Los padres del Colegio Nuestra Señora de los Infantes de Toledo recibieron un email, como cada domingo, un boletín informativo de las actividades que tendrán sus hijos o el menú del comedor a lo largo de la semana. Pero esta vez, el adjunto era un documento atípico.
El correo incluía una carta relatando los presuntos abusos sexuales del sacerdote J.M.G., se describía una investigación interna y hasta las sanciones que se le habían impuesto. La carta, que no iba para ellos y que contenía, hasta el momento, información que desconocían, era en realidad un borrador que debía pasar por el Arzobispado de Toledo para ser remitida al Vaticano.
El texto, adelantado por ABC y al que ha tenido acceso directo Toledodiario, está redactado para ser enviado al Dicasterio para el Clero, el órgano del Vaticano encargado de investigar las denuncias referentes a abusos por parte de sacerdotes contra menores de edad o adultos con discapacidad intelectual.
En la misiva se indica que quiere informar al Dicasterio para el Clero de “la situación” que afecta a un sacerdote de la archidiócesis de Toledo, J.M.G., que actualmente es canónigo emérito de la Catedral de Toledo y está jubilado desde el verano de 2023. El texto indica que tras esa jubilación llegaron al correo de la parroquia algunos emails que sugerían que el sacerdote estaba siendo extorsionado y recibía “acusaciones veladas de cierta actividad homosexual”.
El autor de la carta explica que se animó al sacerdote a denunciar ante la Policía ese chantaje, que él se resistió a hacerlo pero que finalmente accedió. “En aquel correo no pudimos comprobar si era un tema de menores”, añade el documento. Se aclara que la Policía realizó pesquisas, pero no emitieron ningún informe y “el sacerdote no quiso proseguir con la acción”.
Pero la situación se complicó unos meses después. En otoño de 2024, recoge la carta, llegan noticias de “tres hechos que eran susceptibles de abrir una investigación” relacionados con presuntos abusos sexuales. “Dos de estos hechos se produjeron en clínicas de fisioterapia y el otro durante una peregrinación a Medjugore”, añade.
A partir de ahí se abre una investigación interna: “Se pudo comprobar que los hechos denunciados eran ciertos, y que el sacerdote había actuado de forma inadecuada e inapropiada siendo motivo de escándalo para las personas que vivieron los hechos. Lo relatado por los denunciantes eran hechos similares, en los que el sacerdote buscaba algún tipo de contacto y satisfacción sexual con las personas que habían denunciado los hechos”.
No consta que estos hechos fueran denunciados a la Policía para que abriese una investigación, como sí se hizo con el presunto chantaje al sacerdote. Según la carta, al religioso se le impuso la prohibición de celebrar misa en público u otros sacramentos y se le impidió predicar: “Todo esto por un tiempo de dos años, que debía estar acompañado de un acompañamiento terapéutico y espiritual”.
El texto indica que se le han hecho pruebas al sacerdote, sin especificar de qué tipo, que revelan que debido a su edad “tiene dañado el cerebro corteza orbitofrontal, que juega un papel clave en la evaluación de las consecuencias de las acciones y en la inhibición de comportamientos”. No hay más detalle de este intento de justificación a sus acciones. Lo que sí se incluye al final es que, aunque se mantienen las restricciones impuestas, “siguen llegando noticias de comportamientos inadecuados en sitios públicos”.
La carta no está completa y faltan algunos datos clave sustituidos por puntos suspensivos, como la fecha en la que se impusieron las prohibiciones al religioso. Fuentes conocedoras del caso confirman a Toledodiario que la misiva se recibió en los emails de los padres de los alumnos del Colegio Infantes de Toledo, incluso de los que ya tienen a sus hijos fuera del centro, y que se trata de un borrador escrito para que el Arzobispado lo rematase y fuese enviado al Vaticano.