiva, el turismo masivo, aunque de manera estacional, está presente en la ciudad. No se han producido manifestaciones de rechazo como las que se han llevado a cabo en las Islas Canarias en las últimas fechas, pero sí son muchos los residentes de su Casco Histórico los que han trasladado sus quejas por los efectos negativos que afirman que tiene para la convivencia y para su habitabilidad.
Encontrar vivienda, "misión imposible"
La demanda crece, un 10% en el último año, y con ella también el número de alojamientos turísticos -un 28,8% en el último año en plazas de viviendas de uso turístico y apartamentos turísticos-. Tanto es así que en la pasada legislatura se impulsó una normativa municipal -la modificación puntual 32 del PGOU- para frenar la escalada: se había detectado un claro aumento en el precio de los alquileres y la falta de alojamiento residencial. Se suspendieron licencias para nuevos proyectos de viviendas y apartamentos turísticos y se estableció un tope del 20% sobre el total de viviendas del Casco Histórico.
Sin embargo, el actual Gobierno de PP y Vox frenó esta normativa y trabaja en una nueva regulación que podría concretarse este próximo verano. Mientras tanto, en paralelo, se han abierto nuevos hoteles en el barrio y se ha dado alas a la tramitación de nuevos proyectos en el Casco Histórico y su entorno. Por ejemplo, un hotel de lujo junto al río Tajo que ha recibido críticas y el rechazo de distintos colectivos sociales.
María, una joven autónoma residente en el Casco Histórico desde hace diez años, ha vivido la metamorfosis de la actividad en una ciudad mediana, muy turística, pero sin llegar al desbordamiento… Hasta ahora. “Cuando llegué a Toledo era mucho más fácil encontrar una casa y ahora no tiene nada que ver. Ahora pago el doble de lo que pagaba hace diez años. También teníamos más servicios y más tiendas de barrio, que se han perdido en los últimos años”.
En este sentido, asevera que encontrar vivienda asequible en el barrio es "misión imposible". "Por menos de 600 euros no hay nada. Lo peor de todo es que estábamos mal antes de pandemia, se liberaron un montón de pisos y había oferta, y ahora volvemos al turismo brutal. No hemos aprendido nada", lamenta. Según los datos que hay actualmente en portales como Idealista, en el Casco Histórico hay tan solo 25 viviendas disponibles en alquiler. Lo más económico: dos estudios de entre 20 y 25 m2 por 450 euros.
Por ello, sostiene que se debería "traer un mejor turismo, más consciente de la ciudad, que gaste dinero y no estos grandes grupos que vienen corriendo a todos lados... Nos estamos equivocando con el modelo. Cada vez hay más luces, franquicias y souvenirs y el barrio está perdiendo su esencia. Como viajero, ir a una ciudad en la que la gente no vive, que es solo decoración, creo que no es interesante. Creo que estamos perdiendo un poco el alma”.
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