Uno de los recuerdos más entrañables que guardo en mi memoria con mucho cariño es subir al Valle a celebrar la romería con mis amigas, dando cuenta de un buen bocadillo de tortilla. Esa imagen la evoco a menudo con una nitidez y una viveza asombrosas. El aroma, el ambiente, la fiesta, las risas…, casi puedo palpar, aún, esos momentos.
Y es que el Día del Valle es muy especial para todos los toledanos y toledanas. De una manera o de otra, con mayor o menor intensidad, tenemos siempre presente esta jornada tan única. El Valle y su romería forman parte de nuestras vidas y de nuestra historia colectiva.
El pasado y el presente de Toledo se configuran como un gran mosaico donde las tradiciones moldean una parte fundamental de nuestro acervo cultural. En ellas se encuentran las raíces de lo que somos como toledanos. Conforman un patrimonio común que nos ha permitido crecer como pueblo unido y fuerte, sobreponiéndose siempre a cualquier revés y ayudándonos a poner en valor lo mejor que cada uno de nosotros tenemos.
Las tradiciones son poderosos eslabones que desde el pasado nos orientan hacia nuestro futuro. Conservarlas, mediante su actualización y adaptándolas a los nuevos tiempos sin perder su naturaleza, es lo que las hace perdurar, al tiempo que renuevan nuestro orgullo toledano, porque en ellas se encierran esencias muy profundas y propias. Por eso las tradiciones no se pueden borrar, suspender o anular.
En este primer día del mes de mayo celebramos, como desde hace siglos, el Día del Valle, la fiesta de esa querida Virgen que desde su privilegiada ermita nos mira y protege. Es verdad que en este 2021 lo hacemos sin el bullicio, la algarabía y la jarana de años anteriores, pero sí con la emoción, la devoción y los sentimientos igualmente intactos. Eso no cambia.
El año pasado, la COVID obligó a suspender cualquier tipo de acto en torno a esta jornada. Hoy tampoco habrá romería, pero, guardando siempre las medidas de seguridad y prevención sanitaria, sí podremos pasear y recordar cómo vivíamos este día en compañía de nuestros amigos y familiares, acercarnos a la ermita y tocar la campana. Su sonido será un esperanzador anuncio de lo que está por venir. Su eco, resonará, como siempre, más allá del tiempo que nos ha tocado vivir, porque ese tañido inconfundible, que todos reconocemos desde la distancia, ha sido siempre faro y guía ante la incertidumbre e inquietudes, anunciándonos momentos de alegría.
Y bajo la ermita, el río Tajo, ahora maltrecho, pero testigo y protagonista de nuestra historia. En este día festivo no debemos cejar en el empeño por su defensa y seguir reclamando que se ponga fin al trasvase para que, en próximas romerías, podamos disfrutarlo en todo su esplendor, tal y como hicieron cuantas generaciones nos precedieron.
No me olvido de que hoy también es una jornada reivindicativa en el ámbito laboral, pues conmemoramos el Día del Trabajo. Valgan estas líneas para reconocer el compromiso de cuantos se esfuerzan por lograr una sociedad mejor, más justa y más igualitaria, en la que vayamos avanzando en derechos y no se produzcan abusos contra las trabajadoras y los trabajadores.
¡Feliz Primero de Mayo!
¡Feliz Día del Valle!
Milagros Tolón Jaime,
Alcaldesa de Toledo