Calles llenas de barro, comercios y viviendas en las que se sigue achicando agua o angustiosos rescates de decenas de vehículos hundidos por las riadas provocadas por las abundantes lluvias. La ciudad de Toledo, así como otros municipios del entorno y zonas del centro y el este peninsular, ha vivido un nuevo episodio dramático a causa del temporal que afortunadamente no se ha cobrado ninguna víctima.
Recapitulemos. Cuando comenzábamos a ver un hilo de luz en esta pandemia con el inicio de la vacunación, llegó la borrasca 'Filomena'. Le dio el relevo 'Hortensia', y tras una primavera y un inicio de verano con una meteorología más apaciguada, agosto trajo una intensa ola de calor. Para finalizar el mes y dar la bienvenida a septiembre, una DANA ha vuelto a golpear a una ciudad en la que se han levantado hasta las piedras del suelo.
Algunas de las imágenes más impactantes se daban en el acceso al Polígono de Toledo por la N-400, donde un número indeterminado de vehículos -"más de una treintena" según las autoridades-, se ha visto afectado por las inundaciones. Los servicios de emergencia han tenido que rescatar a varias personas atrapadas en los mismos y posteriormente varias grúas han retirado los vehículos enredados entre ellos y el barro que se ha generado.
Otra de las zonas que se ha visto más perjudicada ha sido la de Santa Bárbara. Allí se encontraba a media tarde el fotógrafo Ismael Herrero, tomando instantáneas y haciendo un reportaje de la situación en el barrio tras las intensas lluvias que ya habían provocado varios destrozos, inundando incluso el nuevo centro de salud.
"Me avisaron -desde la Agencia Efe- de que el paseo de la Rosa estaba complicado. Vine, aparqué el coche al lado de la Policía Local y estuve hablando con algunos vecinos. La cosa estaba mal pero tampoco fatal. La calle estaba seca aunque los garajes sí estaban inundados. Me fijé en unas personas que estaban mirando hacia las vías del tren, me acerqué y estaban viendo el arroyo de la Rosa, que estaba crecidísimo, apunto de sobrepasar el propio paseo", cuenta Herrero.
En ese instante, mientras capturaba la riada, se dio cuenta de que "el arroyo estaba subiendo a una velocidad muy alta" y podía llegar a afectar a su coche. "Me di la vuelta corriendo, cuando llegué era tarde y estaba hundido más de un metro. Con esfuerzo y con cubos he conseguido vaciarlo de agua por las ventanas y empujarlo hasta sacarlo de la zona peligrosa sin arrancarlo", describe más de tres horas después de que pidiera una grúa que recogiera su vehículo y a un taxi que le llevara de vuelta a casa.
Reconoce que pasó miedo cuando se percató de que podía perder todo el equipo audiovisual que llevaba en el interior del turismo. "Son cosas delicadas, soy freelance y es un gasto importante", apunta el fotógrafo, quien ya tiene experiencia retratando catástrofes de este tipo pero que hasta ahora no le habían afectado personalmente.
"Intento rescatar a todo el que pueda"
Minutos después de relatar el suceso a este medio, y cuando sus fotografías ya se habían difundido en varios medios nacionales, llegó Fernando, de Grúas Chamorro, para recoger su coche. Se trataba de uno de los casi veinte servicios que ha recibido desde que empezó a trabajar a las 6.30 horas. "La mañana ha sido tranquila pero cuando ha empezado a llover a mediodía, comenzaron a entrar servicios y hemos llegado a acumular diez al mismo tiempo", indica el gruista, que ha recorrido por la tarde buena parte de las carreteras más dañadas por el temporal en localidades próximas a la capital castellanomanchega.
"Es un caos total. Ha llovido tanto que se nota la fuerza del agua hacia donde vayas. Toledo, Argés, Cobisa... está todo como si hubiese pasado una guerra, todos los coches unos encima de otros. La que hay liada en la N-400 es impresionante, ha llegado el nivel del agua hasta la mediana de la carretera y se ha llevado a los coches con la gente dentro, niños llorando... Nunca habíamos visto esto en Toledo", lamenta Fernando.
Su turno tendría que haber finalizado a las 20.00 horas -dice cuando lo ha sobrepasado ya más de dos horas- pero por intentar ayudar, asevera que estaría "echando viajes si hace falta toda la noche para que no quede ni un coche". "Para eso soy gruista, para intentar rescatar a todo el mundo que se pueda", remarca con emoción antes de volver a ponerse al volante.
Desbordamientos de arroyos: "No podemos con la naturaleza"
En la zona se encontraba también en esos momentos la alcaldesa, Milagros Tolón, quien valoraba sobre todo que no se hayan tenido que lamentar víctimas en este nuevo golpe a la ciudad. Le acompañaban varios ediles del equipo de Gobierno, entre ellos el concejal de Seguridad, Juan José Pérez del Pino.
"Llevo desde el año 78 en el barrio y no he visto esto nunca. Sobre el año 83 se canalizó el arroyo -de la Rosa- que se ha desbordado, pero también lo ha hecho el que baja de Nambroca, que es el ha colapsado la N-400, o el de la Degollada. Comprendo que la gente se desespere pero no podemos con la naturaleza. Hay que estar preparados para que los efectos sean los menos posibles y para que, como ha pasado, no haya daños personales", señala el también responsable municipal de Movilidad Ciudadana junto al intendente jefe de la Policía Local, José Luis Martín Mora.
Para retirar los vehículos que quedaron atrapados en la N-400 trabajaban al final del día hasta cinco grúas. Previamente, se había despejado el puente de la Cava, que tenía "más de medio metro de agua, aunque queda barro por limpiar", y otras zonas de la cuidad continuaban afectadas por el temporal como la Bajada del Barco o el barrio de Azucaica. Del Pino ha querido reconocer la labor de los servicios públicos y el trabajo que han hecho todos ellos: "Podemos estar orgullosos. Hay agentes que han entrado a las 8.00 de la mañana y aquí siguen -15 horas después-".